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Existe una leyenda local que envuelve al Puente de los Suspiros, uno de los grandes atractivos de la ciudad de Venecia. Se dice que si dos amantes se besan al atardecer cuando pasan en góndola por debajo, y al son de las campanas del Campanile di San Marco, serán bendecidos con el amor eterno. Una leyenda que sirvió de argumento para películas como 'A little Romance' y de excusa perfecta para la sorpresa que Peio quería preparar a Azucena, su futura mujer. Para el Corto Maltés del escritor Hugo Pratt, «Venecia era su fin». Para esta pareja de vizcaínos, la ciudad de los canales se convirtió en el principio de su nueva vida juntos.
Este puente, una joya arquitectónica barroca, una mole de piedra caliza que ha sido testigo mudo del amor de miles de parejas, se convirtió aquel 16 de octubre de 2018 en el excepcional telón de fondo de su pedida de mano. «Era un viaje sorpresa, pero Peio insistió mucho en que llevara algo elegante. Inocente de mí, pensaba que me iba a invitar a la ópera y luego a cenar a un sitio bonito». Pero su góndola se paró en seco bajo aquel trazado curvo, y escoltados por el león y la estatua de la justicia que presiden el puente, Peio se arrodilló y le pidió matrimonio. «Yo estaba de pie con unos taconazos de 12 centímentros. No sé cómo no acabamos los dos en el agua», bromea. Y con su consecuente llorera, se convirtió «en la mujer más feliz del mundo».
Como otras tantas parejas, los planes de boda de Azucena y Peio se vieron trastocados a causa de la pandemia. Y, en el caso de esta gallartina, por partida doble. Desde hace cinco años, ella es la mano derecha de Alicia Rueda, «su pin», su compañera, su amiga. Ella es quien ha atendido y asesorado a cientos de mujeres para encontrar su vestido de novia ideal y fue ella quien sacó fuerzas de flaqueza en los momentos más duros para seguir manteniendo a flote la ilusión de sus clientas. También la suya propia. «Yo estaba pasando por lo mismo y empaticé muy bien con todas», asegura. Los deseos de seguir con sus planes eran más fuertes que la realidad, hasta que la crudeza de la situación les puso el freno de mano. Tras su consecuente llorera, cogieron aire y siguieron adelante.
En esta historia, como en tantas otras, siempre existe un ángel de la guarda, comenzando por el que custodió desde su cornisa la pedida de mano de Peio y Azucena, a un kilómentro escaso del río di Palazzo donde se escuchó aquel 'sí quiero'. Pero no hablamos de esculturas de mármol, sino de personas que velan por otras. Tus personas. El primer ángel de Azucena fue Alicia, la mujer que dio forma a sus sueños en forma de vestido. Un diseño que flotaba al caminar e hizo ligero su paso hacia el altar. «Una nube» etérea confeccionada a partir de «la tela más bonita del mundo», con delicadas flores superposicionadas una a una en la cola. Por debajo, «una organza para darle peso y que se moviera mejor». Se complementaba con un cuerpo de doble escote en gasa y corte en la cintura. Una pequeña botonadura trasera y sus nombres y fechas bordadas en azul remataban la faena.
«Era un vestido muy sencillo, pero ha impactado». Tanto que colmó titulares e incendió las redes sociales. «Todo el mundo dijo que era 'muy yo'», una tarea difícil, ya que hemos visto a esta camaleónica vizcaína posando con cientos de diseños nupciales de todo tipo y condición. Ella siempre ha sido la mejor embajadora de Alicia Rueda, aunque reconoce que verse al otro lado de la barrera le resultó una experiencia tan extraña como bonita. «Al final, estaba en mi casa».
