Corría el año 2002 cuando se inauguró en Bilbao el Gran Hotel Domine, un proyecto de interiorismo realizado íntegramente por Javier Mariscal. Ese edificio que posaba su mirada sobre el museo Guggenheim, ayudaba a consolidar a nivel internacional el nuevo carácter cosmopolita que ya envolvía ... la villa. Un despliegue de glamour que contó con Sofía Loren como madrina de excepción en una gala celebrada en el Palacio Euskalduna. Asistieron unos 2.000 privilegiados que aún hoy recuerdan nítidamente las actuaciones estelares de Diana Ross y Ainhoa Arteta. Estas dos divas de la canción y la estrella italiana del celuloide también recordarán a Bilbao, y no solo por esa noche mágica, sino por el regalo inédito con el que les obsequió Azkuna, alcalde de la villa por aquel entonces.
Publicidad
Eran unos pañuelos de seda hechos a mano por Marta Larrañaga, una artista que pasó de pintar cuadros a plasmar sus creaciones en formato 'accesorio'. Esta donostiarra afincada en Bilbao desde hace más de veinte años, lleva esas mismas dos décadas dedicándose a pintar pañuelos y paraguas. Una minuciosa técnica en la que se inició por curiosidad, pero que llegó a acaparar la atención de Javier Riaño, el que fuera director de BilbaoArte entre 1996 y 2010. «Él regaló a las autoridades mis creaciones cuando se inauguró la Fundación. A raíz de aquello me salieron nuevos proyectos». Su éxito fue tal que el Museo Guggenheimy el Bellas Artes de Bilbao llamaron a su puerta y comenzaron a hacerle encargos para vender en sus tiendas.
Desde entonces, Iñaki Azkuna y más tarde Juan Mari Aburto empezaron a obsequiar a las celebridades que visitaban Bilbao con sus creaciones. Incluso, el Lehendakari llegó a comprar varios para regalar en un viaje que hizo a Sudamérica. «Son piezas de autor hechas a mano en Bizkaia, no son de ninguna marca y todas son diferentes entre sí. Es un detalle original».
La reina Letizia o Concha Velasco son otras de las afortunadas que atesoran varios de ellos en su vestidor. Así lo comprobamos el pasado mes de agosto, cuando la actriz vallisoletana llegó a la ciudad para actuar en el Teatro Arriaga. Se presentó ante los medios con un vitalista look en el que hasta el bastón sobre el que se apoyaba llevaba una nota de color. Pero lo que llamó la atención, más allá del abrigo rojo de Max Mara que se compró en la tienda de Gran Vía, fue el pañuelo de seda etéreo y colorido que caía con gracia sobre uno de sus hombros. Los más avezados pudieron leer en él la palabra 'Bilbao' y los más curiosos se preguntaron de dónde habría sacado semejante joya. «El que llevó ese día tenía motivos florales de colores sobre fondo blanco, pero me consta que tiene otros con distintos dibujos y en diferentes formatos», nos cuenta la artista.
Los accesorios que diseña para el museo Guggenheim no siguen un protocolo, se rigen por su intuición. Puede plasmar en ellos formas orgánicas o geométricas, nada en concreto, pero siempre a todo color. Los que le encargan en el museo Bellas Artes, sin embargo, son reproducciones de los cuadros que tienen en sus exposiciones. Pequeñas obras de arte pintadas sobre seda 100% natural con una técnica especial, que luego remata su modista de confianza. «Hay personas que, incluso, compran los pañuelos para enmarcarlos. No dejan de ser cuadros en un formato diferente», explica. Los paraguas, también llevan una pintura específica, como el que realizó hace años para el que fue entrenador del Athletic, Ernesto Valverde, con dibujos de porterías.
Publicidad
La vocación de Marta por el mundo del arte fue más que temprana. Con tan solo cuatro años, sus padres le llevaron a un taller de pintura que impartía el artista José Antonio Sistiaga en Donostia. Desde entonces, siempre supo que acabaría dedicándose a esto. A los doce, comenzó en el estudio de Julián Ugarte, por aquel entonces ya tenía claro que quería estudiar Bellas Artes. Y lo hizo en Bilbao, ciudad que se convirtió en su casa. Comenzó pintando y haciendo exposiciones ocasionales. También se inició en la docencia, compartiendo sus conocimientos con los alumnos del Bachillerato Artístico del Instituto de Durango. Ahora, mientras las clases se retoman, aprovecha para dejar volar su imaginación desde el taller de Zabala que comparte con otros artistas. Desde allí, seguirá poniedo color a los días grises bilbaínos a base pinceladas y, sobre todo, seguirá aprendiendo en los nuevos caminos que le ofrece el arte, porque como ella dice, «para hacer un pañuelo no tardas un día, tardas toda una vida».
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
A la venta los vuelos de Santander a Ibiza, que aumentan este verano
El Diario Montañés
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.