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Artesanía en Bilbao

Collares, bolsos o muñecos personalizados: así son las «cosas bonitas» que crea Amaia

En 'Amakuyi', el proyecto más personal de Amaia Barrenetxea, hay espacio para todo tipo de artículos que brotan de su mente y que crea con sus propias manos: desde bolsas de tela o muñecos personalizados de madera hasta una distintiva bisutería de cerámica y neceseres en los que plasma sus acuarelas

Viernes, 21 de mayo 2021, 01:55

La creatividad es una de las capacidades más destacables de Amaia Barrenetxea. De niña, esta bilbaína de 45 años adoraba copiar y colorear algunos de los personajes más célebres del mundo del cómic, como Astérix, Obélix o Tintín mientras sus tres hermanos veían la ... tele. «A mí nunca me atrajo», admite. Ella prefería desarrollar cualquier actividad que se pudiese hacer con las manos: desde repostería hasta tejer. «Esta última práctica siempre la vi en casa, mi abuela y mi madre pasaban horas con los ovillos de lana y con las agujas entre sus manos. Yo, fascinada, me sentaba con ellas e intentaba aprender. No era fácil, ni mucho menos, se me caían casi todos los puntos, no me salía y les pedía ayuda», recuerda. Pese a su fuerte predilección por este mundo creativo, finalmente se licenció en Psicología y estudió un módulo de interpretación en lengua de signos. Después estuvo trabajando hasta el 2008 en el departamento de empleo de la Asociación de Personas Sordas. «En aquel año, tras nacer el segundo de mis tres hijos pedí una excedencia laboral. Y ya no pude volver a la entidad porque se disolvió», cuenta. Fue entonces cuando Amaia comenzó a explorar su parte más creativa.

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Una de sus originales bolsas de tela.

«No tener trabajo en aquel momento no me preocupó, porque los niños todavía eran pequeños y me necesitaban», admite. En el poco tiempo que le dejaban sus tres hijos, como necesitaba estar «constantemente en acción», comenzó a crear piezas de artesanía para familiares y amigos: daba forma a elementos de rafia, pintaba y personalizaba bolsas de tela y figuras de madera, creaba bisutería, libretas con punto... Hasta que un buen día, animada por su marido se abrió un blog. «En concreto, él me regaló el esqueleto de la web, donde empecé a compartir el caótico mundo de una mujer artista. En las entradas, abarcaba todo tipo de temáticas: recetas o viajes que hacíamos toda la familia hasta un tutorial para envolver regalos de una forma atractiva. Pronto, los visitantes de aquel espacio online fueron creciendo, «coincidiendo con el 'boom' de los blogs». Así, las entradas de Amaia no solo eran visitadas por sus amigos, conocidos o las madres del colegio de los niños, sino que usuarios de diferentes puntos del mundo, como Latinoamérica, por ejemplo, se fueron aficionando a su contenido. «Yo no me lo podía creer, me parecía una barbaridad. De hecho, cuando llevaba unos días sin compartir nada, me enviaban mensajes para saber si estaba bien», cuenta.

Sus collares son todos diferentes.

Mientras plasmaba todo lo que brotaba en su mente en el blog y atendía pequeños pedidos de productos artesanos, Amaia comenzó a colaborar con la Fundación 'The Walk On Project' (WOP), creada por los bilbaínos Mikel Renteria y Mentxu Mendieta para recaudar fondos para la investigación de enfermedades neurodegenerativas. Dentro de la entidad se encargaba de 'tunear' algunos de los patos de la Estropatada, uno de los eventos al aire libre más multitudinarios de Bilbao. «Los pintaba dando rienda suelta a mi creatividad y hasta les creaba el vestuario: les ponía txapelas y pañuelos de arrantzale, capas, los caracerizaba como Frida Kahlo, David Bowie, Freddie Mercury...», recuerda. En ese tiempo, Amaia estableció su propio taller en la mesa del comedor de su casa, donde elaborada sus propios pedidos y personalizaba aquellos simpáticos patos de goma. Se trata de un espacio amplio, muy luminoso y en el que no siempre están desplegados todos sus bártulos. «La razón es obvia, mis tres hijos vienen a comer a casa. Cuando llegan lo guardo todo y luego lo vuelvo a sacar. ¡Bastante paciencia tienen en casa con todos mis materiales!», cuenta entre risas.

