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En cuestiones de looks de invitada no hay nada escrito, algo que ya llevamos advirtiendo desde hace algunos años. El encorsetado código de estilo que siempre ha reinado en bodas, bautizos y comuniones ha excedido sus propios límites a favor de cortes novedosos, combinaciones de ... colores inexploradas y mezclas impensables e imposibles que funcionan con actitud, el mejor de los complementos. Si echamos la vista una década atrás, sería difícil imaginar a una invitada asistiendo a una boda con un diseño que dejara su abdomen al descubierto, algo que parecía estar reservado solo a quienes querían presumir de 'six-pack' a pie de calle. Tampoco nos habríamos parado a pensar que se inventaría un nuevo concepto de princesas del siglo XXI, fundiendo rosas y tules en un mismo vestido sin resultar edulcorado. Y qué decir de las gabardinas, implacables al paso del tiempo y al dictado de la moda, aunque con un carácter tan flexible que permite reinventar una y otra vez sus patrones más clásicos. Vueltas de tuercas tan originales como necesarias que llegan de la mano de las mentes más creativas de Bizkaia. Algunos de sus diseños han desembarcado este fin de semana en distintos puntos del país para avivar las miradas curiosas.
Marta Robles bien podría estar caracterizada como uno de sus personajes. Una Misia Rothman envuelta en perfume de violetas con aspecto de 'femme fatale', como la que protagoniza su novela. «Vestirse para la ocasión, pensar en la indumentaria perfecta para cada momento tiene algo de juego, de emocionante travesura. Me gusta abandonar la rutina y ser otra. La vida también es eso», afirma en su último post de Instagram. La periodista y escritora se perdió un San Jordi de libros y rosas en la Ciudad Condal para viajar a una boda con acento sevillano «de una persona muy querida». Llevó un diseño con el que se ha desmarcado de sus propias normas para investigar nuevos límites en el terreno estilístico. «Me he ataviado con un vestido muy distinto y espectacular de Alicia Rueda», escribía en sus redes sociales. Porque si hay dos adjetivos que definen el trabajo de la diseñadora de Markina son esos, «distinto» y «espectacular».
Robles ha demostrado así los límites infinitos que presentan hoy en día los looks de invitada, gracias a un modelo de la colección primavera-verano 2022. Las siluetas menos convencionales ahora también son bienvenidas en las bodas. El suyo es un vestido en punto de crepé, de corte 'midi' y con doble 'cut-out' «efecto bikini», tal y como lo denomina la propia Rueda. Estas aberturas estratégicas, vistas en pasarela y adaptadas a la calle, también han sabido extrapolarse a terrenos tan antagónicos como el nupcial o la alfombra roja, dando lugar a los diseños de invitada más insólitos de los últimos años. Además, este look tiene volumen en la manga a base de plumas, que le aporta ese espíritu festivo tan necesario. Lo completa con un sombrero de rafia de la reconocida sombrerea Reyes Hellín y zapatos «ideales y comodísimos» de Isabel Abdo.
Prendas de soldados y tropas en la vida real, de espías y detectives en la literatura, de galanes y divas del séptimo arte. La gabardina es una pieza capaz de narrar por sí misma la historia del siglo XX, encarnándose en una mezcla de ficción y realidad, de objeto de culto al alcance de unos pocos y perfecto fondo de armario de muchos. Así como no podemos imaginar sin ella a un Humphrey Bogart despidiéndose de Ilsa en 'Casablanca', tampoco podemos describir el estilo de los bilbaínos sin recalar en el 'trench' que tantas veces ha solucionado la papeleta cuando arrecia el sirimiri. Y sino que se lo digan a Itxaso Elordui, que ha metido una en la maleta para vivir un fin de semana de despedida de soltera. Pero el suyo no es un diseño cualquiera destinado a convertirse en un simple básico de fondo de armario, el suyo es un modelo mucho más especial, capaz de vestir al más neutro de los looks. «Solo es agua» dicen algunos mientras suben los cuellos de su gabardina, un gesto que, gracias a Eder Aurre, ahora tiene un puntito más de fantasía.
El diseñador portugalujo siempre ha hecho especial hincapié en las prendas exteriores. «Son las piezas estrella de mis colecciones. Suelo incluir uno o dos diseños potentes», explica. Una predilección que le ha llevado a lanzar su primera colección cápsula de gabardinas, compuesta por diferentes diseños con toques tan sofisticados como diferentes. El que ha elegido la periodista bilbaína es un personalísimo 'twist' del gabán de siempre, que incorpora ribetes en contraste al clásico color topo y un sorprendente tejido plisado con estampado floral en la parte trasera. Aunque el modisto asegura que le gusta presentar este tipo de diseños sin nada por debajo, «como si fuera una pieza única», Elordui lo combinó con unos sencillos vaqueros y sandalias de tacón.
Fue en una de las tardes que pasó en la despedida de soltera de su amiga Nuria March, que se casará con el financiero Don Johnston el próximo 10 de junio en Londres. Un fin de semana en el que esta comunicadora todoterreno ha disfrutado de la compañía de sus amigas en Castilla Termal Valbuena, un monasterio cisterciense del siglo XII convertido en hotel balneario de 5 estrellas. Allí, en el corazón de la Ribera del Duero, más concretamente en la localidad de San Bernardo en Valladolid, quiso llevar el diseño de su tierra por bandera. «Tengo mucho cariño a Eder y yo siempre defiendo a nuestros diseñadores. Me encanta la moda y me gusta cuidar a los nuestros», nos cuenta.
Jara Laia Rebollar no se lo pensó dos veces a la hora de elegir look de invitada. Sabía que Oihana Barrasa podría materializar el vestido de sus sueños. La diseñadora de Zalla es un torbellino de ideas que irrumpió en la moda nupcial vizcaína hace cuatro años, quizás por eso «tuvo clarísimo cuál sería su pieza ideal». Se conocieron en los aledaños del cole: sus hijos van a la misma clase y eso les ayudó a estrechar lazos. «Ella es preciosa y muy dulce. Es una muñeca», y como tal, quiso convertirla en princesa por un día.
Se casaba una de las mejores amigas de esta bilbaína y quería un diseño especial. Oihana buscó en los archivos del Dior de Maria Grazia Chiuri a modo de inspiración, rescatando una de las bazas que más calado ha tenido en sus colecciones de los últimos años: los vestidos de corte lencero. Y es que la casa francesa hizo del 'bustier' una nueva seña de identidad, integrando los corpiños interiores en vestidos de todo tipo y contrarrestando su sensualidad con detalles siempre románticos. Barrasa, en su caso, pensó en el tul de seda y el color rosa empolvado para lograr ese equilibrio.
Consiguió así un vestido de corte 'midi' con cuerpo lencero rematado en volante. Las previsiones climatológicas no eran demasiado halagüeñas, por lo que incluir una estola de plumas de marabú resultó ser la más acertada de las decisiones. Unos guantes al codo, cada vez más presentes en novias e invitadas tras muchos años en el olvido, acompañaban a este look que anticipa una primavera lluviosa y un entretiempo en el que no siempre es fácil acertar, aunque ellas lo consiguieron de pleno.
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