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«En los 60, en Lasarte, para los jóvenes no había más salida profesional que la fábrica de neumáticos Michelín», recuerda Contxu Uzkudun. Pero ese no era el destino profesional que su madre quería para ella. A los 15 años debía aprender un oficio para ... ganarse la vida y la única alternativa era ser modista. Interesada en que su hija se iniciase en esta industria, le comentó sus planes a una conocida de la familia, Pilar Usarraga, una gran diseñadora y discípula del mismísimo modisto de Getaria Cristóbal Balenciaga. «Le había confeccionado el vestido de novia a mi madre. Así comencé a trabajar en el taller de costura de Pilar, situado en San Sebastián. No éramos más que 14 mujeres y realizábamos vestimentas para la aristocracia de la ciudad y alrededores», explica. Los seis años que trabajó en el atelier le sirvieron para conocer todos los secretos de esta profesión que le habían impuesto. «Con el tiempo descubrí que me apasionaba, el oficio me atrapó. En esta etapa también comprendí que mi verdadera ambición era fundar mi propia firma de moda», cuenta. Así lo hizo en 1964 en un pequeño piso de Lasarte, que convirtió en su taller y al mismo tiempo en su vivienda; y bautizó su firma como Minimil, que viene de la palabra inglesa minimalista. «Con 21 años pretendía ganar un sueldo y que las clientas confiaran en mí». Con esfuerzo, dedicación y talento, Contxu ha conseguido que su proyecto más personal sea un referente en la moda vasca. Una boutique «para mujeres diferentes», asegura.
Mientras se hablaba de los grandes modistos del momento, como Dior, Chanel o Pedro Rodríguez, Contxu comenzó a coser para clientes de San Sebastián. «Tenía gusto para el diseño y lo que proponía tenía buena aceptación. Me inspiraba mucho en el New Look que lanzó Christian Dior en 1947 y en las piezas arquitectónicas que proponía el modisto francés André Courrèges. Era muy joven y tampoco tenía mucha idea», reconoce. Además, Contxu empleó a 12 mujeres que también vivían en la vivienda donde creaba las prendas de su firma: desde trajes y abrigos a vestidos de novia, que eran las piezas más especiales. En este espacio estableció unas condiciones que aprendió de su maestra Pilar: las costureras debían llevar bata blanca y no se podía hablar mientras se trabajaba. «En muchos talleres algunas iban a pasar el rato viendo la novela o esuchando la radio y esto no podía ser, había que sacar mucho trabajo adelante cada día», explica. En esa vivienda, Contxu compaginaba sus labores como modista con el cuidado de sus tres hijos. «No había un día tranquilo como te puedes imaginar, pero era feliz». En septiembre de 1971 abrió su primera tienda propia en San Sebastián, cerca de la playa Ondarreta, donde efectuó su primera venta: un abrigo marrón reversible a una veraneante madrileña.
La firma soñada por Contxu supo mantener su legado y adaptarse con éxito al paso del tiempo gracias a que se involucraron también sus hijas, Ana y Beatriz, formando un gran equipo. La primera trabaja como diseñadora de moda, mientras que la segunda se encarga de cuidar la imagen de las tiendas y liderar el departamento de marketing. «Es natural que hayan decidido dedicarse a este proyecto, han crecido en una casa donde veían a diario patrones y donde sonaban las máquinas de coser», declara Contxu. Con su apoyo, la firma, además de la primera tienda en San Sebastián - que se trasladó desde la zona de la playa Ondarreta a la calle Garibai, en el centro de la ciudad-, cuenta con otros dos comercios en las dos capitales vascas; en Bilbao, situado en Alameda Rekalde; y en Vitoria, en la calle Eduardo Dato. «También abrimos tienda en Valencia, aunque la cerramos el año pasado. Teníamos muchos clientes, pero nos pillaba a desmano. Preferimos centrarnos en Euskadi, que es donde tenemos mayor fuerza», asegura Contxu.
Antes de crear nuevas piezas, estas tres mujeres, que son la cara visible de Minimil, viajan en busca de inspiración a las capitales europeas, donde reina la moda y el buen gusto, como París o Milán. «Es trascendental el 'street style' que se ve en estas ciudades. Además, nuestros diseños están influenciados por el gran modisto Balenciaga, salvando las diferencias, y por la moda japonesa». Dentro de la firma, destaca la línea New Basque Style con un diseño austero, que nació hace cuatro años inspirada por los elementos de folclore de la cultura vasca adaptada a la actualidad. Así, ofrecen un 'pantalón de pescadores' y otras prendas en tonalidades blancas, azul marinos o negras. «Somos muy buenas en las prendas exteriores y la boina es la piezas fetiche. Ahora todo el mundo las lleva porque Dior la mostró en un desfile, pero nosotras llevamos diciendo más de 10 años que en Euskadi es el accesorio imprescindible que llevan tanto las mujeres como los hombres», confiesa Contxu. Además, proponen una colección cada temporada, repleta de diseños atemporales, minimalistas y sofisticados, que sirven para muchas situaciones cotidianas, como un evento especial e incluso un plan informal. «El estilo de nuestras prendas es identificable porque la pureza de las líneas, la perfección de la confección y el buen material permanecen. Para esta primavera apuestan por la seda natural, el algodón 100% y prendas holgadas en una paleta de colores suaves, como los rosas y los beiges.
Los diseños sofisticados de la firma han entrado por la puerta grande en el templo de arte contemporáneo de la villa, el museo Guggenheim. «Tenemos muy buena relación con el museo, que apuesta siempre porque los uniformes los haga un diseñador vasco. Realizamos una propuesta y les encantó. Es el que se puede ver hoy en día», cuenta Contxu. La indumentaria está compuesta por una falda azul marina o pantalón con una camiseta con una impresión metálizada del museo, una chaqueta y un plumífero. «Los llevan hasta los empleados de seguridad. Fue un trabajo muy divertido, que nunca me hubiese imaginado realizar», reconoce esta mujer luchadora y constante que ha sabido resistir con éxito el paso del tiempo.
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