Sus muñecos personalizados para la tarta de las bodas son lo más bonito que verás hoy.

En el año 2019, Amaia dejó de «tunear» aquellos originales patos, ya que la fundación, en su VII edición, decidió luchar contra los plásticos y sustituirlos por piñas de pino. Fue entonces, cuando esta bilbaína, inquieta por naturaleza, dio dos pasos fundamentales en su trayectoria profesional. Una usuaria le recomendó que se abriera una cuenta de Instagram para dar visibilidad a sus artículos y le hizo caso. Además, dejó aparcado el blog y creó la web de su proyecto más personal, 'Amakuyi': «le puse este nombre porque para mí tiene mucho significado. Me empezaron a llamar así mis primos cuando nos reuníamos todos en la casa de nuestros abuelos». Para Amaia, la tienda online de sus productos es un pequeño escaparate de todo lo que es capaz de hacer con las manos.

De hecho, en la mayoría de los casos, los artículos que vende Amaia no son exactos a los que ofrece en la tienda online, sino que suelen surgir tras una llamada telefónica o un mensaje. Así dio forma a uno de sus encargos más especiales: una matrioska que personalizó para una boda. «En la celebración, los novios suelen regalar a sus amigos las figuras de la tarta», cuenta. Pues bien, en esta ocasión, la pareja quería que dentro de la figura de la novia y del novio albergaran otras diferentes que representaran a cada una de sus amistades más leales. «A dos de ellos, que eran fans de Star Wars, les personalicé la muñeca con personajes de la saga. Además, el detalle en la boda tenía doble sentido, ya que la abuela de la novia era rusa», cuenta.

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Uno de sus originales neceseres. Amaia Barrenetxea

Cómo ya hemos podido comprobar, el catálogo de esta mujer creativa está totalmente abierto a las peticiones de sus clientes y a todos sus intereses e inquietudes. De hecho, en aquellos largos meses de confinamiento, Amaia comenzó a pintar con acuarelas. «Solo lo había hecho antes con pintura acrílica, así que era nuevo para mí. Ahora, no hay quien me paré», cuenta entre risas. Se aficionó durante el confinamiento a raíz de la artista Berta Llonch, que para paliar el aburrimiento propuso a sus seguidores pintar todos los días a las 16.00 horas. «Fue una verdadera pasada. Ahora que estoy enganchadísima a esta disciplina artística, plasmo mis acuarelas en unos neceseres que también ofrezco en mi web», cuenta.

Amaia Barrenetxea

De vez en cuando, también da forma a piezas de cerámica: desde macetas o platos hasta tazas. «Es una práctica en la que me inicié hace más de 20 años con mi madre y que volví a retomar hace ocho, hasta hoy en día», cuenta. Eso sí, en estos casos, Amaia admite que el tiempo que le requieren estos encargos no dependen directamente de ella: «Acudo una vez a la semana a las clases que ofrece el estudio Cocomotora, ubicado en la calle San Francisco. Los hornos no son míos, por lo que no puedo calcular cuántos días voy a tardar».

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Neceseres llenos de color. Amaia Barrenetxea

Amaia admite que un trocito de ella se va con cada uno de sus pedidos. «Los hago con tanto mimo...», añade. De hecho, en sus encargos, esta creativa no escatiman en detalles: da forma a envoltorios que son dignos de admirar y acompaña cada artículo con una nota de agradecimiento personalizada. Una gratitud que luego viene de vuelta de la mano de los clientes cuando les llega su creación artesanal a casa. «Me suelen escribir para decirme que les ha encantado. Y, si es posible, a veces les entrego la pieza en mano», puntualiza. Más que satisfechos, son muchos los que no dudan en repetir.

Esta bilbaína inquieta «adora trabajar a las mañanas, después de dejar a los niños en el colegio». «Me pongo música, un cafecito y sigo con lo que esté preparando en ese momento. ¡Dedicar mi tiempo a mis creaciones de verdad que me hace muy feliz!», admite. Eso sí, reconoce que el volumen de trabajo va por rachas: «A veces, no doy a basto, como en Navidad, pero cuando estoy más tranquila aprovecho para experimentar y crear nuevos productos artesanales. A veces salen y otras veces no». Sueña con que su taller, salga algún día de su casa y pueda tener su propio estudio. «Ah, y si puede estar ubicado cerca del mar, mejor».

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