Cosmética natural (piel hidratada y sana)
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Cosmética natural (piel hidratada y sana)
La bióloga de Getxo que crea la cosmética natural para presumir de piel hidratada y sanaEl inicio de esta historia está en un viaje a Costa Rica por motivos laborales. Era 2010 y Luz Iñarra trabajaba en el Foro Rural Mundial, en Arkaute (Álava). Le tocó viajar al país centroamericano para conocer las experiencias que allí se desarrollaron. Le pusieron en contacto con un grupo de mujeres campesinas y cuando conoció el proyecto que desarrollaban en su aldea se quedó fascinada. «Cultivaban sus propias plantas medicinales y luego las transformaban en todo tipo de productos». Hacían jabones, cremas, ungüentos, que vendían a las comunidades vecinas «e incluso exportaban».
Sin saberlo, esas mujeres también sembraron en Iñarra la semilla de lo que hoy es Landalore, su marca de cosméticos naturales que ella misma elabora en un laboratorio de Lamiako. «Lo hago todo yo», confiesa esta getxotarra de 51 años. Por las mañanas, la encontramos entre pipetas y principios activos. Por las tardes, vuelve a casa, al despacho, a trabajar en el ordenador. Y los fines de semana y fiestas de guardar la podemos encontrar en las ferias y mercados vendiendo sus productos. No rehúye el contacto directo: «Me gusta atender a la gente como se merece», dice. Y eso que es una persona tímida.
Sin embargo, esa vergüenza se disipa en cuanto tiene que hablar de su firma, con la que lleva la friolera de once años. «Ahora está muy de moda, pero cuando yo empecé no tanto», se sincera. Lo que pasa es que ella la sostenibilidad es un concepto que le viene «de serie». «Era la típica chapas que le iba dando discursos a mis padres desde pequeña», confiesa. Y su amor por la naturaleza le hizo estudiar Biología primero y Ciencias Ambientales después.
A la hora de incorporarse al mundo laboral se buscó un área que iba con su forma de ver la vida: la cooperación internacional. «Estuve quince años trabajando en ella». Y la convirtió también en una especie de Phileas Fogg: «He vivido en Uruguay, en Colombia, en India…». Y ello sin renunciar a formar una familia: tiene dos hijos y el mayor acaba de cumplir los 18.
625 fabricantes
de perfumes y cosméticos hay en España, según el último dato publicado, perteneciente a 2020. Desde 2008, el crecimiento de estas compañías ha sido exponencial
800 millones de euros
es el volumen de la cosmética natural en España. De ellos, 30 corresponden a productos con certificado ecológico.
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Cuando regresó de Costa Rica empezó a mirar cómo poner la primera piedra de Landalore. Con su formación, podía montar un laboratorio sin depender de nadie, pero hacerlo «no fue nada fácil: todo eran dudas y nadie me sabía responder». Se formó en todo lo que vio útil para su negocio y en 2012, con todo ya más claro, dejó la cooperación internacional y se lanzó. «Empecé en un local muy pequeñito en Algorta», confiesa. Luego, se mudó a otro más grande que estaba muy cerca e incluso se animó a habilitar un espacio como tienda.
«Y ahí estuve hasta 2019». Fueron años de mucho trabajo, mucha creatividad y también mucho desgaste «emocional y personal». Entre sus hitos: «Me saqué el sello ecológico en 2015, fue de las primeras en hacerlo aquí en Euskadi». Pero esto no solo supone cumplir con una serie de requisitos, también en abonar importantes cantidades de dinero. Algo que para un negocio pequeño no deja de ser un quebradero de cabeza. «Justo antes de la pandemia decidió echar el freno».
Necesitaba tiempo para saber qué y cómo quería hacer las cosas. Como del aire no se vive, se puso a trabajar en la Agencia de Desarrollo Rural de Ayala (en Álava) y siguió con esa formación continua que hace que su currículum quite el hipo: tiene varios másteres, cursos de todo tipo y este año terminará una formación de cuatro año en naturopatía, entre otros títulos. Para ella, la pandemia, que llegó poco después de su punto y seguido, «fue una señal», reconoce.
