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La alopecia casi siempre ha sido una cosa de hombres. Se hablaba (y se sigue hablando) mayoritariamente de calvos, pero muy pocas veces, o las menos, de calvas. De hecho, la industria de la belleza tiene en su punto de mira preferentemente a la población ... masculina con la promoción de intervenciones dirigidas a corregir o frenar la caída del cabello. Sin embargo, la pérdida de pelo afecta a cada vez más mujeres. La polución ambiental y el estrés han provocado un «elevado y preocupante» aumento de casos, según la estilista bilbaína Yolanda Aberasturi. No obstante, advierten los expertos, el miedo a un trasplante, el desconocimiento o la creencia de que la caída de pelo sigue siendo solo «un problema de hombres» hace que el número de mujeres que se ponen en tratamiento sea todavía «muy bajo», pese a no dejar de crecer.
La alopecia femenina, aunque en un principio pueda parecer similar a la masculina, tiene notables diferencias, «tanto en causas como en desarrollo», argumenta Carlos Portinha, responsable de Insparya, firma especializada en trasplantes capilares. «Mientras los hombres habitualmente pierden el cabello en la zona de las entradas y la coronilla, las mujeres sufren una pérdida más difusa en el área superior y normalmente mantienen la línea frontal».
Es una alopecia que tiene su origen «en la genética y en la androgenética», subraya Portinha. Está influenciada por la genética heredada de padres y madres, «pero también tiene una justificación hormonal. Las mujeres tienen un predominio de estrógenos que se pierden precisamente al llegar a la menopausia. Es entonces cuando empiezan a predominar las hormonas masculinas, la testosterona», razona.
No es que a partir de la menopausia las mujeres produzcan más testosterona, sino que, al bajar el nivel de estrógenos, «el porcentaje comienza a variar en favor de las hormonas masculinas». Esta circunstancia explica, según el experto, que «las mujeres empiecen a perder el cabello más tarde que los hombres». Si bien este desequilibrio hormonal se suele dar en la población femenina a una edad más avanzada, hay alopecias que afectan tanto a hombres como mujeres.
Es la areata y hace que el cabello se caiga a mechones. La han sufrido famosas como Carolina de Mónaco, de la que se recuperó, pero a la que se le han vuelto a ver en ocasiones calvas circulares justo por encima de la nuca. Porque la calvicie castiga a todo tipo de mujeres. Tampoco se ha librado la actriz Keira Knightley, que ha usado durante cinco años pelucas de lo debilitado que tenía el pelo de tanto cambio por sus compromisos cinematográficos, tras achacar a unos tintes la caída del cabello de forma descontrolada. Naomi Campbell también está pagando las consecuencias por haber abusado de las extensiones, Kristen Stewart suele llevar el pelo corto para disimular su escasa densidad capilar y Lady Gaga tira a menudo de sombreros para, entre otras cosas, tapar el desgaste de los efectos ocasionados igualmente por los tintes.
Victoria Beckham ha recurrido en muchas ocasiones a las extensiones para ocultar su pelo, débil y bastante escaso. Igual que Kate Bosworth, que evita los recogidos demasiado tirantes. La alopecia no respeta edades. Pese a su juventud, Ariana Grande luce varias calvas en la parte superior de la cabeza y teme que, si coloca su cabello de otra manera, se vayan a notar. La modelo Tyra Banks también confesó padecer alopecia por culpa del estrés y la mujer de Will Smith, Jada Pinket, tiro de ironía para explicar sus problemas: «Dios le quita muchas cosas a la gente y a mí me quita el pelo, ya está». La Lista es interminable. La joven cantante británica Jesy Nelson confesó padecer alopecia areata y reconoció que en el colegio todos sus compañeros se mofaban de ella por este motivo.
«Cuando hay mucho estrés hay una bajada en el sistema inmunitario que puede provocar que aparezcan calvas localizadas en las que se pierde de manera súbita todo el cabello», explica Carlos Portinha. En cambio, la alopecia fibrosante cicatrizal frontal está más ligada a las mujeres. En este caso la caída del cabello evoluciona como una diadema, «avanzando desde las orejas de modo lineal haciendo que el pelo retroceda de manera continuada». Afecta principalmente a mujeres postmenopáusicas.
No se sabe muy bien por qué, aunque se sospecha que puede tener un origen «autoinmune». Es el único tipo de alopecia para el que no se recomienda trasplante, ya que al no tener nada que ver con la genética «la enfermedad puede atacar de nuevo al cabello trasplantado. No obstante, si la mujer sufre con la caída del pelo, le podemos trasplantar unidades foliculares de las que nacerá cabello propiciando que, al menos durante unos años, vayan a sufrir menos con esta enfermedad»
Hay distintos tipos de tratamiento, pero Portinha lo tiene claro: «Cuanto antes empecemos a tratar la enfermedad, mejor. Si los hombres sufren con su alopecia, en el caso de las mujeres este sufrimiento se incrementa exponencialmente. Además, puede suponer el comienzo de un círculo vicioso en el que la alopecia genera ansiedad y esa misma ansiedad provoca de alopecia».
Pese a ser la única alternativa, muchas mujeres suelen ser reacias a los trasplantes capilares por motivos estéticos y negarse a raparse por completo la cabeza. «Si bien es cierto que cuando se trabaja sobre una cabeza rapada el proceso es más rápido y se pueden trasplantar un mayor número de unidades foliculares, cuando no se corta el cabello se puede trabajar también obteniendo dos o tres tiras de las zonas donantes que luego se puedan disimular cubriendo con cabello de arriba». Al aspecto físico se suman también las preocupaciones sobre el posible dolor del proceso y el postoperatorio. Los médicos calculan el tiempo de recuperación en 3 o 4 días. «La zona queda cicatrizada sin ningún tipo de marcas en la zona», argumenta Portinha, que destaca que España es el segundo país del mundo en el que más personas sufren alopecia. «Hoy en día volver a tener pelo o el cabello soñado está al alcance de todos», garantiza. Que se lo pregunten si no a celebrities como Irina Shayk, Sara Sampaio, Kate Bosworth, Kristin Davis, la entrañable Charlotte de 'Sexo en Nueva York', o Viola Davis. Que de tanto alisados y moños asfixiaron su pelo, aunque ahora su cuero cabelludo vuelve a respirar.
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