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El azar es muy poderoso en la moda. Muchas 'top models' han sido fichadas por los 'scouts' en plena calle. Fue el caso de las icónicas Kate Moss, descubierta haciendo cola en el aeropuerto de Las Bahamas; o Gisele Bündchen, que se estaba comiendo ... una hamburguesa en el 'Burger King' cuando alguien reparó en su belleza. Pero aquellos tiempos se acabaron, ya que las redes sociales se han convertido hoy en día en el gran vivero de maniquíes. Sin ir más lejos, Facebook le notificó a Sheila Feijoo, hace seis años, que la agencia bilbaína SF40 la había fichado para que realizase trabajos como modelo. «Es una joven muy fotogénica», destaca Andrea Donati, director de la agencia.
Hace tiempo que este método de búsqueda es una realidad en un mundo caracterizado por la tecnología y su sobreabundancia. «En un principio, no me fiaba mucho porque nunca me habían propuesto algo parecido. Pero tras conocer al equipo, decidí aceptar la oferta. De hecho, he crecido con ellos profesionalmente hablando», cuenta. Se trataba de un mundo totalmente desconocido para esta getxotarra de 26 años: «Para mí, había pasado desapercibido toda la vida. De niña quería ser veterinaria o arqueóloga y, años después, arquitecta». Tras unos meses en la agencia, esta joven de pómulos cincelados, cejas poderosas y rasgos dibujados con precisión, dio sus primeros pasos en la moda, sin experiencia, ni preparación, pero con curiosidad por descubrir un mundo hasta entonces desconocido para ella. «Mi primera campaña fue para Forum Sport. Llegué a la sesión llena de inseguridades. No me lo podía creer, había comprado toda la vida en esa tienda y ahora iba a aparecer en su catálogo», recuerda.
Tras seis años en la moda y protagonizar numerosas campañas, Feijoo ha desarrollado la seguridad y el desparpajo necesarios para atraer a la cámara. «Aunque no lo parezca, soy una persona muy tímida y vergonzosa. En mi grupo de amigas, era yo la que hacía las fotos, no te digo más. Solo que ahora en los 'shootings' me transformo, pienso que estoy sola y me meto en mi propia burbuja. En verdad, me gustaría ser como soy frente a la cámara», cuenta sonriente. De hecho, trabajar como modelo le ha hecho madurar y reunir el valor necesario para atreverse a hacer cosas que nunca se hubiera imaginado, como viajar sola. «Me aterraba, pero ahora hasta lo disfruto. Trabajo y luego tengo unas horas para descubrir los rincones de la localidad en la que ha tenido lugar la sesión. Mis padres nunca me han podido acompañar porque ellos tienen sus trabajos y sus quehaceres». indica. Desde que decidió hace dos años 'volar por libre' y convertirse en modelo 'freelance', sin ninguna agencia que la represente, también ha aprendido a tratar con las firmas y negociar términos. «No me ha quedado otra», añade.
Los 'shootings' que protagoniza le han llevado a enclaves privilegiados de Italia, Alemania o Francia. «Pero todavía no he cruzado el charco», reconoce. Por el momento, sus viajes siempre tienen billete de vuelta a Bizkaia. «Hace tiempo sí que me planteé vivir en el extrajero para labrarme una trayectoria como modelo mientras estudiaba, pero por temas familiares, no pudo ser. Ahora, no descarto trasladarme a otra ciudad del mundo para abrirme paso en la moda, pero siempre conciliándolo con un segundo trabajo. Dedicarse exlusivamente a ser modelo es muy complicado», cuenta. Aún así no se puede quejar, hoy trabaja en el equipo de manager de la tienda Hollister del Centro Comercial Artea, mientras protagoniza sesiones de fotos para firmas naciones e internacionales. «Últimamente me salen trabajos como modelo casi todas las semanas», indica. En un futuro, le gustaría ganarse la vida como técnico delineante y proyectista. «Es lo que he estudiado. Desde bien pequeñita me tumbaba en el suelo a hacer mis propios planos», recuerda con nostalgia.
Desde que despegara en el sector de la moda, ha protagonizado campañas de firmas referentes, como El Corte Inglés o Tipi Tent, la marca que fundaron en 2015 los 'infuencers' María Pombo, su hermana Marta y Luis Giménez. «Este año me he ido con ellos y con otros modelos a Cadaqués para hacer las fotos de la campaña de verano. Trabajar con ellos es increíble», indica. Sus pasos en este mundillo no se limitan a sus poses frente a la cámara, ya que en una ocasión se subió a la pasarela para un desfile de la firma vizcaína SKFK. «Después de haber vivido la experiencia, puedo decir que me quedo con las sesiones de fotos. El ritmo de las pasarelas es frenético y agobiante, todo está muy concentrado, los cambios son complicados y es en directo. Y aunque me encantara, no podría dedicarme a ello profesionalmente, ya que no cumplo la altura mínima que le requieren a las mujeres, 1,72 metros. No soy bajita, pero mido 1,68», admite.
