Boda en Bizkaia (en el Castillo de Arteaga)

La boda de cuento de Iñigo e Ioritz en el Castillo de Arteaga con look inspirado en la MET Gala

Lo que comenzó como una amistad virtual, con conversaciones diarias y mensajes que consolidaron un vínculo especial, pronto se convirtió en una relación. Esta es la historia que unió los caminos de Iñigo, un bilbaíno de 29 años que trabaja en el sector retail del lujo y prepara la apertura de una boutique de alta joyería en San Sebastián; e Ioritz, un ordiziarra de 30 años, profesor de niños autistas en el Colegio Jesuitas de San Sebastián, dedicándose a esta vocación desde hace más de 12 años. «Era un momento de mi vida en el que llegué de Madrid y no buscaba nada. Nos conocimos siendo dos personas diferentes, pero con el mismo objetivo: encontrar a una persona vitamina», confiesa el bilbaíno.

A pesar de pertenecer a mundos dispares, su encuentro en 2020 a través de las redes marcó el inicio de una conexión única. Tras meses hablando, su comunicación se interrumpió de la noche a la mañana, pero después de unos meses Ioritz decidió escribirle de nuevo a Iñigo, resurgiendo todo lo que había habido entre ellos. «Ya en la primera cita supimos que habíamos encontrado a alguien especial», recuerda Iñigo.

«Ioritz siempre había tenido ese sueño de casarse antes de los 30», cuenta el vizcaíno. Por ese motivo, después de tres años juntos, en marzo de 2023 y coincidiendo con el cumpleaños de Iñigo, Ioritz organizó una cena especial en el restaurante Etxanobe junto a los mejores amigos del vizcaíno. En un ambiente íntimo e informal, Ioritz le entregó a Iñigo un cofre hecho a mano que contenía una carta muy especial, que finalizaba con las palabras: «¿Te gustaría que fuese eterno?» La respuesta fue un sí rotundo, pero con una condición: celebrar la boda en el Castillo de Arteaga.

Desde pequeño, Iñigo tenía recuerdos entrañables de sus veranos en Elantxobe y toda la comarca de Urdaibai. «Es un sitio que me enamora y me transmite mucha paz», afirma. Al mostrarle el lugar a Ioritz, éste quedó completamente enamorado y sintió que era el enclave perfecto para su enlace.

Los novios, fieles a su estilo, eligieron dos diseños nupciales que reflejaban su personalidad. Iñigo, que actualmente trabaja en Girona, optó por un traje clásico confeccionado en una prestigiosa sastrería de la ciudad catalana. «Dejé todo para el último momento y en abril me lo hice en esta sastrería con más de 50 años de experiencia. Yo pensaba que no iba a encontrar nada y me probé un traje que no me gustaba, pero resultó ser el look elegido. Si no me llega a decir para probármelo, no me lo hubiese puesto en ningún momento», ríe el experto en moda de lujo.

El traje, hecho a medida, de estilo british y en un marrón ahumado ligeramente satinado, se completa con un chaleco de cuadros en tonos tierra y unos elegantes zapatos lotus. En cuanto a los complementos, utilizó joyas personales junto a un reloj que perteneció a su abuelo y una pulsera de oro de su madre. Los invitados se sorprendieron, ya que no esperaban verlo con un estilo tan clásico.

El ordiziarra se «arriesgó más» y optó por una propuesta vanguardista diseñada por la firma Soia Bridal de Ordizia. Una creación única que fusionaba el tradicional traje de dantzaris guipuzcoanos con un look que Ioritz había visto en una MET Gala, que le sirvió de inspiración para la capa desmontable que llevaba. Un detalle que no pasaba desapercibido era el bordado de las palabras 'Zurekin batera', título de la canción del grupo de Rioja Alavesa En Tol Sarmiento, tan especial para la joven pareja. Además, Ioritz lució la pulsera de medallas de oro que perteneció a su tía, fallecida recientemente, para sentirla cerca en su gran día.

Desde primera hora de la mañana del 22 de junio, empezó el movimiento en el castillo con la llegada de la maquilladora Estibaliz Souto, quien fue la encargada de maquillar tanto a los novios como a los familiares. Mientras Ioritz se preparaba junto a sus padres en la habitación de estos, Iñigo compartió su preparativos junto a su madre y hermana en la suite María Luisa.

Rodeados por 125 invitados llegados de todos los rincones del mundo, Iñigo e Ioritz celebraron su unión en una ceremonia meticulosamente organizada por la 'wedding planner' y amiga de la pareja, Con Mi Marimorena Eventos. El entorno estaba adornado con un imponente arco de paniculata y rosas blancas y un pasillo, con una alfombra de pétalos de rosas blancas, guiaba hacia un altar romántico. «Salió todo estupendo. No faltó detalle en el comedor, fuera, en el patio», afirma el vizcaíno sobre el trabajo de su amiga.

Llegó el momento de la ceremonia. Ioritz entró primero con su madre y un ramo de tres calas que se las entregó a su sobrino de 4 años cuando llegó al altar para que las colocara en un córner muy especial. «Este rincón homenajeaba a las personas que no podían estar con nosotros», cuenta Iñigo.

Comenzó a sonar la canción 'Me quedo contigo', de Los Chunguitos e interpretada por Rosalia, dando pie a la entrada de Iñigo. Con paso decidido y su ramo de cinco rosas blancas creado por la floristería Mil Rosas de Bilbao, Iñigo avanzó hacia el altar donde le esperaba el ordiziarra, mientras su madre, con un vestido verde lima de Alicia Rueda, le susurraba «vete más despacio». «Le vi a Ioritz tan emocionado. Le miré a la cara, él me miró. Fue un momento muy bonito», recuerda Iñigo. En ese instante, toda la tensión y los nervios se disiparon, dejando espacio para la emoción y la alegría. Flores secas y pétalos blancos de paniculata se esparcieron por el camino de los recién casados. Además, Ioritz realizó el aurresku de rigor emocionando a Iñigo.

«Nosotros somos muy de cuentos», confiesa el bilbaíno. Por esa razón, para la decoración se inspiraron en cuentos clásicos de toda la vida como 'Los tres cerditos' o 'Blancanieves'. La paleta de colores, en azul marino y blanco roto, transportó a los invitados a un mundo de fantasía. Además, durante toda la celebración había diferentes espacios para crear un ambiente único: gilda toki, un cigar bar y un espectacular 'photocall' de rosas blancas añadieron un toque especial y divertido a la fiesta. Vasver Photographers y S. Sander Couples fueron los encargados de capturar cada uno de los momentos de las catorce horas repletas de inolvidables momentos, como el bingo que organizaron los novios para amenizar, todavía más, la celebración. «Todo el mundo jugo al bingo», afirma el bilbaíno.

Uno de los momentos más emotivos de la celebración fue, sin duda, el baile, que se convirtió en un tributo especial a sus abuelos. Los primeros en abrir la pista fueron los abuelos de Iñigo, llenos de vitalidad, quienes iniciaron el vals. Poco a poco, los recién casados y todos los invitados se unieron en la pista, marcando así el inicio de la fiesta. «Se sumó un montón de gente y todo el mundo se lo pasó súper bien», recuerda Iñigo.

Todavía sumergidos en la resaca emocional de su boda, siguen recibiendo mensajes de sus invitados agradeciéndoles haberles hecho partícipes de este momento tan especial. «Pagaría por vivir esta boda mañana de nuevo», confiesa Iñigo, reflejando la profunda huella emocional que dejó este día tan memorable en ellos. Así, la historia de estos dos jóvenes es el ejemplo perfecto de que en la era digital las conexiones especiales existen.

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