De enamorarse en Aste Nagusia al 'altar': la gran boda de dos novias únicas en Berango

¿Cupido o Marijaia? Ambos ejercen de celestinos. Durante la Aste Nagusia, surgen esperados encuentros con conocidos y amigos que uno no ve desde hace tiempo. ¡Y qué alegría tan tonta nos invade cuando esto sucede! En estas fiestas, las mejores del mundo al menos para los bilbaínos, todo puede pasar, y reiteramos, todo. Hasta que en las animadas noches de fiesta, entre los cientos de personas que abarrotan las txosnas, encontremos al amor de nuestra vida. Así les ocurrió a Fuen Careaga e Inés Jaén, dos getxotarras de 30 y 36 años, respectivamente. Se conocían de vista, pero la chispa entre ellas saltó hace ocho años durante el concierto de 'Tea Party Djs'. Desde entonces, se beben la vida de la mano.

«Nuestras diferencias en todos los sentidos hacen que nos complementemos de maravilla. Ella es tímida y yo más echada para adelante. Ella es creativa y a mí me encanta el deporte. Ves, no tenemos nada que ver», cuenta Fuen entre risas. Pero si coinciden en algo, en que juntas tienen «el récord del mundo en quererse», como decía La Oreja de Van Gogh en una de sus canciones. Tras un bonito y prolongado romance, que las llevó hasta Australia -país en el que vivieron durante dos años-, Inés se declaraba a Fuen el pasado mes de octubre: «Yo ya se lo había pedido más de una vez bromeando. Ella ya sabía que le tocaba dar el paso y encontrar el momento perfecto», cuenta Fuen. Lo halló en una escapada que la pareja hizo con las mejores amigas de Fuen a su casa de veraneo de Biarritz. «Cuando estábamos todas tranquilas en casa tomando una copa, sacó el anillo. Yo pensaba que estaba de coña, pero era de verdad. ¡Fue muy romántico!», recuerda. El enlace tuvo lugar el pasado 24 de julio en Caserío Olagorta, en Berango.

Eder Aurre fue el diseñador vizcaíno que las unió estilísticamente el día de su enlace. «Conocíamos muy bien su trabajo porque amigas nuestras habían lucido sus diseños de invitada en varias bodas. Elegirle a él fue un acierto, ya que en todo momento nos ayudó mogollón a encontrar un look con el que nos sintiéramos nosotras», cuenta Fuen. Un único diseñador para dos novias «sencillas» que lucieron dos estilismos que encajaban a la perfección. «Formamos parte del proceso de creación del diseño la otra, pero no vimos el resultado hasta el día de la boda», añaden.

Fuen eligió para su gran día un buzo con líneas minimalistas elaborado en crepé con pata de elefante, escote delantero cuadrado y apertura en la espalda. Inés, por su parte, prefirió lucir un vestido con silueta semientallada y vuelo en la falda al que le añadió unos puños de una blusa de su bisabuela. En este caso, no merece la pena que los complementos tengan un capítulo aparte, ya que los únicos accesorios que incluyeron en sus 'looks bridal' fueron unos pendientes con los que ya se habían casado previamente sus hermanas. «No llevamos ni ramo de flores, no nos veíamos con ellos», cuentan.

Cada una se despertó el día de su boda en la casa de sus padres, en Getxo. De hecho, la estilista que también compartieron, Alba Herrera, se desplazó de un domicilio a otro para que las dos lucieron radiantes en su gran día. «Primero se pasó por la casa de Inés y luego vino a la mía», precisa Fuen. A Inés le realizó un semirecogido en su melena lisa y a Fuen le moldeó su pelo castaño corto. En cuanto al maquillaje, ambas lucieron un look natural: «Queríamos sentirnos nosotras mismas el día de nuestra boda, sin nada exagerado, porque no solemos maquillarnos demasiado».

Las novias se encontraron en el exterior del portal de Fuen. «Cuando la vi vestida de blanco empezaron mis nervios. Además, mi madre nos hizo esperar porque había perdido los zapatos en casa. ¡Qué desastre!», cuenta Fuen entre risas. Mikel, de la empresa 'La Furgona Azul', las llevó en uno de sus vehículos con estética 'vintage' a la finca Olagorta, donde se celebró el enlace a las seis de la tarde frente a 250 invitados. «En un principio, queríamos hacer una celebración íntima, pero ya sabes, se nos fue complicando», reconocen. La pareja cruzó el pasillo de la mano junto a alguno de sus sobrinos. También les acompañó Parmi, su perro. «A Inés la tuve que frenar cuando íbamos andando porque estaba tan nerviosa que iba zombie. No podíamos ir muy rápido porque éramos muchos». Se trató de una ceremonia breve y, sobre todo, emotiva, en la que varios amigos y las hermanas de las novias les dedicaron sentidas palabras.

Tras el 'sí quiero' de las novias, comenzó un convite «largo» -más de dos horas- en los jardines de esta finca vizcaína, donde no faltó «un puesto de rabas y vermut». Entonces tuvo lugar una gran sorpresa, sobre todo, para Inés: «Vino a tocar 'Bravas', el grupo en el que canta y toca la guitarra. Ella estaba un poco 'chof' porque no iba a haber música en directo en nuestra boda, pero se equivocaba. Los de la banda estaban totalmente compinchados con su hermana. ¡No se lo esperaba!». A continuación los invitados disfrutaron de un banquete «ligero» compuesto por tres platos (salmorejo, magret de pato y una tarta árabe). En ese momento, las novias entregaron dos ramos a sus madres; y vinilos con su música preferida y caricaturas creadas por Pilar Miota a sus amigos. El baile de Fuen e Inés al ritmo de la canción 'My Girl' de 'The National' dio paso a una fiesta ambientada por el Dj 'Pitu' de Sonort. «A pesar de que lo dimos todo hasta las cuatro de la madrugada, nos quedamos con ganas de más», aseguran sonrientes.

Las recién casadas han puesto la guinda este verano a una de las experiencias más bonitas de sus vidas con una luna de miel que les ha llevado a las islas Maldivas, Cascais y Grecia. Nunca olvidarán el día de su boda y aquel flechazo por obra de Cupido. Perdón, de Marijaia. Aunque a juzgar por el amor que se tienen, seguro que fue cosa de ambos.

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