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De su cocina a la carpa de 'Bake Off', el programa de Cuatro, con Jesús Vázquez al frente, que busca al mejor pastelero amateur del país. Así es el recorrido de Begoña Amezua, una bilbaína de 56 años y comercial de ... profesión, que defiende su particular ironía y sus orígenes. «Los de Bilbao vivimos dónde queremos», dijo en su vídeo de presentación para justificar que en la actualidad reside en Santander. La concursante de 'Bake Off' se define como una mujer «de carácter» y cree que en el programa va a tener más de un problema porque tiene «la lengua más rápida que el pensamiento».
Hasta ahora se asomaba a YouTube con sus vídeos de recetas en 'Cocinando con Begoña', sumando más de tres años de experiencia online. ¿Su objetivo? «Compartir mi pasión por la cocina con todos los que quieran», según contaba en su debut elaborando una merluza rellena de marisco, una receta de su abuela. Y así fue dando vida a sus fogones y sumando seguidores, hasta contar con más de 1.700. No era de extrañar que cambiara la cámara casera por las profesionales, sin pizca de timidez. Ser una de las protagonistas del esperado 'talent' repostero, todo un éxito internacional, no era fácil, con más de 2.300 aspirantes. Aunque su perfil cuadra a la perfección dentro de un casting de lo más variado. Ella representa madurez y sentido del humor. Reconocía que «tenía unas ganas locas de verme con el delantal». Seguro que también aspira al premio, 50.000 euros que conseguirá el mejor pastelero tras diez semanas de competición.
En cuanto a la habilidad como cocinillas, en los tres programas emitidos ha mostrado aciertos y desaciertos, incluso algún corte con los cuchillos. Abría el show con la reinterpretación del arroz con leche de su abuela. Entonces le faltó elegancia y sutileza en boca, según los jueces, los prestigiosos reposteros Betina Montagne, Dani Álvarez y Miquel Guarro. Después tuvo que replicar un milhojas en la prueba técnica y quedó en tercera posición. «Dos veces más que lo hagas y lo clavas», decían tras la cata a ciegas. Cerraba el programa piloto con la prueba wow y la obligación de sorprender, aunque su caravana, un homenaje a su afición de viajar con su marido, se quedó «en miau». «Lo veo chungo, me da vergüenza presentarlo», reconocía. El jurado recibió su propuesta con cara de póquer y ella asumía «el cúmulo de catástrofes». De hecho, fue señalada para abandonar, pero fue su compañero Víctor el primer expulsado de 'Bake Off'.
La segunda semana el chocolate fue protagonista, arrancando con una reinterpretación de autor del chocolate con churros, que en el caso de Begoña no fue muy acertada, demasiado dulce. Eso sí, tomó buena nota de los apuntes de Miguel Guarro. «¿Te puedo copiar la idea?», le decía simpática. En todo momento, la repostera bilbaína no pierde el humor, «iremos aprendiendo y mejorando. Reconozco que intenté darle otro aire, que igual ha sido un huracán», explicaba antes las cámaras. Aunque se superó y logró una prueba técnica casi perfecta, con una complicada esfera. Recibía asombrada los comentarios y pasaba a ocupar la tercera plaza del ranking. «¡Leches que tengo pódium, no me lo puedo creer! Me he quedado más ancha que larga, estoy pletórica, he engordado tres kilos», comentaba. El cierre era el más difícil todavía, emulando una gran Torre Eiffel. Pese al trabajo, ella estaba en el equipo perdedor, que sintió la baja del más veterano, Antonio. Emocionado aseguraba que quería «demostrar a mis nietos que sin esfuerzo no hay recompensa».
Este martes el programa, que cambiaba de día de emisión, conseguía su máximo de espectadores con casi un millón y el 8,2 por ciento de share. Los postres de la infancia eran la percha de las recetas, empezando por reinterpretar la tarta de la abuela. Es más, unas cuantas reales fueron pinches, algo que no entusiasmó a Begoña. La suya se llamaba Paquita, «como mi cuñada, tiene muy buena voluntad, pero no tiene ni idea», decía. Es más cuando cocinaba en su lugar no ocultaba los nervios, «se me están empezando a poner los pelos como escarpias. ¡Paquita que nos pilla el toro!». Pese a todo, la valoración no fue ni tan mal, «le falta que sea más bonito», apuntaba el jurado que añadía «todo lo que te decimos te vas a quedando con ello e intentas que se refleje en el postre». La prueba técnica con un castillo de naipes muy mágico incendió las cocinas y los comentarios. «Hay gente que acapara un poquito más de la cuenta», señalaba. Pasado el cocinado, la cata a ciegas fue implacable con ella. «Sucia, mal pulida, insalvable, la que veo menos apetecible», decían y eso que ella no ocultaba el esfuerzo de «sangre, sudor y lágrimas» de su postre. Aunque Betina volvía a sacar la cara por ella, «no das excusas, asumes tus errores y siempre quieres mejorar».
El cierre tuvo a los trampantojos como protagonistas y más tensión entre los participantes. «Aquí pasa como en el cole, ¡tonto el último!», aseguraba Begoña, en alusión a cómo algunos competidores se hacían con más ingredientes que el resto. El propio Jesús Vázquez decía que «en la carpa de 'Bake Off' también se magnifica todo», en clara alusión a 'Gran Hermano'. Begoña planteó un falso cesto de tomates que convenció bastante a los jueves. «¡Aquí hay tomate!», bromeaba la carismática Betina Montagne. «De esta grabación quiero una copia», añadía la bilbaína. Después de todas las valoraciones, la tercera eliminada fue Mónica. Al cierre Begoña se mostraba muy emocionada, recibiendo el consuelo de Jesús Vázquez y la alegría de permanecer otra semana en el concurso. ¿Hasta cuándo seguirá esta bilbaína «de cáracter» endulzando a los espectadores?
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