Su amiga Mercedes siempre le dijo que acabaría viviendo sola rodeada de gatos. Los buenos amigos se caracterizan por ser así de sinceros, aunque hay que reconocer que su desolador pronóstico sobre el futuro amoroso de Beatriz Urigoitia se sustentaba en bases sólidas. «Siempre he ... sido una psicópata del amor con relaciones de pareja tormentosas: discusiones, desconfianzas, celos...», reconoce esta ingeniera duranguesa de 36 años. Así que con semejante historial no es de extrañar que conociese al hombre de su vida el 28 de diciembre de 2011. Sí, el Día de los Santos Inocentes. «De pronto aparece alguien cuando menos te lo esperas, cuando empiezas a estar bien sola, cuando llevas tiempo fortaleciendo tu autoestima y trabajando en tus inseguridades», se sinceró Bea con sus más de 66.000 incondicionales en Instagram. Esta popularidad le llegó con su blog 'Algo pasa con Uri', que derivó en su primer libro, 'Soy más que una talla', en el que comparte su historia -se ha pasado «más de media vida a dieta»- y da consejos para todas aquellas personas que quieren cuidar su imagen sin obsesionarse con la báscula.
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Beatriz se rió por primera vez con Rubén, al que ya conocía de vista porque trabajan en la misma compañía eléctrica de Madrid, en la cena de cumpleaños de una compañera de su empresa. Y así, «casi sin querer, como ocurren las cosas que merecen la pena», esta 'instagramer' (bei_uri) encontró a su futuro marido. El día por excelencia de las inocentadas y las bromas, también aprendió algo que desconocía hasta el momento: «el amor es fácil y amar es sencillo cuando lo haces con la persona correcta». Una frase extraída del discurso que pronunció el día de su boda, que se celebró el pasado 14 de septiembre por la tarde en el espectacular Casino de Madrid.
Rubén le pidió la mano en casa por su 35 cumpleaños. No le regaló el típico anillo de pedida, sino los famosos 'Manolos' azules que lleva Carrie Bradshaw en 'Sexo en Nueva York'. Y con ellos se dirigió Bea en compañía de su futuro marido hasta unas oficinas del Ayuntamiento en el madrileño barrio de Salamanca para casarse por lo civil. Para la ocasión, esta vizcaína eligió un vestido azul claro de plumeti, con largo midi y mangas abullonadas de organza, de la firma asturiana Apparentia.
Esta ceremonia íntima precedió a la gran boda que celebraron al día siguiente ante 200 invitados. El Casino de Madrid fue el escenario elegido para coronar su historia de amor. Con la canción 'Nere herriko neskatxa Maite' de Benito Lertxundi, hizo su entrada la novia del brazo de su hermano en aquel imponente salón principal. «Desde que empezó a sonar me puse a llorar, me parece preciosa y como me estaba casando lejos de casa quería sentir mi tierra cerca, además me pareció un gesto bonito con los invitados que vinieron de Durango», cuenta Bea. Otro de los momentos más emotivos del enlace fue cuando vio a Rubén. «Todo el mundo me decía que en tu boda ves a tu pareja diferente y yo, que no me quería casar, pensaba que eso era una tontería. Pero es verdad, al mirarle me emocioné muchísimo, no le he visto tan guapo en mi vida. Me reenamoré aquel día y esa sensación me ha durado toda la luna de miel».
Esta duranguesa lució un elegante vestido blanco con flores rosas y granantes bordadas en los tirantes y en la parte delantera de la cintura. Un original y sofisticado diseño firmado por Beba's Closet que dejaba su espalda al descubierto gracias a un pronunciado escote trasero. Completó su look nupcial con un velo corto de plumeti de esta misma marca española que combinó con un tocado joya con hojas en bronce de Tocados Canbella. En cuanto al calzado, se decantó por unas sandalias de ante en color verde con casi nueve centímetros de tacón de Jimmy Choo, tal y como se puede observar al detalle en la galería de imágenes. Para el maquillaje, en tonos tierra y con los ojos enmarcados en negro; y el peinado, un recogido sencillo y juvenil, confió en Inés Castaños, maquilladora de la 'top model' Eugenia Silva. Beatriz no lanzó su ramo, de flores silvestres, sino que decidió entregárselo a su madre para que ella lo dejase sobre la tumba de su aitite Enrique, fallecido el año pasado y que ella convirtió en el abuelo más entrañable y querido de Instagram.
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Rubén, por su parte, lució un traje azul de tres piezas de la firma española Silbon y una corbata a juego de Carolina Herrera. Eso sí, le robó protagonismo Gorka Iraizoz, exportero del Athletic, que asistió a la boda en compañía de su mujer, Carmen Esperanza, una gran amiga de la novia. Además, destacó por ser una de las invitadas más elegantes con un espectacular vestido con transparencias y paillettes multicolor de la famosa diseñadora italiana Elisabetta Franchi.
Tras la ceremonia llegó la fiesta, que se celebró en la propia discoteca del Casino y se prolongó hasta las seis de la mañana. Para el baile, Beatriz lució el pelo suelto con una diadema XXL con plumas rosas y blancas de tocados Canbella. «La gente disfrutó mucho, lo dimos todo», cuenta Bea. Tanto que no se fueron de luna de miel hasta el martes siguiente.
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Ya aterrizados de su viaje de 21 días por Shangai y Filipinas, ahora disfrutan de su vida de casados. «Es igual que la otra, lo único que ha cambiado es que estamos más comprometidos, al final haces una apuesta por la otra persona». «¿El anillo pa' cuándo?», les preguntaban antes. Y ahora todos quieren saber si van a tener churumbeles. «No queremos tener hijos, no somos niñeros y tampoco hemos sentido esa llamada. Vivimos felices así, yo ahora estoy aquí en casa y él se ha ido con la moto, cada uno tenemos nuestro espacio, aunque a la noche nos vamos al cine a ver Joker».
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