![Elena disfrazada de detergente gigante en el carnaval de Bilbao](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202202/22/media/cortadas/carnaval-2022-bilbao-bizkaia-disfraces-elena-guerra%20(1)-U70730013080QuD-U1601077691152lYE-1248x1300@El%20Correo-ElCorreo.jpg)
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La reina del carnaval no está en Las Palmas. La reina del carnaval se llama Elena y es de Bilbao. Ella es la mujer de las mil caras, la del Bilbao txirene, la que ha llorado a la sardina con mantilla en el cogote. No le importaría someterse a juicio siempre que sea con Zarambolas y en la piel de Farolín. Porque de meterse en el pellejo de otros sabe un rato. Y es que nadie representa como ella el carnaval botxero, ese de la guasa y la comparsa. Desde niña lo hacía en su casa con afilada ironía. Con una vieja bata de boatiné y unos cuantos cojines de relleno hacía virguerías que estallaban en risas, sustos y algún que otro pescozón. Con imaginación se nace y con imaginación se ha labrado un camino en el sector del marketing y una comunidad de adeptos en el paralelo digital. Sus fieles ya están ansiosos por descubrir el disfraz que se pondrá este año.
Lejos queda ya aquel manido vestido de china que le compraron sus padres en su primer carnaval. Como realmente disfruta desde hace años es creando sus propios personajes con todo aquello que tiene al alcance de su mano. Con una arpillera y la bata del cole de su hija se sacó de la manga a 'Simón', el terrorífico niño de 'El Orfanato'. Y decimos personajes, en el más amplio sentido de la palabra, porque lo suyo son auténticas 'perfomances' 360 grados. «Mis disfraces no es que sean súper elaborados. Mi punto fuerte es crearme un contexto alrededor del disfraz que elijo».
Lo mismo encuentra el callejón más decadente de Bilbao para hacerse una foto vestida de 'El cuento de la criada', que deja de hablar durante toda la noche porque va de Harpo Marx. Esto ocurrió en una fiesta de carnaval donde la temática era «Bocas de metro de Madrid». A Elena no se le ocurrió mejor genialidad que elegir 'Callao' y meterse en el papel del personaje mudo más famoso del cine. «No me echaron de milagro, solo me comunicaba con mi bocina», recuerda.
Con la reina Amidala no sonrió en todo el día. Al menos en apariencia, porque por dentro estaba tremendamente feliz de haber arrastrado a toda su familia en sus delirios carnavalescos. De aquella le acompañó su marido Stormtrooper, su pequeño Darth Vader y la minúscula Yoda para mantener el orden en la galaxia durante aquel fin de semana de máscaras. Y eso que ahora su prole va por libre, aunque años atrás consiguió que se metieran en la piel zurcida de Chucky, que emularan a Frida Kahlo o cantaran aquello de 'Let it go' tiara en alto vestidas de unas edulcoradas princesas Frozen.
Ella nunca fue de disfrazarse cañón. Lo suyo es conquistar a golpe de vis cómica, tanto que engatusó a su ahora esposo cuando no tenían más de 20 años para vestirse del nada agraciado tándem Chilindrina y Chavo del Ocho. En esos años de universidad, sin embargo, no pudo vivir el carnaval en su máximo apogeo porque coincidían con sus exámenes de febrero. Pero el hecho de no salir, no significaba que no se pudiera disfrazar. «De repente, mi madre abría la puerta y me encontraba sumergida en libros vestida, por ejemplo, de diablo». Tras ese lustro de penitencia, se quitó la espinita a lo grande. «Yo creo que por esos años sin salir ahora vivo tanto el carnaval».
Elena es de esas que a la hora de vestir compra pocas prendas, pero bien seleccionadas para que puedan combinar entre ellas. Una máxima que aplica también a los disfraces, donde predica el ejercicio creativo de reciclar y mezclar para dar a luz a nuevos personajes. «Tengo un apartado de ropa que ya no me pongo, pero que me puede servir para disfrazarme», reconoce. Así llegó Carrie, fruto de un vestido desteñido con lejía y de una peluca que utilizó cuando se vistió de enfermera de Kill Bill. «¿Y este guardapolvos? Quizás lo guarde para Hagrid».
Chilindrina llevó un camisón viejo, unas gafas antiguas sin cristales y «una chaqueta de hace 27.000 años»; Harpo, solo se compró la corbata. Willy Wonka y el sombrerero loco compartieron gustosamente chaqueta con su adorada Mary Poppins, uno de los personajes más queridos y repetidos de Elena. Y si le falta algún accesorio, se deja caer por Festival, su tienda de disfraces de referencia en la villa.
Y una advertencia: nunca digan a alguien de Bilbao «a que no hay huevos para entrar en el Eroski vestida de detergente». Porque ahí se lanzó ella, previo paso por una lavandería, donde se hizo la foto de rigor con el que hasta ahora considera su disfraz más insuperable. Irremediablemente, el detergente Elena llevaba su nombre. El resto lo consiguió con cartón, pompas de jabón, un poco de maña y mucho de cara dura. Y luego se resarció en la sección 'limpiahogares' del BM, donde consiguió su foto más aplaudida de Instagram.
Con razón le han llegado a decir aquello de: «Elena, tú sí que eres txirene».
Puedes ver todos sus disfraces en nuestra galería de imágenes.
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