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Bolsos de ganchillo en Bilbao
Las 'madres de patio' de Jesuitas que crean los bolsos de ganchillo que enganchan en BilbaoMónica Achotegui y Mercedes Zufia se hicieron amigas mientras sus dos hijos mayores jugaban al salir de clase en el colegio Jesuitas. Los primeros años charlaban en el patio para no perderlos de vista y, a medida que fueron creciendo, compartieron «confidencias y cervecitas» en el bar Covent Garden de Doctor Areilza. Quién les iba a decir entonces que años después, con sus hijos ya «volando libres», acabarían juntándose cada tarde en casa de Mónica para disfrutar de su pasión por tejer, que ha derivado en su firma de bolsos de ganchillo. «La verdad es que nos lo pasamos muy bien pensándolos, comprando los materiales, haciéndolos... al principio en nuestro entorno pensaban que estábamos locas, pero les sorprende que llevemos ya tres años con ello. Hasta nosotras alucinamos», cuenta Mónica, que trabaja en la Asociación de Antiguos Alumnos de la Universidad de Deusto.
En su familia encontraron el apoyo para rentabilizar su afición. «Un día entró mi hija al salón y nos dijo: '¿Otra vez aquí? ¡Esto no puede ser! Hay que hacer algo... Pensad un nombre, que ahora mismo os abro una cuenta en Instagram», recuerda Mónica. Decidieron llamar a su marca 'MoMe', que lleva las dos primeras letras de sus nombres y «Memo sonaba peor». «Nos parecía que quedaba genial decir: 'tengo un Mome'. Y no sabes qué ilusión nos hace cuando vemos un Mome por la calle». Después Julia, hija de Mónica, también buscó un mercadillo en el que pudiesen vender sus creaciones. «A los 15 días ya nos presentamos en el primer 'market'. Y también los hemos vendido en la antigua tienda de H&M de la Plaza Moyua. Al principio pensábamos que menuda vergüenza, que iba a estar ahí todo el patio de Jesuitas, pero nos dio subidón que nos comprasen personas que no conocíamos». El logotipo lo hizo el hijo mayor de Mercedes, Pablo; y Gabriela, la pequeña, se encarga de gestionar la cuenta de Instagram y de sacar las fotos que publican para enseñar cada nuevo modelo a sus seguidores.
Mónica siempre se ha sentido atraída por las manualidades. «En la juventud hacía cuadros de punto de cruz. Al lado del sofá, nunca falta alguna creación que tenga entre manos». Todo lo que sabe se lo enseña a Mercedes, que también es «bastante manitas». «Siempre me han gustado las labores creativas, pero de joven no tenía paciencia, la he ido adquiriendo con los años», reconoce. Disfrutan reciclando tejidos y dándoles una nueva vida gracias a sus diseños. «Si vemos algo que nos gusta y preferiblemente de segunda mano, lo cogemos y ya veremos qué hacemos con ello. Unas hebillas desparejadas que nos llegaron de unos cinturones se las pusimos a unos bolsos», explica Mercedes, que trabaja como administrativa en el Colegio Oficial de Decoradores y Diseñadores de Interior de Bizkaia.
Sus bolsos de ganchillo, estilosos y prácticos, exigen tiempo, paciencia y sesiones interminables de prueba error. «Siempre procuramos mejorar, experimentar con diferentes materiales, hacer cosas nuevas... Por ejemplo, en invierno lanzamos un modelo con asas de tela que después sustituimos por las de bambú», explica Mónica. Un proveedor de Alicante les proporciona materiales y las etiquetas de cuero se las compran a Fernando Cabo, fundador de la tienda-taller Revoluciona de Atxuri. El valor añadido de sus creaciones es que no hay dos iguales. «Cada pieza es única. Triunfaron nuestras asas de carey, pero como las compramos en una feria, ya no hemos encontrado más». Además, «siempre que es posible» ofrecen la opción de personalizarlos. Sus bolsos -que cuestan entre 30 y 60 euros- se pueden encontrar en su cuenta de Instagram y en la boutique Pura Madre de Indautxu, en el número 50 de la calle Iparraguirre. «Allí tenemos algunos modelos y también en una tienda de Madrid que nos contactó por las redes, pero si alguien quiere verlos le abrimos el 'showroom'. Vamos, que le recibimos en casa y se los enseñamos».
A todos sus diseños les ponen nombre de mujer. «Los buscamos cortitos y los apuntamos, porque, si no, se nos olvidan. Y los precios también», bromean. La mayoría de sus clientas son mujeres «de 35 años para arriba» que aprecian los artículos especiales hechos con mimo, pero también tienen algún modelo cañero que triunfa entre las más jóvenes. Es el caso de su nueva creación, un bolso «súper divertido con un material gordito que hace una especie de ondas». Además, crean originales cinturones elásticos para colocar en la cintura encima de vestidos e incluso de abrigos. Y también elaboran broches con piedras y forma de libélula. «El experimento fue mi regalo de cumpleaños. Mónica me hizo uno y es tan bonito, que nos animamos a crear más y ya hemos vendido todos». Ahora los están haciendo con cuero y forma de flores. «En julio volveremos seguramente a otro mercadillo. No sabemos parar de hacer bolsos y, claro, hay que darles salida. Y no veas cómo vamos a las ferias, cargadísimas, no dejamos ni uno en casa y ya tendremos más de 100 tranquilamente».
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