![¿Cuántos hombres vizcaínos se atreverían a lucir lo próximo de Jimmy Choo?](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/201906/27/media/cortadas/30087495_366608260522879_8881935592955314176_n-k4TG-U806210648383sH-1248x770@El%20Correo.jpg)
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Extravagante pero viril, la masculinidad no se discute. La industria de la moda tiene sus códigos y reglas. Quiere dárselas de moderna, pero sin pasarse. Por eso casi siempre anda con el freno puesto. Por si acaso, no vaya a ser que vengan curvas demasiado pronunciadas. Sigue acomplejada, mientras profundiza en la necesaria búsqueda de nuevos mercados en un tiempo en el que se diluyen los géneros. Parece como si cargase aún una losa machista que le obliga a justificar la hombría de arriesgadas prendas varoniles. No se libran de este lastre tampoco las grandes firmas masculinas de lujo, sobre el papel las más libres para dictar tendencias y sacudirse todo tipo de prejuicios. Por su poder económico e influencia.
Sin embargo, siguen sin soltar amarras. Un ejemplo es la colección de hombre del próximo verano de Jimmy Choo. Han leído bien, la de 2020, ya que la producción e intensidad creativa de esta industria no entiende de parones y trabaja siempre con mucho adelanto. La línea se llama 'Supafly Safari'. Es atrevida y desenfadada y se acaba de presentar en la boutique de Milán.
La firma no se ha andado con rodeos a la hora de presentarla como una «extravagante visión de la masculinidad: vibrante, viril y enérgica». La línea, añade el comunicado de la firma, dirige su mirada al 'downtown' de Los Ángeles por su inspiración estética. Desde el punto de vista estilístico, «el héroe» de la colección es el icónico Marvin Gaye, cuyo singular estilo «llevó a la moda masculina a sus límites sin sacrificar ni un ápice de masculinidad».
Sin sacrificar ni un ápice de masculinidad, enfatiza la campaña publicitaria, como si tuviera que justificar la naturaleza unisex de unas piezas varoniles repletas de estampados de leopardo, serpiente y cebra. Sus ultravanguardistas mochilas, deportivas, mocasines, sandalias y toda clase de accesorios están reservados para clientes a los que les resbalan las miradas indiscretas y están curados de espanto.
Por eso sorprende la insistencia de Jimmy Choo en aferrarse al estilo de Marvin Gaye, defender «lo formal con lo informal», hacer un «gran derroche de animal print», romper con «las normas establecidas» y crear una «estética completamente única». La colección hace referencia a los signos distintivos del 'príncipe del soul', como era conocido Gaye, combinados con los símbolos de su ciudad de adopción, Los Ángeles. Así el 'skyline' de la ciudad californiana inspira tratamientos de degradado en el cuero. Y los dinámicos contrastes de animal print evocan una sensación de exotismo, «casi 'kitsch'», reconoce la marca. Cómo será que para la próxima temporada primavera-verano «se ha dejado llevar» y ha decidido explorar «un nuevo rumbo».
Precios al margen –el lujo siempre se vende caro–, resulta difícil saber si serán muchos los hombres vizcaínos que se atrevan a lucir estos modelos. Bilbao, obviamente, no es Los Ángeles. Peca de un excesivo conservadurismo estilístico. Que Jimmy Choo venda el mocasín 'Penny Mocca' como un modelo «capaz de atraer todas las miradas» puede surtir efecto en otras latitudes. Del mismo modo que su persistente cruzada por «transgredir fronteras y barreras» con sus sandalias de tiras cruzadas 'Palmo' es más que probable que se quede aquí también por estos lares en agua de borrajas.
¿Por qué Bizkaia se las sigue gastando de forma tan discreta? Es un asunto por resolver. Como es la contradicción de las grandes marcas de lujo que venden propuestas retadoras para ganarse el favor del público más moderno y elitista. Sin embargo, a continuación, muchas de ellas se ven obligados a tirar de matizaciones. Hay honrosas excepciones. Salvatore Ferragamo, un clásico del diseño italiano, llama a las cosas por su nombre. Con volúmenes «inesperados y llamativos», concibe para el verano de 2020 una colección plagada de capas versátiles y adaptables «diseñada para no ser exclusiva, sino inclusiva: ropa para complementar una perspectiva verdaderamente moderna». Eso es diseñar y hablar sin emplear eufemismos de ningún tipo.
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