Llevó además unas sandalias personalizadas de Justene que le regaló su hermana, discretas y aparentemente sencillas, pero ricas en el detalle. Los pendientes, un regalo de Anita Ribbon, con orquídeas doradas, florecitas blancas y tres azucenas. «Espectaculares». Un ramo hecho por Flores Elorz con las flores del algodón seguía el hilo conductor del vestido. ¿Su cabello? Siempre suelto, algo que su peluquero Jesús Ferrero siempre supo de antemano. El maquillaje, muy natural y potenciando la mirada. «Mi maquilladora, Tamara Pereda, también me conoce muy bien».
31 de julio, distinta fecha, mismos proveedores. «No quería cambiar a ninguno por nada del mundo». Un cielo sin tregua, un Palacio de Ubieta engalanado por Flores Elorz y la batuta de Inés y Tania orquestando la situación. Ellas son las chicas de Marketing For Lemons, sus 'wedding planners' y dos de esos ángeles de la guarda que también le acompañaron en su camino. «Son la auténtica bomba, solo tengo palabras bonitas para ellas. Además de grandes profesionales son buenísimas personas», asegura.
Presente en todo momento estuvo el recuerdo de su padre, el gran ángel de la guarda de esta historia. En una mano, Azucena sujetaba el ramo con una foto suya en el interior y un pequeño texto, regalo de su hermana. En la otra, su hermano, el padrino, el encargado recoger el testigo y llevarla hacia el altar. «Hacía un papel muy importante y a la vez un poco difícil. Difícil para los dos. Lo defendió tan bien que me hace sentir tremendamente orgullosa», recuerda emocionada. De su brazo y escoltada por sus tres sobrinos, comenzó a dar pasos firmes por ese largo camino del palacio en el que tantas veces se había imaginado. Emoción patente, nervios a flor de piel. Con la canción «Me quedo contigo» de Rosalía como banda sonora y ante el sentimiento palpable de sus 110 invitados, se encontró con la mirada de Peio. «Iba eufórica, feliz... No dejé de mirarle hasta llegar a él», recuerda.
Azucena se casaba con su pareja, su confidente, el amor de su vida y, lo curioso de todo, su amigo desde hacía muchos años. «Nos hemos conocido en una circunstancia en la que no había caretas. Un día surgió y desde entonces no nos hemos separado». Él llevó un tres piezas de cuadros hecho a medida en Scalpers, aderezado con todo lujo de detalles por dentro y con una enorme sonrisa por fuera. «No podía estar más guapo, vestido y en actitud. Peio está todo el día sonriendo», reconoce Azucena.
Fue una ceremonia oficiada por el concejal en la la que «lloró todo el mundo». Sus personas favoritas contribuyeron a ello dedicándoles unas palabras. «Nos derretimos cuando habló el hijo mayor de Peio y también con mi sobrino Jon, mi cielito, con el que tengo una conexión especial. Nos dedicó un discurso precioso». Sara, Maribel, Fernan, Juanlu, Alberto, Mario y Rubén también arroparon a la pareja con sus mejores deseos.
Si la ceremonia fue emotiva, la palabra que define la celebración posterior fue «divertida». «Somos los novios disfrutones», asume. Tanto, que sorprendieron al personal a ritmo de batucada y con cambio de look incluido. «Cuando nos vieron aparecer la gente alucinó». Esta vez, eligió un diseño más festivo y cómodo para bailar sin parar, creado también por la diseñadora de Markina. Un modelo de manga larga, escote barco, espalda descubierta con escote lágrima, bajo 'midi' por delante y largo por detrás. Estaba confeccionado en tul bordado con dibujo de flores de pedrería y otro tul de estrellas que casaba como un todo. Una segunda obra de arte que combinó con unas sandalias plateadas de Miu Miu, regalo de Alicia Rueda y Anita Ribbon.
Y así, entre bailes, sonrisas, lágrimas y dos vestidos de ensueño, Azucena puso el broche de oro a esta historia de ángeles de la guarda con una luna de miel en Estambul y Maldivas, reafirmando haberse convertido, a pesar de las ausencias y las restricciones, en «la mujer más feliz del mundo». «Volvería atrás otra vez, pero lo haría desde el minuto uno que salí por la puerta para casarme».
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