Casa rural en Cantabria (con perros)

La casa rural de Esther y Miguel en Cantabria, un paraíso para los perros con chuches y educación gratuita

Este mes de julio se cumplen justo 11 años desde que Miguel y Esther, grandes amantes de los animales, y su perrita Osha se trasladaron desde Madrid a Noja para dar un cambio radical a su trayectoria profesional y vital cuando ya rozaban la cincuentena. «Nuestro sueño era dejar la vida estresante de la capital y montar una casa rural en la que los perros fueran más que bienvenidos», explica Miguel. En aquel momento, ambos estaban en el paro y el viejo deseo de emprender se cruzó de nuevo en su camino para cambiarlo para siempre. Esther acumulaba décadas de experiencia trabajando en Paradores y Miguel, biólogo de formación, trabajaba como informático y como entrenador canino. ¿Qué mejor combinación para cumplir su sueño?

Pronto empezaron a buscar opciones: en la sierra de Madrid, en Levante.... Pero el futuro les esperaba en un pequeño pueblo de Cantabria con poco más de 2.500 habitantes. Nunca antes habían visitado Noja, pero cuando fueron por primera vez, el flechazo fue instantáneo. «La casa era exactamente lo que buscábamos, un lugar acogedor, bonito y familiar. Además, nos enamoramos de las playas, los paisajes... Fue todo tan rápido que un lunes hablamos con el dueño, el miércoles vinimos a visitarlo y el viernes ya habíamos decidido quedárnoslo. Vinimos con lo puesto y ya en septiembre hicimos la mudanza», recuerda Miguel.

Así nació La Casona del Carmen, ubicada en la calle Cabanzo sin número de Noja, y que cuenta con ocho apartamentos rurales en los que el objetivo principal es «crear espacios de convivencia entre gente que viaja con perro y gente que no. Ahora es cada vez más habitual este tipo de alojamientos, pero en aquella época no lo era tanto. Se puede decir que fuimos un poco pioneros», cuenta Miguel. Únicamente hay unas pequeñas normas básicas de convivencia para garantizar el espacio individual de todo el mundo y el respeto. Y el resultado después de una década larga no puede ser mejor. «Hasta la gente sin mascota nos felicita continuamente: ¡Qué sitio tan familiar, qué silencio, qué limpio, qué tranquilidad para descansar!, nos dicen».

El reconocimiento a su labor no solo viene por parte de los huéspedes. La Casona del Carmen también ha sido reconocida como mejor establecimiento Pet Friendly en 2017 y 2020 en los Premios Travelguau. A ello han contribuido diversos factores como el hecho de que en La Casona del Carmen son bienvenidos perros de todas las razas y tamaños, incluidos PPP y XXL, y sin cobrar ningún tipo de suplemento. «Además, tenemos un kit perruno de bienvenida con chuches, snacks...». Y algo que les gusta mucho a los huéspedes: servicios de educación canina gratuitos. «Ofrezco mis servicios como adiestrador a todos los perros alojados. Los dueños pueden consultarme cualquier duda de comportamiento, les doy consejo y orientación para tratar de solucionar o mejorar algún pequeño problema», explica Miguel.

Esther y Miguel son muy conscientes de que el turismo con perros crecerá todavía más en los próximos años. «Es una realidad social que cada vez más familias tienen mascota y que el cliente de este tipo de destinos es muy fiel. Les gusta repetir, alejarse de aglomeraciones, disfrutar de la naturaleza y hospedarse en lugares en los que su perro es uno más», cuenta Miguel. En ese sentido, en La Casona del Carmen no pueden estar más orgullosos: prácticamente todos los fines de semana del año están llenos, con huéspedes de zonas limítrofes pero también de Madrid, Barcelona, Sevilla, La Rioja e incluso en alguna ocasión de procedencia internacional.

La Casona del Carmen también ha sido elegida como entidad colaboradora en el proyecto 'Experiencias Turísticas para Familias con Mascota', financiado por los fondos Next Generation de la UE. «El objetivo es promocionar y potenciar el turismo 'pet friendly' integrador en nuestro país», explica Miguel. Todo ello no hace más que confirmar que la decisión de dar un vuelco a su vida que Esther y Miguel tomaron hace ya más de una década fue la correcta. «Apostamos por ello y, por suerte, acertamos. Aquí, a diferencia de cuando vivíamos en Madrid, no madrugamos tanto, no tenemos tanto estrés, me he librado de la chaqueta y la corbata y nos evitamos horas de atascos. ¡Esto es calidad de vida!», confiesa Miguel.

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