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Las historias de cuatro diseñadoras vizcaínas que unen sus fuerzas para coser mascarillas

Las están confeccionando de forma altruista para repartir a personas expuestas al virus que no tienen acceso a ninguno de estos productos

Miércoles, 25 de marzo 2020

A pesar del cierre de comercios y del zarpazo económico que eso supone para las pequeñas y medianas empresas, son muchas las firmas del sector textil que, lejos de echarse las manos a la cabeza, han sacado fuerzas de flaqueza para ayudar, en la medida ... de sus posibilidades, a los que ahora lo necesitan de manera prioritaria. Siguiendo el ejemplo de gigantes como Louis Vuitton o Inditex y de otras firmas nacionales como Barey Collection o Maya Hansen, modistas, corseteras y diseñadoras vizcaínas se han volcado en lo que mejor saben hacer gracias a una especie de hermandad que se ha forjado a través de las redes sociales. Con una aguja en una mano y un hilo en la otra, o al compás del traqueteo de sus máquinas de coser, han confeccionado mascarillas de forma totalmente desinteresada para repartir entre las personas que están más expuestas al virus.

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Los retales con los que antes creaban ilusiones a las mujeres, ahora sirven para crear esperanzas a un personal sanitario carente de recursos ante una situación desbordante. Por falta de material homologado, la mayoría de las mascarillas no son de uso hospitalario, pero sí son perfectas para aquellos trabajadores que se dejan la piel en las residencias de ancianos, para los transportistas, reponedores, cajeros, fuerzas de seguridad, farmacéuticos o para el propio personal sanitario que no esté en contacto directo con los pacientes diagnosticados de coronavirus. Sin duda, es un recurso muy útil que les protegerá en sus maratonianas jornadas de trabajo. Además de ser bonitas, aunque en estos tiempos de pijama y zapatillas poco importe, esconden tras sus pliegues una historia de unión y solidaridad que merece ser contada.

  1. Eider Capdepont

Esta diseñadora de novias e invitadas original de Erandio comenzó a hacer mascarillas para satisfacer las necesidades de sus familiares más cercanos. «Tengo una sobrina de tres años que estaba malita y le hice una para que se protegiera por si había que llevarla al médico», reconoce. A partir de ahí, fue su madre quien le animó a hacer más. «En la primera tirada cosí 25 unidades y las repartí entre personas cercanas que estaban trabajando de cara al público. En menos de tres horas ya las tenía a todas adjudicadas», asegura. Esto le llevó a replantearse seriamente que había una necesidad real de este bien material y no dudó en pedir apoyo a través de las redes sociales. «Según puse el anuncio, todas las mercerías de Erandio contactaron conmigo y me ofrecieron sus productos de forma desinteresada, fue increíble».

Lo primero que hizo fue informarse sobre el tipo de materiales que podrían ser lo más efectivos posibles y dio con el TNT, un 'tejido no tejido', de ahí sus siglas, que tiene cierta firmeza, no deshilacha y se utiliza, sobre todo, en forros de tapicería, hogar o en las propias bolsas que utilizan algunos comercios. «Es un tejido mucho más fácil de manejar que el algodón y los remates son más sencillos. Estoy intentando simplificar el diseño para poder hacer más», afirma. La suerte hizo que sus proveedoras de confianza, Nerea Bilbao, Chelyma y Mari Luz, tuvieran bolsas confeccionadas con TNT de sobra en sus mercerías. «Están al pie del cañón. No están cosiendo porque no tienen máquina, pero están tirando del carro conmigo«. Gracias a su ofrecimiento, Eider pudo comenzar a trabajar.

«Estoy entregando mascarillas al personal de las residencias, a gente del pueblo que tiene mayores en casa, a reponedores de supermercados y conocidos que lo necesitan. En hospitales, sin embargo, nos han dicho que no van a coger mascarillas no homologadas puesto que ya les están llegando suministros nuevos». A pesar de esto, un técnico de ambulancias, le animó a seguir con su labor: «No lo dejes, estás surtiendo a la población. Estás haciendo bien porque ellos no tienen acceso a mascarillas y bienes necesarios». Mientras tenga tiempo y suministros, Eider promete seguir cosiendo para ayudar a su pueblo. Eso sí, avisa que cuando todo acabe, quiere reunir a todos para potear y celebrar que todo ha salido bien. «Es que en Erandio somos muy erandiotarras», bromea.

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  1. Wendy Hauser

Esta diseñadora de moda ya tenía mascarillas en casa porque es aficionada a la pintura al óleo. «Las estuve usando para pintar hasta que comenzó la crisis y empecé a guardar algunas por si acaso. Me dio miedo quedarme sin ellas y pensé en crear las mías propias», reconoce. Wendy nació en Brasil, pero creció en Flores, un pequeño pueblo de Uruguay donde gran parte de la población es de ascendencia vasca. El destino la llevó a viajar a Euskadi y fijar su residencia en Bilbao, un lugar que le enamoró desde su primera visita. Ahora, dedica sus esfuerzos a su propia firma, Wenhauser, que compagina con una marca de joyas, Prima Joyas. Desde que comenzó esta crisis, potenció su vena artística con este reto solidario y, desde su casa del barrio de Begoña, comenzó a coser.

