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Siendo una niña, arrancó las cortinas de casa y con ellas confeccionó todos los vestidos de la protagonista de 'Titanic'. «Después tuve un accidente de coche y estuve en casa sin poder salir. Para entretenerme hacía vídeos y videoclips con amigas en los que diseñaba ... todo el vestuario», comenta entre risas Nerea Torrijos . Lo que comenzó como un juego, una simple distracción para ahogar el aburrimiento, acabó convirtiéndose en su modo de vida. Los trajes de época, la caracterización de demonios de la película 'Errementari' y la atmósfera setentera de 'Vitoria, 3 de marzo' son obra suya.
Esta bilbaína de 33 años, estudió moda y era personal shopper antes de verse envuelta en el mundo del cine. «Una amiga me dijo que buscaban a una diseñadora de vestuario para un corto y después vino otro y otro...», explica. Ahora su vida tiene un ritmo frenético, de grabación en grabación, a caballo entre Bilbao, Vitoria y Madrid. «Llevo ocho años en el mundo del cine y he trabajado en seis películas. Hasta el momento, 'Errementari' ha sido la más importante», reconoce.
Llegar hasta aquí no ha sido fácil. Su primera película se rodó en un polígono de Olabeaga: «Se llamó 'La noche del virgen' y era una cinta muy gamberra con sangre, vómito...», recuerda. Poco a poco fue haciendo contactos en el mundo del cine, mientras grababa cortos y videoclips. «El mundo del cine es un trabajo muy de fondo, de trabajar gratis muchas veces», reconoce. También hizo el vestuario de la película 'Sumendia', en la que actuó Emma Suárez y que grabaron entre Bilbao y Grecia. Conoció a Paul Urkijo, que después concebiría la película 'Errementari', mientras trabajaba en un spot publicitario hace ahora siete años: «confió en mí porque sabía que trabajaba bien».
El director vasco estudió Bellas Artes y ya tenía preconcebida una línea estética para los personajes: los colores, las texturas… «Eso facilitó mucho el trabajo, pero también me limitó un poco. Al final intentaba venderle las ideas que creía que iban a mejorar la película», agrega Nerea Torrijos.
El trabajo de documentación para elaborar el vestuario de 'Errementari' duró meses. «Recorrí bibliotecas, museos de indumentaria vasca... Estamos hablando de una cinta ambientada en el siglo XIX, una época que no conoces». Para lograr el máximo realismo posible contó con la ayuda de un historiador y en la parte que tiene lugar en la segunda Guerra Carlista trabajó con un maestro armero para reproducir fielmente todas las armas.
Lo primero fue diseñar a los dos personajes principales: Usue y Patxi. Después pensaron y confeccionaron gran parte del vestuario, «una parte era alquilada y hubo que adaptarla para que pareciera vieja y usada». De todo ello se encargaron Nerea y su equipo, formado por otras dos personas, durante mes y medio. «El mayor reto de 'Errementari' fue lograr un vestuario realista con pocos medios, que la textura en plano diera la sensación de estar en el siglo XIX», destaca.
Finalmente el resultado mereció la pena: una atmósfera gótica que envuelve al espectador. «Me quedé muy contenta con el resultado, aunque siempre hay detalles que mejoraría. ¿Echó de menos una nominación a los Goya? «En maquillaje y peluquería y a mejor director novel. Solo los grandes directores se atreven con el género fantástico y en maquillaje trabajamos con un protésico integral para Eneko Sagardoy», destaca. En 'Vitoria, 3 de marzo' contó con un equipo de doce personas. «Lo malo es que había que vestir a 800 figurantes además de una forma muy fiel al momento histórico».
El momento crucial de cualquier película es la lectura del guión: «Nos juntamos todos los departamentos y puede durar hasta 10 horas». De ahí salen los primeros dibujos y bocetos que darán forma al vestuario. «Ahí es donde vas mirando la cantidad de trajes y el presupuesto que vas a necesitar», apunta. Aunque casi siempre acaban obrando milagros: «Nunca tienes el dinero que necesitas».
Antes de comenzar el rodaje hay muchas variables a tener en cuenta: si se rueda en exteriores, la lluvia hace más pesada la ropa; la luz puede alterar las tonalidades de los tejidos; si hay una explosión los trajes se tienen que dañar y teñir con sangre falsa; y un largo etcétera. «Incluso antes de empezar a grabar tenemos que tener en mente todo esto, además de los problemas que puedan surgir». Con todo, se trata de un trabajo que el público suele apreciar: «Cuando ves una película ambiciosa, además de época, el público demanda calidad y lo valora», destaca.
Su próximo proyecto está ambientado en el año 1600, «un reto de color, texturas y tocados», detalla. A pesar de sumergirse en grandes producciones, Nerea Torrijos trata de continuar haciendo cortos de bajo presupuesto. «Hay mucha gente que está empezando y tiene la ilusión, pero no los medios. Hay que apoyarles».
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