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Si los de Bilbao podemos nacer donde queremos, para casarnos no vamos a ser menos. Y con todo el respeto a la Amatxu de Begoña, si tenemos que salir del Botxo, que mejor elección que la ciudad del amor por excelencia, París. Abraham de Amézaga, ... bilbaíno que reside en la capital gala desde hace 20 años, contrajo matrimonio civil el pasado julio con la abogada francesa Marjorie, y un mes después, celebraron una ceremonia religiosa en la célebre iglesia de Saint Germain des Prés, la más antigua de la ciudad de la luz.
No es de extrañar que Abraham de Amézaga, un referente en la moda europea, acabara en la meca de esta industria. Corresponsal de Vogue México y Latinoamérica en Europa durante diez años, miembro del jurado de los Premios Nacionales de Moda de España, actual profesor de escuelas de negocios, de lujo y de moda en Francia y colaborador de este periódico, es un buen caché para saber lo que quiere o no en una ocasión tan especial como su enlace con Marjorie.
Se conocieron en un taller de teatro hace ocho años y lo que comenzó como una bonita amistad a orillas del Sena, acabó en amor en Canadá. Cuando todavía eran solo amigos, a Marjorie le surgió la oportunidad de realizar unos estudios en su especialidad de Derecho Laboral y Abraham decidió acompañarla para pasar una semana de vacaciones, ya que nunca había estado en Canadá. Allí comenzó su noviazgo.
La ceremonia civil fue muy íntima y contó con la única presencia de los padres, hermanos y los padrinos de la pareja. Para la ocasión, Abraham, fiel defensor de la calidad frente a la cantidad, apostó por prendas y complementos de su guardarropa, como un traje Hermès veraniego de hace varias colecciones, un reloj 'vintage' de la misma firma y un cinturón de Ferragamo de hace más de diez años, en coherencia con sus ideas de para qué comprar si es mejor reciclar. En cuanto a la novia, apostó por un sencillo vestido corto con detalles en encaje en color blanco, acompañado de un original tocado de una joven creadora francesa, de color marfil.
Para la celebración religiosa, que se ofició en Saint Germain des Prés, Marjorie eligió un vestido de un diseñador español, un guiño al país del novio, así como un bouquet realizado por Anne Vitchen, artista floral de París, entre cuyos clientes se encuentra el célebre Ritz de la capital gala. El vestido, sobrio y tradicional, tenía a la vez detalles maravillosos que le aportaban modernidad, como el piqué de seda en la espalda o en el velo. Por su parte, el novio llevó para la gran cita un traje a medida de tejido italiano, realizado por un sastre galo.
En el enlace, retrasado dos años por el covid, se dejaron notar claramente las raíces del novio. Oficiado por el Padre Don Tomás Villar, uno de los momentos más emotivos fue cuando la madre del novio realizó una lectura bíblica en euskera. «Probablemente, es la primera vez que se incluye en una ceremonia en Saint Germain», afirma Abraham muy emocionado. Además, también se escucharon seis idiomas más: el castellano, el francés, el hebreo, el latín y el griego.
Tras la liturgia, los 53 invitados se desplazaron a un castillo en la localidad de Eaubonne, a poco más de veinte kilómetros de París. Este edificio, patrimonio galo histórico, acogió en el siglo XVIII a figuras como Voltaire. Abraham y Marjorie viajaron ya como recién casados en un Citroën 2 CV Charleston, de finales de los años 70. En el jardín del castillo, los invitados pudieron saborear una degustación gastronómica franco-española a base de tortilla de patatas, jamón cortado a cuchillo y gazpacho, junto a otras creaciones francesas como mini 'croque monsieur' y 'tartare de atún'. Todo ello regado, como no podría ser menos, con un excelente champán del país galo. Ya en el banquete, como plato principal, degustaron un pescado magro con caviar de berenjena. Y por último, la guinda: una gran tarta. Para la ocasión, los novios no tuvieron dudas en elegir una pirámide de profiteroles de praliné.
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