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Sarai Vázquez
Jueves, 21 de noviembre 2019
Muy pocos kimonos de los que se lucen hoy en Bilbao han sido confeccionados en Japón mediante técnicas tradicionales. Pero gracias a Rocío Sánchez y Marta Belmonte, dos amigas bilbaínas de 55 y 45 años respectivamente, se pueden encontrar en la villa los auténticos y ... más especiales. Estas dos emprendedoras rescatan estas piezas 'vintage' llenas de historia para su firma de kimonos, que se llama 'Mono no Aware'. Algunas se diseñaron en los años veinte y las más misteriosas pertenecieron en los cincuenta a hermandades que habitaron en los bosques nipones. El tiempo no pasa en balde para estas prendas, y en algunos casos, presentan desperfectos que no hacen más que aportar un valor añadido. Rocío y Marta las encuentran y les dan una segunda oportunidad. «Aunque tengan años, estos artículos están muy cuidados y pasan siempre por la tintorería», cuentan. Además, los kimonos siempre los envían acompañados de una breve narración de su pasado. «Los que están hechos de algodón, por ejemplo, pertenecieron a campesinos, porque solo los más adinerados tenían acceso a la seda», explican.
Este proyecto cumple con el fenómeno de la economía circular, que se ha potenciado desde hace siglos en el estilo de vida de los japoneses. «Son muy tradicionales y no tiran nada. Los kimonos tampoco, van pasando de padres a hijos, cuando están rotos los usan para confeccionar otras prendas o para hacer trapos y cuando ya no valen los queman para hacer fuego», sostienen. Se trata de una isla donde los recursos son limitados, no se tira nada y menos los kimonos, que son unas piezas muy valiosas para ellos.
Esta afición por recuperar kimonos especiales comenzó hará un par de años, cuando Rocío visitó una tienda tradicional de Tokio. «Las prendas estaban dobladas en una estantería de madera que iba de un lado a otro del establecimiento», recuerda. Viajaba por motivos de trabajo - es licenciada en Derecho y se encarga de las relaciones exteriores de una iniciativa en Bilbao que impulsa a diseñadores emergentes para hacerles crecer a nivel internacional-. Así que en sus ratos libres aprovechó para recorrer los lugares más recónditos de la ciudad. «Me pareció apasionante ese choque entre lo ultramoderno, como los impresionantes rascacielos iluminados en neón, y lo tradicional, como las pequeñas callejuelas repletas de comercios de toda la vida», rememora. Cuando volvió a Bilbao, comentó el hallazgo con Marta, arquitecta de profesión, y la persona con la que compartía esa pasión por la cultura japonesa. Y pronto comenzaron a contactar con los proveedores que consiguen estos tesoros, que se reparten entre las ciudades de Tokio, Kioto y Osaka. «Si encuentran una pieza especial y nos gusta, nos la envían. Cuando nos llega una caja somos como niños en la noche de Reyes», expresan. El vínculo que mantienen con estos trabajadores va más allá de lo estrictamente profesional. «Son personas muy respetuosas, guardan la distancia y son detallistas, a mi hijo le enviaron un regalo por su cumpleaños», cuenta Rocío.
Estos kimonos que rescatan Rocío y Marta de Japón, no solo sirven para vestir, si no que son tan especiales que muchos clientes los compran para decorar algún rincón de su hogar. «Adornan mucho colgados de una pared, un hombre nos pidió una falda Hakama para la entrada de su casa». También les compran kimonos para estar en casa. «Son perfectos para las personas que trabajan en su domicilio, hace que te sientas de otra manera», afirman.
Debido al éxito que tienen los kimonos 'vintage', estas bilbaínas han comenzado a traer y vender otro tipos de artículos nuevos que forman parte de la vestimenta tradicional de este país nipón. Como las Getas, unas sandalias características por su suela de madera. «Trajimos aproximadamente diez y han gustado mucho porque solo nos quedan las que tienes en la mano», expresan. Al igual que los Tabi, unos calcetines que separan el dedo gordo del resto. «Son muy cómodos, yo los utilizo para andar por casa. No resbalan», subraya Marta. Asimismo, ofertan unos delantales de la década de los 50 que fueron parte del uniforme de los dependientes de un negocio de guantes. «Son de algodón, llevan unas letras japonesas, están deslavados y eso quiere decir que son auténticos», cuentan con emoción.
Actualmente, las piezas de su firma, que rondan los 120 y 250 euros, se pueden comprar en dos establecimientos exclusivos del centro de Bilbao: Le Patio, un comercio de decoración ubicado en la calle Henao, y La Bombonera, una tienda-espacio de arte que cuenta con diseños locales y artesanía de otros países, en la calle Bertendona. «Buscamos que los establecimientos que venden nuestros kimonos también sean especiales».
Además, Rocío y Marta forman parte de eventos efímeros. «Tenemos el producto idóneo para aparecer y desaparecer de repente, eso hace que se perciban como prendas todavía más exóticas», afirman. Expusieron sus kimonos y demás productos 'made in Japón' en el local Adi Espacio Ocio Y Negocios de Algorta y también formaron parte de la Fashion Revolution, en el mercado de La Rivera el pasado mes de abril. Además, se trasladaron el año pasado a Madrid para participar durante un fin de semana en un 'market' navideño. «Allí triunfaron nuestros kimonos, fue impresionante, hasta turistas japoneses se pararon en nuestro puesto porque no se podían creer lo que estaban viendo», recuerdan. Una fascinación parecida a la que sintió la clienta que se acercó en el momento de realizar este reportaje a la tienda La Bombonera en busca de su soñado kimono después de llevar semanas esperando a que llegase. Lo miró y lo remiró mientras se le escapaba una sonrisa, era justo como lo imaginaba, negro, largo, con bordados... y con una gran historia detrás.
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