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El universo de Lyzard se caracteriza por formas abstractas, orgánicas y muy coloridas. Lucas Avila, de 22 años y conocido como Lyzard, estudió Ingeniería en Diseño Industrial en la Universidad de Deusto y se especializó en diseño sostenible, pero su pasión por la moda y ... el dibujo le caracterizan en las redes sociales. En sus primeros años de carrera, abrió un perfil en Instagram para compartir sus creaciones, donde sus más de 2.600 seguidores pueden encontrar dibujos, tatuajes, ropa customizada e incluso piezas confeccionadas por él mismo. «Mi talento es dibujar y pintar, no importa si es sobre un lienzo, en ropa o en piel», afirma Lucas. Este joven, que empezó dibujando en lienzos, no ha parado de buscar nuevas formas de expresar su arte y ha evolucionado hasta terminar tiñendo las cabezas rapadas de la villa con los diseños más originales y coloridos.
A este artista el mundo de la peluquería le vino de imprevisto, un día navegando por internet se encontró la foto de un chico que tenía el pelo teñido con colores llamativos y lo primero que quiso fue hacer algo parecido. Sin pensárselo, bajó al supermercado a comprar un decolorante y probar a representar la piel del leopardo en su propia cabeza. «Era la primera vez que hacía algo así. Nunca había teñido, ni a mí ni a nadie. ¡Ni siquiera había visto cómo se teñía!», cuenta Lucas. Cogió el decolorante, leyó las instrucciones y, jugando con los tiempos de exposición del producto, sacó diferentes tonos de marrón para simular la piel del leopardo. El artista asegura que le salió como se lo había imaginado y no ha vuelto a tener el pelo natural desde entonces. A partir de ese día tiñe a sus clientes en su casa de Getxo.
Hace dos años que empezó a teñir y entre sus diseños destacan los dibujos surrealistas, formas abstractas y, sobre todo, colores vivos. Su inspiración viene de la naturaleza y los animales, pero también de aquellas formas que tengan coherencia y «se puedan fusionar con la cabeza y su movimiento». «Mi proceso creativo siempre empieza por pensar y estrujarme la cabeza para decidir cómo quiero que se sienta lo que hago. Si quiero que sea algo agresivo, orgánico… No suelo mirar muchas referencias y me gusta empezar partiendo de la sensación, sin tener una idea muy marcada, así al materializarla puede ir evolucionando», afirma Lucas.
Hasta la fecha solo ha trabajado con cabezas rapadas y confiesa que el ingrediente secreto para crear dibujos bonitos y estéticos es saber pintar y manejar el cabello. «Hay que tener en cuenta que una cabeza es tridimensional y es importante entender cómo va a crecer el pelo y sus direcciones. Así se puede mantener el dibujo nítido el mayor tiempo posible», aclara. El proceso que sigue el artista a la hora de teñir es rapar el pelo -la longitud depende del diseño final y su efecto-, aplicar el decolorante y el matizante, para que no queden subtonos naranjas y estropeen el color final; y por último, con un pincel pinta el cabello con diferentes tintes de colores. En función de la dificultad del dibujo y su tamaño, el proceso puede durar entre dos a cuatro horas. «Realmente es algo bastante sencillo, pero estéticamente es muy llamativo y con mucha personalidad», asegura.
Los clientes llegan hasta este artista gracias al boca a boca y a las redes sociales. Lucas ha demostrado que no hay superficie que se le resista y ya está en contacto con una peluquería bilbaína para profesionalizar su técnica y trabajar con ellos. «Tenemos varios proyectos en mente y la idea es ver más melenas en mis futuros trabajos», adelanta orgulloso.
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