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«Mucha gente se piensa que somos andaluzas», reconocen las chicas de Triana By C. Y es que bautizar a una firma con el nombre de uno de los barrios más tradicionales de Sevilla puede dar lugar a equívocos, pero nada más lejos de la realidad. Triana es el apellido de dos hermanas bilbaínas y emprendedoras que constituyen el alma de esta tienda de moda, situada en Rodríguez Arias número 39. Cristina es la mente creativa y Berta, pilota la parte empresarial. Ambas lideran un tándem perfecto que, lejos de inspirarse en la esencia sureña, plasman en la ropa lo mejor de la villa. Cada una de sus colecciones reivindican una mezcla de tradición y modernidad, emulando y fusionando aquel Bilbao de avenidas, paseos y edificios señoriales con la nueva ciudad, construida a golpe de arquitectura puntera a orillas del Nervión.
La tradición se hace patente en su forma de producción, ya que priorizan la confección con tejidos naturales y confían en los talleres locales para reducir el impacto medioambiental. «Para nosotras es muy importante trabajar bajo la filosofía de la sostenibilidad», asegura Cristina. Y para muestra, su colección cápsula de algodón orgánico que pretenden mantener temporada tras temporada. La tradición también se refleja en unas siluetas que realzan la figura femenina y no se rigen por las tendencias más irreverentes de las pasarelas. Su carácter atemporal las hace perfectamente válidas para seguir funcionando hoy, mañana y siempre. La modernidad, por su parte, se potencia gracias a la versatilidad de sus prendas, una máxima cada día más presente en la industria actual. La demanda de unas colecciones que se puedan reutilizar el máximo número de veces está a la orden del día. De este modo, Cristina y Berta quieren cubrir ese nicho de mercado, ideando piezas únicas y especiales con las que perfectamente puedes ir a una boda o a un evento de etiqueta y luego, volver a darles una nueva vida en cualquier situación cotidiana. «Por mi parte, me niego a gastar dinero en una prenda que no me pueda volver a poner», se reafirma Cristina.
Es probable que estas dos amantes del 'slow fashion' ni se imaginaran cuando empezaron, hace ya siete años, que sus diseños se venderían en distintas tiendas multimarca de España, Bélgica, Francia o Japón. Tiene más mérito si cabe remarcar que fueron unas valientes que se atrevieron a abrir un negocio propio «en la peor época de la historia de la economía». Ahora se ríen pero reconocen que «les costó arrancar el negocio de cero». Poco a poco, sus diseños se van colando en las editoriales de moda, van fidelizando clientes y, gracias al boca a boca y las redes sociales, están alcanzando su merecida repercusión. «Es gratificante que lo valoren», comparte Cristina, ahora de baja tras haber sido madre. Sin embargo, nos hace partícipes del esfuerzo que supone lanzar al mercado una iniciativa tan personal y todas las horas de esfuerzo que conlleva, con fines de semana incluidos, trabajando mano a mano con clientes y proveedores.
Pero como dicen, todo esfuerzo tiene su recompensa y ella es una mujer que siempre tuvo claro su objetivo. Comenzó a perseguir un sueño en el IED de Madrid, estudiando Diseño de Moda. Se puede decir que lo suyo ha sido un 'hobby' que se ha convertido en profesión. Recuerda cuando, con 15 años, hacía camisetas personalizadas y las vendía en mercadillos. Años más tarde, a la hora de elegir carrera, no lo dudó. Su hermana, sin embargo, es el polo opuesto pero indispensable a la hora de sacar adelante un negocio con éxito, ya que su fuerte es la parte económica, financiera y empresarial. Berta estudió Derecho Económico y ejerció como abogada en un bufete. Cristina, que siempre tuvo en mente crear su propia firma de moda (de ahí la coletilla 'By C', su inicial), se percató de que su hermana no estaba demasiado entusiasmada con su trabajo y «la insistió mucho» para que compartieran esta aventura juntas. Dicho y hecho.
Ahora trabajan codo con codo desde su oficina, siguen muy de cerca el trabajo que se realiza en los talleres externos que les confeccionan las prendas y se involucran personalmente en cada parte del proyecto. Tanto es así que, además, suelen frecuentar la tienda, un lugar que les enriquece y les parece indispensable para tener un 'feedback' directo con el cliente y conocer de primera mano sus necesidades. La nueva colección otoño-invierno ya está colgada en sus percheros y admiten que es una de las más especiales. «Hay unos looks súper potentes, sofisticados y muy femeninos». Aunque, sin duda, reconocen que tienen predilección por una pieza en concreto: el abrigo azul marino de terciopelo de seda. «En persona es más bonito todavía. Tiene ese brillo que lo hace especial y solo tocarlo es una pasada», aseguran. Además, también ofrecen joyitas, muchas hechas con piedras naturales, que son imprescindibles cada temporada.
A la hora de diseñar, Cristina presta especial atención a los colores que servirán de hilo conductor para plantear la colección. A partir de ahí, saca un 'moodboard' con imágenes y todas las tonalidades entorno a las cuales girará la historia. Aquí es cuando el pensamiento racional de Berta entra en juego, para dar luz verde o poner freno a las ideas que plantea su hermana. «En esto nos compensamos muy bien», admiten. Siempre que pueden, intentan que sus estampados sean únicos al 100 %, para ofrecer ese punto de diferenciación a unas clientas que disfrutan con la moda y que «prefieren tener una prenda especial que tres que no son exclusivas y las puede llevar todo el mundo», aseguran. Y es que, sus seguidoras más fieles tienen una media de edad entre los 25 y los 55, aunque «tenemos también señoras de 90 y chicas de 15», puntualizan. Además, últimamente, han ganado unas adeptas muy especiales: las novias.
Todo comenzó cuando una amiga de Cristina confió en sus manos para confeccionar uno de los vestidos más importantes de su vida, el del día de su boda. El resultado generó tanta expectación que el 'boca a boca' hizo el resto. Lo que comenzó siendo algo puntual, ha acabado en la llegada de otras futuras novias a su atelier, pidiendo vestidos donde se vea reflejado el universo de Triana By C. «Es mucha responsabilidad, pero hacemos 100 pruebas si hace falta hasta que la clienta esté feliz con su vestido de novia». Aunque aún no han explotado esta faceta a nivel comercial, tampoco se cierran puertas. De momento, solo esperan «trabajar, trabajar y trabajar» para que su esfuerzo siga dando sus frutos.
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