Con las gafas de sol a todos los lados ¿Postureo? ¿Para ocultar los efectos del resacón?

En la vida hay algo más que móviles a los que estamos pegados a todas horas sin darnos cuenta. Desde primeras horas de la mañana hasta bien entrada la noche. No nos cansamos de las gafas de sol (y graduadas que no lo parecen) hasta el punto de convertirse en uno de los elementos fashion. ¿Por qué? Porque a muchos les hacen falta, porque nos gustan, porque el lujo difícilmente facturaría como lo hace si no fuera por las elevadas ventas de este complemento, porque quedan 'cool', porque las marcas se han dado cuenta de que millones de personas compramos cada temporada uno... ¡e incluso dos pares! Aunque nuestros cajones estén rebosantes de lentes.

Y porque, reconozcámoslo todos, a ver quién no tiene un mal día con unas ojeras que llegan hasta el suelo. La última edición de los Oscar ha confirmado que no hay 'celebritie' que salga a la calle sin ellas. Son imprescindibles desde el momento en que asoman los primeros festivales y llegan las alfombras rojas, uno de los mayores signos de exposición mediática de estos tiempos.

Antes de acceder al Dolby Theatre, las estrellas, de tiros largos, fueron desfilando por una pasarela que iba dando cuenta de las últimas tendencias... ópticas. Huelga decir que con el día que salió en Los Ángeles, algo fresco y con el cielo bastante encapotado, no hacían ninguna falta.

Pero no. Viven posiblemente el momento álgido de su historia. Y si no, que se lo pregunten a Brad Pitt, a la extravagante y extraordinaria Billie Eilish, convertida en el último fenómeno de la música, o al 'Joker' Joaquin Phoenix. Glenn Close, a la que sus compañeros conocen como 'la musa de las gafas', creó escuela al comenzar a combinar en 1991 sus looks con gafas. Ignoraba seguramente el alcance de su decisión, pero aquel gesto le sirvió para que el año pasado se llevara el simbólico premio a las Mejores Gafas de Sol de la alfombra roja.

Pese a irse ambos de vacío, el manchego Pedro Almodóvar y su colega Spike Lee -luciendo un llamativo traje con el que rindió homenaje al recientemente fallecido Kobe Bryant- tampoco renunciaron a este accesorio. El español, con sus inseparables lentes negras, y el afroamericano, con un par en tonos morados.

Todo los focos, sin embargo, enfocaron a Billy Porter, el reportero de la gala. Eligió un inclasificable vestido de alta costura hecho a medida por el modista inglés Giles Deacon, compuesto por un top de plumas doradas y una falda abullonada en tonos baranjas. Sin embargo, la guinda del pastel fueron unas gafas de pasta de estampados difíciles de digerir. Aunque parezca mentira, restaron protagonismo a su modelo.

Los expertos lo tienen claro. Los Oscar constituían la mejor ocasión para lucir el complemento de moda «más inteligente que se pueda llevar» ahora mismo, no sólo por estética, sino porque asegura «un posado perfecto» y porque, además, protege los ojos. Insinúan que algunos actores desarrollan sensibilidad a la luz debido a los focos, flashes y luces intensas y que se las ponen por prevención. No nos engañemos, las gafas de sol cuidan, sobre todo a según qué horas, las miradas perfectas. Sin embargo, la moda parece ganar, una vez más, la batalla estética a la saludable. En épocas de selfies y sobreexposición mediática, las gafas son una apuesta fiable para salir bien sí o sí en las fotos. Algo de lo que saben y se preocupan mucho los grandes del cine y el espectáculo. Gente como Bruno Mars, Elton John, Lenny Kravitz, Victoria Beckham, Angelina Jolie, Julia Roberts, Jessica Alba, Anna Wintour...