Preguntó a sus conocidos, a doctores y se informó a través de internet. Con ello dedujo que las mascarillas caseras más efectivas debían tener una 'ventanita' por detrás para poder meter un filtro, que puede ser un pliego de papel de cocina, una compresa, papel de horno y hasta un filtro de café. «Estamos haciéndolo en algodón 100% con una trama bastante cerrada y un filtro que ha de cambiarse en cada uso», advierte. Las que más le gustan son las que tienen forma rectangular y no las que son como una máscara, ya que tienen una costura en medio que podrían facilitar la entrada del virus. Sobre todo, avisa que el destinatario de la mascarilla ha de hervirla o lavarla a más de 60º para desinfectarla antes de utilizarla. Toda precaución es poca.

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Aun con todo, lamenta que no haya un decreto para poder organizar, confeccionar y entregar de forma responsable este tipo de bienes que elaboran de forma altruista, algo que ya se está haciendo en otras ciudades como Vitoria. Wendy es capaz de hacer hasta 25 unidades por día y las reparte en aquellos lugares en los que no estaba llegando material, como ocurre en las residencias de ancianos. Y así será hasta que siga teniendo tejido para seguir cosiendo mascarillas. «Se me está acabando. He tenido que sacrificar una futura colcha que me gustaba mucho, pero vamos a tener a los viejitos más glamurosos del barrio», bromea.

  1. Alicia Rueda

Alicia Rueda, por su parte, fue de las primeras en sumarse a esta iniciativa. Sin embargo, le ha sido imposible encontrar material homologado para poder confeccionar mascarillas aptas para el personal sanitario. Por eso, se ha dedicado a hacerlas en algodón para su entorno más cercano y para aquellos que trabajan de cara al público y no tienen acceso a ningún tipo de protección.

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En un principio, para comenzar a alentar a todas aquellas que tengan cierta maña en la costura, la diseñadora elaboró un tutorial casero en el que detallaba cómo era el patrón que había creado para sus mascarillas y cómo era el paso a paso para confeccionarlas. Lo primero que hay que hacer es un patrón sobre un papel. En su caso, de 16 centímetros de alto por 18 centímetros de ancho. Después, habrá que marcar dónde hay que hacer los pliegues. El primero será de 3 centímetros y en los siguientes habrá que hacer el doblez cada 2 centímetros. A continuación, se cortará la tela con las medidas del patrón. Alicia ha elegido un retal estampado de algodón 100% que, más tarde, habrá que planchar para que los pliegues se marquen mejor. Finalmente, con materiales sobrante de otros retales, se hacen los ribetes de los dos laterales y se coserán en los extremos, dejando unos lazos largos para atarlos en la parte trasera de la cabeza.

Al ver que cubrían mínimamente las necesidades de protección, ahora está trabajando en otros diseños más gruesos a los que ha añadido un bolsillo trasero para poder meter un filtro que sirva de barrera. Aun así, insiste, no garantizan una protección total frente al virus.

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  1. Laura Pereira

Guts and Love, una firma de Getxo capitaneada por Laura Pereira, ha fabricado unos packs de mascarillas para enviar totalmente gratis a diferentes servicios de urgencias, atención primaria e intensivos de hospitales y centros ambulatorios de pueblos y ciudades del país. Sus diseños, al ser de tela, no llevan ningún tipo de filtro, pero son lavables, reutilizables y llevan impresos el inconfundible sello de la firma, que ha dado una pincelada de tendencia gracias a un bonito estampado paisley. «Lógicamente, no son el modelo óptimo de mascarilla, pero también cumplen con su función de evitar expandir aún más esta terrible pandemia», explica la creativa. «Sabemos que no es una gran ayuda dadas las ingentes necesidades existentes en estos momentos en toda España, pero también pensamos que todo suma cuando se trata de apoyar a los sanitarios en su lucha diaria contra el coronavirus», puntualiza con acierto.

El esfuerzo titánico de elaborar tantos lotes de mascarilla con pocas manos, pocos recursos y desde su propia casa, se ve recompensado con mensajes como el que les ha mandado la enfermera de un hospital. «Me habéis hecho saltar las lágrimas de emoción. Mis más sinceros agradecimientos por todos estos gestos altruistas de apoyo y empatía». Y más aún, cuando han visto la fotografía de todo un equipo de profesionales del Hospital Universitario de Cruces utilizando lo que han elaborado a contrarreloj y con tanto cariño. «Gracias a todos y cada uno de ellos venceremos esta terrible pandemia. Esta es la guerra que nos ha tocado vivir y esta es la guerra que entre todos vamos a ganar. Gracias», escribía Laura a través de sus redes sociales.

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