El amor llega cuando menos te lo esperas. En una cena con amigos, en el supermercado, en una noche de fiesta... Lo que no esperamos es que nuestra madre sea la celestina. Pero a veces sucede. Ejemplo de ello es la historia de amor de ... Alazne Bilbao y Thibaut Mathieu. «Él alquiló la casa de mi hermana y conoció a toda la familia antes que a mí. Un año después, Mila, mi madre, le dio mi contacto, porque le parecía una persona interesante», recuerda entre risas esta bilbaína de 31 años. Comenzaron a hablar por mensajes y, finalmente, se conocieron en Barcelona, ciudad en la que residía Thibaut, un francés con raíces alemanas de 40 años. Por aquel entonces, Alazne, que trabajaba como modelo internacional, vivía entre Los Ángeles, Bilbao y el resto del mundo. Les separaban miles de kilómetros, pero aprovechó la coyuntura de uno de sus vuelos para tener su primera cita en la ciudad condal. «Además de su físico, me atrajo su perfil internacional y su espíritu nómada. Es una persona que también ha vivido en diferentes ciudades y ha conocido varias culturas. Me pareció muy afín a mí», cuenta.
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Tras cuatro años de noviazgo, Thibaut le pidió matrimonio hace un año en Tenerife, uno de los destinos de sus primeros viajes juntos. «Estuvimos teletrabajando desde allí. Un día fuimos a hacer un picnic en el Parque Nacional del Teide, paramos en un bosque y ahí me lo pidió. El pobre estaba súper nervioso, se puso de rodillas y yo no entendía nada. Le pregunté: '¿Pero qué haces en el suelo?' Yo pensaba que se había caído. Después me di cuenta de lo que estaba haciendo. No me lo esperaba para nada», cuenta. La boda se celebró el pasado 21 de agosto en Oleron, isla francesa situada en la costa atlántica. «Es el lugar de veraneo de la familia de Thibaut. Me apetecía casarme en el extranjero y fue una buena oportunidad. Hicimos todo relativamente rápido, porque queríamos casarnos y formar una familia», se sincera Alazne.
La pareja contrajo matrimonio dos veces la misma semana. La boda civil tuvo lugar el miércoles 18 con los familiares más cercanos y se dieron el 'sí quiero' el sábado por la iglesia rodeados de 80 invitados. Para la primera celebración, de carácter íntimo, Alazne optó por un vestido blanco 'mini' de sarga de algodón y encaje diseñado por Charlotte Mathieu, una de las hermanas de Thibaut. Completó la indumentaria con un chaleco y unas sandalias trenzadas del mismo color.
Para la ceremonia, que tuvo lugar en la iglesia Saint-Georges-d'Oléron, Alazne eligió un vestido blanco de satén, corte sirena y cola de la firma Dovita. Un diseño que encontró en el estudio Grace Barcelona, situado en el barrio de Gràcia. «Había estado mirando diferentes alternativas hasta que di con el definitivo. Era sencillo, pero me gustaba. Creo que encajaba muy bien con mi personalidad, así que me dije: 'mira, no me voy a volver loca'. En menos de un mes ya tenía vestido de novia», asegura. Completó el 'look bridal' con un original velo del diseñador Herve Moreau, unos discretos pendientes de la marca Novia Blanca y unos elegantes y prácticos zapatos de la firma Tommy Hilfiger que fueron un regalo de su madre.
Fue una semana «muy intensa», ya que cada día ocurría algo nuevo: «Mi familia vino de Bilbao el lunes, el martes hicimos un pequeño evento, el miércoles tuvo lugar la boda civil, el jueves llegaron nuestros amigos e hicimos una barbacoa y el viernes les ofrecimos un recibimiento en el lago...». El gran día llegó el sábado. «Los dos dormimos fatal la noche anterior porque estábamos preocupados por si se nos olvidaba algo. Así que a las cinco de la mañana nos pusimos a ensayar el baile con el que íbamos a sorprender a los invitados», reconoce entre risas. Alazne amaneció «destrozada» tras las pocas horas de sueño, se preparó con su madre y se puso en manos de su tía Marian, peluquera y propietaria del salón Ileak en el corazón de Bilbao, que moldeó su melena con unas ondas al agua. Tras comer en familia, su padre y su tío la llevaron en coche a la iglesia. «Fuimos demasiado puntuales, así que tuvimos que esperar unos minutos porque aún faltaba gente», recuerda entre risas. Finalmente, la ceremonia se celebró a las 15.00 horas.
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Para Alazne, estar con Thibaut en el altar fue uno de los momentos más especiales del día. «Me emocioné, sentí una fuerte conexión con él», admite. Se trató de una divertida ceremonia que estuvo llena de anécdotas. «Con las prisas, se me olvidó ponerme el velo, me lo tuvo que recordar mi madre; a mi chico casi se le cae una de las alianzas, luego no nos entraban y no hubo beso final, así que firmé el registro con el velo puesto. ¡No veía nada! Cosas del destino...», recuerda. La música no siguió el ritmo de las ceremonias tradicionales, ya que sonó desde 'All you need is love' de The Beatles hasta 'L-O-V-E' de Nat King Cole. «Hubo tiempo para cantar y bailar», asegura.
Ya como marido y mujer, Alazne y Thibaut se dirigieron en el tradicional coche blanco a 'Chateau du Mesnil', la finca palaciega en la que se hospedaban los novios y los invitados. El convite tuvo lugar en los extensos jardines de la villa. «Nuestras familias la decoraron con flores típicas de la zona», indica. Y en esta boda, no hubo la cena formal que reúne a los asistentes alrededor de la mesa. «Queríamos que la gente tuviera la libertad de poder hablar con todo el mundo», explica. El cocinero, Théo Baraize, ofreció un interesante catering que fusionó la comida francesa y la española: se sirvieron desde las típicas ostras de la zona hasta jamón y gildas del norte. «Todos conversaban. Se creó una mezcla cultural muy interesante», asegura. Durante la celebración, también hubo espacio para los emotivos discursos de los padres de los novios o de Janire, la hermana de Alazne, que repasó su trayectoria en la moda. Y uno de los momentos más divertidos de la noche sucedió cuando la recién casada lanzó el ramo: «La abuelita de Thibaut se dispuso a cogerlo a sus 90 años».
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Dani Less, que ha integrado el cartel del BBK Live en varias ediciones y es la pareja de una amiga de Alazne, fue el Dj de la fiesta. «Estuvimos bailando hasta las tres de la madrugada. Todos estábamos encantados, la gente necesitaba volver a la normalidad. Hasta la abuelita de Thibaut se fue a la cama pasada la medianoche porque se lo estaba pasando bien», reconoce. Y así los protagonistas de esta historia de amor vivieron uno de los días más especiales de sus vidas. La luna de miel, por el momento, tendrá que esperar. «La hemos tenido que aplazar unos meses por trabajo y por la pandemia. En un principio, queríamos ir a Japón, pero al final vamos a hacer un safari por África».
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