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El último proyecto de la diseñadora vitoriana María Clé avanza a muy buen ritmo y pronto serán visibles los primeros resultados. Hace casi un año, la modista contaba a EL CORREO que había comenzado a trabajar en una idea pionera para poner en valor la denostada lana de oveja latxa. El objetivo era dar con un tejido que permitiera comercializarla y darle así salida. De esta manera saldrían beneficiados los ganaderos y el medio ambiente, ya que el material para fabricar prendas sería local y completamente sostenible. Pues bien, tras meses de pruebas y numerosas combinaciones, María Clé ha dado con el tejido ideal que servirá de base para confeccionar una colección de lo más original.
«Dar con el tejido ha costado muchísimo. Al final lo hemos conseguido y está compuesto en un 55% por lana de oveja latxa y el resto con fibras naturales y sintéticas recicladas», explica la diseñadora. Esta combinación aporta la estructura y el tacto adecuado para que el material pueda ser utilizado a nivel industrial en cualquier diseño de moda. «Hemos estado en contacto con varias empresas durante esta búsqueda y finalmente la elegida ha sido una catalana. Son pocas las empresas que se dedican a la hiladura y tejeduría ya que la mayoría se han llevado al extranjero».
En este proyecto, la vitoriana trabaja de la mano de de la cooperativa Latxa Esnea, Neiker y Urkome (asociación de Desarrollo Rural de Urola Kosta). Debido a la pandemia y a las restricciones, todas reuniones han tenido que ser vía 'online' y el proceso de pruebas se ha ralentizado. Sin embargo, los resultados ya están sobre la mesa y el tejido llegará a finales de este mes a Vitoria. «Hay momentos en los que pensábamos que no lo conseguiríamos», reconoce María Clé, que recientemente se ha convertido en mamá del pequeño Luca.
Durante estos meses, en paralelo a la búsqueda del tejido, ha ido dibujando los bocetos de la colección que será presentada en el mes de septiembre. Serán prendas de abrigo, de estilo minimalista y atemporales.
«Muy en la línea de lo que estaba diseñando antes. Serán unisex, con detalles de sastrería antigua y toques actuales. Un equilibrio entre el pasado y el presente», avanza la modista. Todas serán prendas exteriores y el proceso lo más sostenible posible, reduciendo etiquetas y otros elementos prescindibles.
El próximo paso, a partir de septiembre, será comenzar con la confección a mayor escala. La propia María Clé coserá las primeras unidades y las demás se harán en talleres del País Vasco o alrededores. Pero los impulsores del proyecto quieren ir más allá. «Sería interesante que pudiéramos hacer alguna colaboración con otros diseñadores para crear no solo prendas sino también complementos, por ejemplo en marroquinería. El tejido también se podría usar para decoración del hogar como mantas, cojines...».
En la antigüedad, la de oveja latxa era conocida como «lana colchonera» por su utilidad como relleno. Sin embargo, con el paso del tiempo los ovinos se fueron destinando más a la producción láctea y su lana se ha ido haciendo cada vez más áspera. Ya lo indica su propio nombre, y es que 'latxa' en euskera significa 'basta' o 'burda'. Esta característica ha complicado su tratamiento para dar con el tejido idóneo.
Un residuo
Para los ganaderos supone un problema más que otra cosa, y es que desde hace años se ha convertido en «un residuo que requiere una gestión anual y únicamente genera gastos al ganadero como son el esquile, ensacado, almacenamiento, recogida y gestión final», explican desde Latxa Esnea. Así lleva siendo desde 2016, cuando se instauró la prohibición de venderla.
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