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Hace tres años y medio, Ana Vijandi decidió fundar su propio gabinete de imagen para ayudar a las personas a encontrar el estilo que les define. «Acuden a mí porque quieren verse y sentirse mejor«, asegura. Sobre todo, en un periodo de pandemia que parece ... haber cambiado para siempre nuestro diálogo con la moda. »Muchos se han dejado y han entrado en bucle«, puntualiza. Vijandi se convierte en un apoyo, en una compañera de camino que les ayuda a salir del bache analizando sus gustos, su silueta, sus rutinas y preferencias. Solo así consigue hacer un escaner global del cliente para detectar las prendas, los colores y los cortes con los que potenciar una imagen, a menudo, apagada. «Hay casos en los que han pasado una mala época, se enfundan en el negro y no salen de ahí. Yo intento que abran sus horizontes descubriéndoles un abanico de colores y opciones que nunca se hubieran imaginado. Eso sí, hay que ir con actitud positiva, sino no les puedo ayudar», cuenta.
Ana siempre tuvo un olfato especial para la moda. «Me encantaba jugar con las muñecas y sus vestidos», recuerda. Nunca tuvo referentes familiares en el sector, pero sí una madre «guapísima y elegante» de la que sus hermanas y ella heredaron el don del buen gusto. Aunque comenzó a trabajar como oficial de notaría, en su tiempo libre decidió formarse en el curso profesional de 'personal shopper' y asesoría de imagen de María Uranga. Gracias a ello, y poco tiempo después, se lanzó a la aventura de crear su propio proyecto. Una ilusión 360º que abarca desde el trato personalizado al cliente hasta su faceta más inspiracional a través de las redes sociales.
Y es que esta bilbaína se ha labrado un perfil 2.0 en Instagram que se ha convertido en un estímulo para las amantes de la moda. En él, comparte a diario combinaciones exquisitas donde se mezclan piezas básicas con pinceladas de tendencia. Vamos, lo que ella entiende como un perfecto fondo de armario. Un espejo virtual que deja entrever la personalidad de su creadora y donde ya se miran más de 8.000 seguidoras. «Les encanta. En agosto he hecho un pequeño parón y ya me decían que querían que comenzara septiembre para ver mis propuestas», añade.
Ana presume de un estilo elegante, sencillo y afrancesado que responde al «menos es más». No es amiga de los grandes estampados, pero sí de los looks monocolor. Nunca subestima el poder de un buen abrigo, un buen bolso o un pantalón blanco en verano, de esos que te sacan de más de un apuro inesperado. Y en cuanto al tacón, se ha ido bajando progresivamente de ellos, salvo en ciertos eventos en los que esos 8 o 10 centímetros de altura nunca están de más. «Ahora suelo ponerme merceditas o deportivas», asegura. Y es que, su estilo también ha ido evolucionando acorde a los años, los tiempos y las tendencias. A sus 45, arriesga, sorprende y acierta, muchas veces gracias al comercio local. Pope Selection, La Côte, Blondie, Her, Ambali, N32, Coquette o Merculesson algunos de sus referentes vizcaínos.
También acierta con sus clientes, que no solo proceden de nuestro territorio, sino que llegan dese Tenerife, Madrid o Málaga. «En este último año el negocio ha ido cogiendo volumen», nos cuenta. A ellos les ayuda a construir un «armario cápsula» y les recomienda hacer una buena limpieza de armario dos veces al año, coincidiendo con los cambios de estación. «Da mucha pereza, pero hay que sacar todas las prendas, sino se acumulan, no las podemos ver todas y nos olvidamos de ellas», reconoce. Su método infalible es dividirlas en tres montones: en el primero, la ropa que no nos hemos puesto en tres años o más; en el segundo, las dudas; en el tercero, las piezas sentimentales que no vamos a tirar. «Siempre hay una hermana o amiga que puede dar uso a esa ropa que no utilizamos», añade.
Una vez que hayamos seleccionado lo que nos sirve y lo que no, es sencillo: hay que vaciar para volver a invertir. Eso sí, con cabeza. Y es que su clave es «quedarse solo con la ropa que te pongas y te haga feliz», un mantra que comparte con una famosa gurú japonesa del orden. «Soy muy Marie Kondo, en mi casa me temen», bromea.
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