Un yate de lujo reformado para navegar por la costa vizcaína (y más allá)

En un astillero de ribera de la bahía de Santander nació en 1999 este precioso barco de indudable estilo marinero. Entre las naos, bergantines, goletas y pesqueros que se botaron por aquel entonces en los míticos Astilleros Solana, también se construyó a orillas de la ría de Boó esta embarcación, considerada entonces el mayor yate de recreo hecho en Cantabria. Su aspecto original fue obra de Oliver Design, una compañía de Getxo especializada en diseño y arquitectura naval. Ellos idearon esta nave de 23 metros de eslora donde funcionalidad y estética se dan la mano en una escala de color madera, marino y blanco.

En 2021 fue totalmente reformado y actualizado para sacar de él su máximo potencial. «Aparte de su estética, se ha cuidado mucho la confortabilidad a bordo, para que casi tengas la sensación de estar un hotel de lujo, pero en el agua», explican Carla y Alejandra Alegría. Y es que está pensado para que parejas, grupos, familias, amigos o compañeros de trabajo hagan un plan 100 % a su medida, porque la tripulación del Laukariz está dispuesta a soltar amarras cómo y dónde elijas.

Imagina disfrutar de un agradable paseo por la ría para conocer Bilbao desde una nueva perspectiva o degustar una cena con vistas a Getxo. Nada mejor que pasar la mañana a los pies de San Juan de Gaztelugatxe, comer en Elantxobe o revivir el pasado en el flysch de Zumaia. Quizás, cenar en Getaria y dormir en la Bahía La Concha, hacer una ruta hasta donde alcanza la costa cantábrica o descubrir joyas en la vecina Francia como La Rochelle, San Juan de Luz, Capbreton o Cap Ferret. Planes donde el único límite es la imaginación, como la de aquella pareja que se casó en el Marítimo y pasaron a bordo una noche de bodas mecida por las olas. Una 'dolce vita' flotante donde invertir el tiempo, eso tan necesario y utópico, que puede alquilarse por horas, días o semanas. Eso sí, partiendo desde el Real Club Marítimo del Abra – Real Sporting Club de Getxo, donde descansa apacible el Laukariz esperando su siguiente destino. Junto al Museo Guggenheim y el Hotel Vincci Consulado de Bilbao disponen de un pantalán propio, por si los pasajeros desean hacer un 'break' en tierra firme.

La cubierta cuenta con barbacoa y un amplio espacio para realizar reuniones distendidas y distinguidas, incluso para temas laborales. Y es que cuenta con wifi, ordenador y toda la tecnología necesaria para poder desarrollar una jornada de teletrabajo, reuniones con clientes o presentaciones de producto. Tener el mar como oficina no suena del todo mal.

Belleza, comodidad, una sensibilidad casi poética en el detalle y respeto por la artesanía local. «Todos somos proveedores de Bizkaia, siempre intentamos tirar para casa. En este barco hemos puesto mucho mimo en cada rincón». El botellero de madera hecho a medida, los platos grabados con el nombre del barco, las toallas bordadas… Un interior que fusiona funcionalidad y diseño y cuenta con cocina completa, con lavadora incluida, una suite principal y tres camarotes dobles con baño incorporado.

La mano de Carla y Alejandra se hace patente inevitablemente en la vajilla, los cojines, las tapicerías o lo arreglos florales con el reconocible sello Cantábrico Living. «Tratar con personas que saben lo que hacen y confían en ti es una pasada», reconocen. Un total de 8 huéspedes podrán pasar allí la noche, mientras que serán 12 los pasajeros que podrán navegar durante el día, junto con las dos personas de tripulación.

A pesar de que muchos pueblos y villas del norte hayan podido olvidar sus orígenes conforme transformaban su morfología urbana, siempre quedarán iconos navales como el Laukariz dispuestos a recordarnos un pasado estrechamente ligado a la mar.