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Hubo un tiempo, no hace tanto, que Bilbao estaba copada por firmas de lujo. En 2008 llegó ese gran transatlántico llamado Louis Vuitton. Bilbao tocó el cielo, pero solo aguantó cinco años. Recaló en 2008 y se fue en 2013, pese a los infructuosos intentos ... del alcalde Iñaki Azkuna por evitarlo. El mandatario municipal envió al presidente de la compañía, Bernard Arnault, el hombre más rico de Francia, una nota en la que le invitaba a meditar su decisión, al tiempo que le pedía posponer, cuando menos, su marcha. Sin embargo, Louis Vuitton terminó haciendo las maletas, la esencia primigenia del multimillonario negocio galo.
La misma decisión han tomado Donna Karan, en el mejor momento de la marca neoyorquina, La Perla, la firma de ropa interior más exclusiva, Ermenegildo Zegna, Gucci, Hugo Boss... Hasta la histórica Loewe desapareció de la escena urbana. La última en tomar las de Villadiego ha sido Michael Kors. De menor nivel, Diesel, que hoy tiene un amplio muestrario que incluye enseñas como Maison Martin Margiela, tampoco se lo pensó mucho tras revisar la cuenta de resultados.
Ya no ha problemas porque no queda ninguna. Los últimos grandes referentes de este segmento son locales: la Joyería Suárez, Veritas, Persuade e Idrisi. Bilbao, definitivamente, no parece ser una ciudad para el lujo. Pero ¿por qué?
¿Por qué, más allá de Madrid y Barcelona, urbes como Valencia, Palma de Mallorca, Sevilla y Valencia le han comido la tostada a la capital vizcaína en este terreno? La capital levantina, por ejemplo, posee tiendas de Loewe, Louis Vuitton y Salvatore Ferragamo en su principal referente. Palma de Mallorca, en el eje del paseo del Borne, hace hueco también a Louis Vuitton, Hugo Boss y Rolex, mientras que Sevilla acogió hace poco más de dos años la apertura del Palazzo Belli, que vende prendas de Dolce&Gabbana, Alexander McQueen, Lanvin y Off-White. Nada que ver con Bilbao, que ha entregado su principal arteria al imperio de Inditex y Primark. Lefties, la enseña más barata de Amancio Ortega, ocupa uno de los principales edificios.
Ya no ha problemas porque no queda ninguna. Los últimos grandes referentes de este segmento son locales: la Joyería Suárez, Veritas, Persuade e Idrisi. Bilbao, definitivamente, no parece ser una ciudad para el lujo. Pero ¿por qué?
¿Por qué, más allá de Madrid y Barcelona, urbes como Valencia, Palma de Mallorca, Sevilla y Valencia le han comido la tostada a la capital vizcaína en este terreno? La capital levantina, por ejemplo, posee tiendas de Loewe, Louis Vuitton y Salvatore Ferragamo en su principal referente. Palma de Mallorca, en el eje del paseo del Borne, hace hueco también a Louis Vuitton, Hugo Boss y Rolex, mientras que Sevilla acogió hace poco más de dos años la apertura del Palazzo Belli, que vende prendas de Dolce&Gabbana, Alexander McQueen, Lanvin y Off-White. Nada que ver con Bilbao, que ha entregado su principal arteria al imperio de Inditex y Primark. Lefties, la enseña más barata de Amancio Ortega, ocupa uno de los principales edificios
Establecimientos baratos que convierten a Bilbao en una ciudad vulgar, desde el punto de vista de la moda. Nunca había tocado fondo tan bajo. En numerosas conversaciones se escucha la misma cantinela: 'Ni os imagináis la cantidad de gente que baja a comprar a Madrid' (y también a Barcelona). ¿Por qué no lo hacía aquí? Pues, entre otras cosas, porque muchas clientas se cuidaban muy mucho en tiempos de Loewe de salir con bolsas de la tienda. No fuera ser que las acusaran de consumir lujo. Esto se oía cuando la gran Inés Miján dirigía la tienda.
Qué tiempos aquellos cuando la empresaria Begoña Aguirre colgaba en los escaparates de su boutique de Maqués del Puerto colecciones del genial Yves Saint Laurent. Ese tramo de calle lo protagonizan hoy Ese o Ese, El Ganso y American Vintage. Todo está dicho. Nada es lo que fue.
¿Por qué? A la gente joven le interesa «la ropa de usar y tirar» y los mayores redirigen el gasto más al ocio y a la restauración que al consumo de ropa. Se prioriza más la funcionalidad que la calidad. ¿Qué queda de aquel Bilbao que se pavoneaba de ser una de las ciudades más elegantes?
Quizás el Ayuntamiento tenga algo que decir. A saber por qué enfila a las hordas de turistas que llegan a la villa hacia el Casco Viejo en busca de pintxos y se olvida, por ejemplo, de establecer rutas de shopping con las que otras ciudades obtiene grandes ingresos. Pero poco se puede esperar de una villa que ve pasear a los turistas con las manos en los bolsillos y casi todas las tiendas cerradas en jornadas festivas. Quizá eso explique también que locales abiertos en San Sebastián bajaran la persiana a las primeras complicaciones. Esta sucesión de cierres confirman que Bilbao quizá prometa más de lo que finalmente ofrece, aunque no hace tanto los reyes eméritos acudían a Veritas a comprar ropa a sus hijos.
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