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De maestros a aprendices. Así se ha transmitido a lo largo de la historia el legado de los grandes artistas. Y no solo en disciplinas como la pintura, la escultura o la música, también en el oficio de la costura. La moda en su ... versión más sublime se engloba dentro del concepto 'Haute Couture', un término acuñado en Francia que alcanzó su esplendor en la década de los 50 gracias a nombres como Christian Dior, Cristóbal Balenciaga o Manuel Pertegaz. Pedro Rodríguez también perteneció a esta generación de icónicos modistos que encumbraron la Alta Costura con una sensibilidad y una destreza inusual sobre el maniquí. Este diseñador fue mentor de Javier Barroeta. Por aquel entonces era un chico de 23 años con ansias de aprender en su taller de Madrid, donde trabajó cuatro fructíferos años. El que ayer fuera uno de sus discípulos aventajados hoy es una figura consolidada en el sector con más de 40 años de trayectoria a sus espaldas.
Javier ha continuado el legado de su maestro desarrollando su propia técnica, perfeccionada y enriquecida con su amplia experiencia como 'couturier'. En su día, detectó una falta de formación práctica en los jóvenes diseñadores y en 2015 decidió abrir las puertas de su Escuela de Alta Costura, una apuesta pionera en el País Vasco. El objetivo no fue otro que hacer lo que Pedro Rodríguez consiguió con él: dar continuidad a sus conocimientos y transmitirlos a los apasionados de la costura. Dentro de la amplia oferta formativa y bajo su dirección creativa, enseña técnicas únicas para especializarse en el mundo del 'Haute Couture'. En uno de los cursos de modelaje impartidos destacó Tamara Vázquez, una joven madrileña que quiso completar su formación de la mano del legendario modisto. Hoy se ha convertido en una de las firmes promesas de la moda nupcial.
«Tengo un punto de mitomanía», reconoce. Por eso lo eligió a él. Tamara es una apasionada de la moda y de los perfiles españoles ligados a la costura en mayúsculas, a la que se hacía antaño, a esa que aún conserva cierto cariz nostálgico y que cada vez es más difícil de encontrar en nuestro país. «Barroeta es uno de los referentes del modelaje en España y de los pocos que siguen haciendo costura de verdad», asegura. Y es que Javier tiene un perfil de la vieja escuela que resultó decisivo para Tamara. «Recuerdo que me sorprendió muchísimo. Me pareció una persona con una gran sensibilidad, me gustaba su forma de explicar. Tiene una cultura extraordinaria en todos los sentidos y eso es de agradecer. Que te enseñe alguien con su trayectoria y que ha trabajado con personas tan especiales a lo largo de su carrera es todo un honor». La historia del maestro y su aprendiz se repetía de nuevo.
Antes de formarse en Diseño de Moda en el London College of Fashion y, posteriormente, en un curso de la Escuela de Javier Barroeta, esta madrileña se licenció en Derecho y ejerció durante unos años en dos despachos de Madrid. Un buen día, siguió su instinto y cambió los bufetes por los atelieres. «Todo empezó con mi vestido de novia», reconoce. Se casó en junio de 2017 y creó el diseño mano a mano con el que ahora es su equipo. Pronto se enamoró de ese mágico proceso artesanal. En poco más de un año, Tamara Vázquez había dado un giro radical a su vida profesional para focalizar todo su esfuerzo en una empresa que comenzaba a escribir su propia historia sobre unas bases sólidas, con una filosofía muy clara y unas profesionales inmejorables a su lado, como Lola Piña, directora de Taller Al Dedal, y Nuria García, patronista. Así, nació Romancera.
Desde su firma, Tamara reivindica el oficio de la costura, ese que profesionales como Barroeta siguen defendiendo a capa y espada frente al masivo 'prêt-à-porter'. Reconoce ser una persona 'muy visual' que prefiere trabajar sobre maniquí antes de plasmar los diseños en bocetos, una de tantas peculiaridades que hacen de Romancera una apuesta especial. «Antes de dibujar un vestido necesito saber si se puede llevar a efectos prácticos. A primera vista, parecen diseños sencillos pero, en realidad, son construcciones muy complejas», asegura. Además, tan solo utiliza tejidos naturales como sedas y mezclas de seda con linos o algodones. «Nunca he trabajado ni siquiera con viscosa. Hasta las capas interiores del vestido son de seda». De este modo, consigue que una atmósfera equilibrada entre la fuerza de sus diseños y la delicadeza en sus juegos de texturas. Porque para ella la moda es eso, un juego en el que ella misma ha decidido sus normas para el proceso creativo, basado en la calidad, en la sostenibilidad y en la investigación. «El prêt-à-porter' es muy competitivo y no va conmigo. A mí me apasiona la moda, indagar, soñar, jugar… aunque sea para un 'target' mucho más pequeño prefiero crear a medida», sostiene.
También se supo diferenciar del resto creando una editorial de moda para presentar Romancera en sociedad, algo inusual cuando se trabaja a medida. Bajo el incomparable objetivo de Pilar Hormaechea, aquellos vestidos con carácter propio y alma 'slow' pronto se colaron en todas las publicaciones nupciales de Instagram y en las revistas del sector. También traspasaron fronteras y enamoraron a mujeres de distintas partes del mundo. Tanto es así que el gigante galo Printemps se puso en contacto directo con ella: querían vender sus vestidos. Tamara, poco amiga de hacer colecciones de una forma cíclica, accedió presentando al mercado francés cuatro de sus primeros diseños. «Por mi forma de trabajar es inviable crear tantos vestidos como se demandan. Con esta oportunidad, de algún modo, doy respuesta a las peticiones de muchísimas novias fuera de España».
Sin embargo, ella sabe que lo suyo son los diseños únicos, envueltos en ese aura especial que aúna lo clásico y lo moderno, lo atemporal y lo artesanal. «Me gusta salirme de los clichés nupciales. Tratamos de hacer moda», reconoce. Cada uno de sus diseños lleva detrás un exhaustivo proceso de estudio, por eso, ninguno de ellos se hace con menos de 7 u 8 meses de antelación. Todo, con el objetivo único de fundir en un solo vestido el universo de Romancera, cargado de referencias cinematográficas, literarias y estilísticas, con el de la propia novia. «Cuando se juntan estos dos mundos, nace la magia», concluye.
Aunque es una firma joven, a Romancera se le augura un futuro prometedor. Javier Barroeta, su maestro, lo corrobora: «Tamara tiene ese punto de creatividad acertada, equilibrada, que hace que las novias sean diferentes y se encuentren cómodas. Además, es trabajadora y constante. Le auguro un buen futuro porque, aunque este mundo es tan competitivo, siempre hay alguien que destaca. Porque triunfar no es solo tener buenas ideas, sino saber llevarlas a cabo captando la esencia de las novias como ella lo hace».
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