Para Sheila, lo mejor de ser modelo es conocer a gente maravillosa que «te facilita mucho el trabajo y descubrir nuevas firmas». Pero no todo es coser y cantar: «Se pasa frío cuando estás haciendo una sesión de fotos para verano en pleno mes de marzo». Y hay otro inconveniente: sonreír frente a la cámara cuando no se tienen ánimos. «Una vez, tuve una sesión durante una temporada horrible en la que había perdido a varios seres queridos. No tenía fuerzas para sonreír, pero lo hice. Porque hay una firma detrás que apuesta por ti y espera que des lo mejor, a pesar de que no estés en tu mejor momento», desvela.
Sheila considera que para hacerse un hueco en esta industria, no es esencial tener una 'cara bonita'. «Estos últimos años los estándares estéticos se están rompiendo en pedazos. Ya no es cuestión de ser guapo o feo, sino que hay que trasmitir algo o tener un rasgo especial que te diferencie», cuenta. Para ella, lo importante está «en el interior»: «en ser uno mismo, en esforzarse y ser humilde». «De hecho, durante años me ha costado mucho decir que trabajaba como modelo porque no me gusta llamar la atención», reconoce. A lo largo de su trayectoria, le han sacado parecidos a la mismísima María Pombo o a la modelo californiana Rocky Barnes. «Para mí es un honor», admite. La 'top model' Gisele Bündchen es su referente y un ejemplo a seguir: «Considero que su carrera ha sido impecable. Además, me gusta que se haya involucrado en el mundo activista y ecologista. Y es una mujer emprendedora, ya que lanzó una firma de lencería», apunta.
Para Sheila, la moda es una forma de expresión: «A través de la ropa que me pongo muestro una parte de mí, pero no estoy pendiente de las tendencias». No renuncia a ponerse un vestido y tacones cuando la ocasión lo merece, pero generalmente opta por vestirse con pantalones de chándal anchos y crop tops. «Las camisas 'oversize' también me encantan», precisa. Y las deportivas con plataforma son su calzado por excelencia.
Su trabajo como modelo se lo requiere, así que trata de cuidarse en todos los sentidos. Sigue una rutina muy sencilla para poner la piel de su rostro a punto: «Me limpio la cara dos veces al día, mañana y noche, y luego me aplico una crema hidratante; no hay más. A partir de ahí, estoy perdida», admite entre risas. El deporte es una parte fundamental en su vida. Va al gimnasio 3 o 4 veces a la semana: «Hago bici o corro porque me ayuda a desconectar», admite. También adora ir a patinar por el paseo de Ereaga, que llega hasta el Puente Colgante. «Es una actividad que practico desde pequeña, mis padres me apuntaron a clases de patinaje artístico yllegué a estar en la selección de Euskadi», cuenta. El surf también le apasiona: «Me puedo pasar todo el verano en el agua». En cuanto a la alimentación, asegura que come «de todo». «Fui vegetariana durante seis años, solo que lo tuve que dejar por una anemia. Adoro las verduras y los zumos de frutas naturales», cuenta.
En 2016, a raíz de sus inicios en la industria de la moda, Feijoo se abrió una cuenta de Instagram, donde comenzó a compartir sus trabajos como modelo. «Y fíjate que estaba en contra», cuenta entre risas. El año pasado, tras la campaña de Tipi Tent, el número de sus fieles en esta red social se fue disparando, hasta alcanzar actualmente los 10.000 seguidores, lo que le ha permitido colaborar con diferentes firmas, como Hawaiian Tropic o Styling. Sabe que ser un rostro público en la red también tiene una parte amarga: «Pese a que la mayoría de los mensajes de los usuarios son positivos, siempre hay algún 'hater' que me critica. Antes me afectaba, pero ya me entra por un oído y me sale por el otro». Prefiere quedarse con todo el amor que le da su legión de seguidores y con la oportunidad que le brindan las marcas de ser su imagen. Entre sus planes, está fundar su propia firma de moda, como ya lo han hecho otras 'influencers'. Y también le gustaría aportar su granito de arena ayudando a diferentes asociaciones para contribuir a crear un mundo mejor. Mientras tanto, las marcas de moda seguirán confiando en esta modelo vizcaína de tez morena, melena rubia y ojos color miel que considera que lo mejor siempre es aquello que no se ve.
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