Registro sanitario: es muy importante asegurarse de que esa marca lo tiene. Es un seguro de que el producto «cumple con los estándares» que determinados organismo oficiales piden para garantizar la salud pública tanto en cuestión de ingredientes como de elaboración.
Lee la etiqueta: a veces son engorrosas porque tienen ingredientes que suenan a química, pero que son «necesarios para formular». Sin embargo, a través del INCI nos aseguramos de qué principios activos tiene el producto en cuestión. Además, «si el ingrediente en cuestión está acompañada de un asterisco ya sabemos que es de origen ecológico».
Ayúdate de alguna aplicación: «Aunque no son fiables al 100%, nos pueden orientar cuando tenemos dudas».
Ojo con los sellos y certificados ecológicos: Son muy interesantes, pero existen más de 400 etiquetas para productos «verdes» y conocerlas todas es imposible. Hay que tener cuidado también porque algunas empresas usan sus propios diseños para confundir al consumidor es el 'greenwashing', una mala práctica comercial que se está empezando a regular.
En diciembre de 2021, ya con las cosas más claras, volvió a la carga con Landalore. Sus productos están hechos de manera «artesana», pero con ciencia, y sin perder de vista que quiere usar materia prima ecológica, de comercio justo, local y vegana. «Llevo la sostenibilidad tan al límite que por eso también prefiero vender en mercados y en el laboratorio, con cita previa», reconoce.
- De Amazon ni hablamos…
- Es una de mis líneas rojas.
Su carrera empezó con cinco jabones y ahora tiene un catálogo de 26 productos entre cremas, bálsamos, champús, aceites y sérums. Todos los formula ella: es decir, los imagina, los formula, los crea, los prueba, los registra y los comercializa.
- Se deja la piel por la piel de otros...
- Sí, jajaja. Se puede decir así. Es mucho trabajo pero todo depende de lo que quieras. Yo lo tengo claro: es una opción vital.
Y efectivamente lo tiene tan claro que no le dan envidia esas firmas que apenas llevan dos años y ya tienen 70 empleados. «No es el modelo de negocio al que aspiro. Prefiero ir despacito y vivir tranquila», admite. A contracorriente en realidad de la tendencia actual. Eso no quiere decir que se conforme con cualquier cosa y, de hecho, cuando acabé su formación en naturopatía quiere abrir una consulta y también formarse en nutrición. «Muchos problemas de la piel están relacionados con ella».
Lo ve en las ferias, donde cada vez ve más gente con rosácea, una enfermedad inflamatoria de la piel muy relacionada con el «sobrecrecimiento bacteriano», también conocido como sibo. «Quiero tratar e ir a la raíz». Las pasadas navidades dijo adiós a su trabajo por cuenta ajena y ahora solo trabajo por y para ella. «Me gusta ser dueña de mi vida, aunque también tiene sus riesgos», se sincera.
Los productos con Landalore no son caros. El más barato cuesta siete euros y es un bálsamo labial, uno de sus top ventas. El más caro, 30: «Es una mezcla de aceites corporal». «No quiero que sean caros», se sincera Iñarra. Busca el equilibrio entre cubrir costes, ganar dinero y venderlo a buen precio. «Todo el mundo tiene derecho a cuidarse, no quiero que el dinero sea una barrera para ello», admite.
Por eso, tampoco su rutina es kilométrica. Partidaria del minimalismo, ella misma lo practica cada día. «Por la mañana, me lavo la cara, me echo mi contorno de ojos y una crema hidratante. Por la noche, limpiador bifásico y sérum regenerador a base de rosa mosqueta y argán». Todo, de su marca, claro. También en la ducha reina Landalore. «No usamos un gel de baño desde ni sé», ríe. Jabón y champú sólido para toda la familia y ni una queja.
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