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Es una de las grandes incógnitas que la industria de la moda prefiere mantener en secreto, no vaya a ser que se le acabe el chollo. Desde que las nuevas generaciones de creadors y consumidores 'millennials' empezaron a poner contra las cuerdas a los zapatos ... de toda la vida, empezó a trazarse un camino de incierto futuro y muy difícil retorno. No fueron pocos los que auguraron que sus bolsillos saldrían ganando con la decadencia e incluso desaparición del calzado tradicional. Nadie en su sano juicio creía que las 'sneakers' pudiesen alcanzar precios estratosféricos. Se daba por hecho que se pondrían de moda, aunque no tanto, pero nunca que se adentrarían en territorios vírgenes para acompañar looks impensables, trajes incluidos, y que se convertirían en imprescindibles.
Un traspiés en toda regla. Las zapatillas deportivas de las marcas más exclusivas llegan a costar... lo que quieran. Hasta 3,5 millones de euros se han pagado por las que se han convertido en deseo de coleccionistas. No han leído mal. ¿Acaso pensaban que el negocio 'fashion' iba a dejar de seguir añadiendo ceros a su engrasada maquinaria? A las grandes firmas todo les resulta más sencillo y lucrativo cuando las estrellas del deporte y la música, especialmente, arropan (en este caso, calzan) las nuevas tendencias. ¿Han reparado alguna vez en los pies de Kanye West, Jared Leto y Pharrell Williams? Pues bien, ya lo saben. Las 'chunky sneakers' son las reinas del 'urban style' y el deporte, aunque los modelos de ediciones limitadas fluctúan entre los 1.500 y 45.000 euros.
Lo que ya era más difícil de predecir es que los gerifaltes del lujo encontrasen el maná en el 'feísmo', una corriente que empuja al alza (veremos hasta cuándo) diseños que realzan el reverso de la belleza. Lo grotesco, desechable e incluso despreciable. De todo este movimiento tiene mucha culpa Demna Gvasalia, líder de la firma Vêtements y director creativo de Balenciaga. El modista ucraniano ha roto la banca con sudaderas tamaño XXL, pantalones bombachos, gabardinas asimétricas... Provocadoramente horribles. Igual que sus zapatillas deportivas, de elevadas plataformas y estridentes colores que no pasarían el mínimo control de aceptación ni en el peor de los mercadillos.
Sin embargo, la gente trendy (no toda, afortunadamente) bendice al nuevo profeta. ¿Cómo? Pagando hasta 45.000 euros por un par del modelo Air Jordan 11 'Jeter'. Es el precio de la exclusividad. La misma que venden Chanel, Gucci, Philipp Plein, Rick Owens... La última locura, por ejemplo, de Gucci se llama 'Flashtrek'. Inspiradas en el senderismo, estas zapatillas están hechas de paneles de cuero, gamuza y malla. Solo para clientes top que pueden permitirse desembolsos de 1.500 euros.
Una bagatela, en cualquier caso, comparada con los 11.000 euros del modelo 'Chanel x Adidas', ideado por el cantante Pharrell Williams, o los 24.000 del 'Macklemore x Air Jordan 6'. Los Jordan 3 Retro DJ Khaled Grateful, en homenaje al prestigioso DJ Khaled, en rojo, negro y gris y la frase 'We AreThe Best' (Somos los mejores) impresa en el talón, siguen figurando entre los modelos más vendidos, pese a no bajar el par de los 13.000 euros. Sí, 13.000, y hay quien los paga.
No obstante, el récord se mantiene en los 3,5 millones de euros que se han pagado por unas deportivas de la firma china Li-Ning Way of Wade 4 The Fire Monkey. Oro de 18 kilates, piedras preciosas y diamantes blancos decoran un modelo cuyo lanzamiento tenía fines benéficos. Nike Air Mag no se queda atrás y sacó un par de 6.000 euros, aunque en el mercado de internet llegó a alcanzar los 37.000. Las Geobasket del californiano Rick Owens tampoco bajan de los 7.000. Christian Louboutin también ha puesto el listón muy alto (imposible para la mayoría de los mortales) con su 'sneakers' especiales rematadas por pequeños cristales de Swaroski. Las zapatillas de piel de cocodrilo gris de Dolce&Gabbana andan por los 6.000.
Pero ¿por qué tanta gente está dispuesta a hacer trizas su tarjeta de crédito con tal de hacerse con estas piezas tan feas? Algunos expertos resuelven esta ecuación con una sencilla proclama: Las robustas o 'chunky sneakers' dan un giro de 90 grados al «menos es más». ¿Acaso es suficiente?
Sigamos. El negocio continúa al alza porque, lejos de pensar que sería una moda efímera, casi de usar y tirar, lleva tiempo consolidado. El ojo se ha hecho ya a estos modelos. Según JD Sports, que lleva desde 1981 introduciendo en el mercado colecciones exclusivas y se ha convertido en referencia global en el ámbito sports fashion, estas zapatillas son el nuevo gran icono de la moda urbana. Evidentemente, los modelos que comercializa no alcanzan, ni de lejos, los precios que manejan los diseñadores de lujo. Cuentan que el año pasado reventaron el mercado con las Fila Disruptor II. «Cada vez que se reponen se agotan en cuestión de minutos».
Es lo que ha vuelto a pasar esta misma semana con las nuevas adidas Originals Falcon. Salieron a la venta el martes y a las pocas horas ya quedaban muy pocas unidades en su página web. Un éxito arrollador para el modelo más arriesgado de la firma alemana por su doble animal print.
Nike incluye pinceladas de esta tendencia salvaje en sus modelos más clásicos, como las nuevas Nike Air Max 270, que elevan su cámara de aire e incorporan tonos neones: fucsias, naranjas o azules eléctricos; o las Nike Air Max 720 y su rediseño vanguardista que aumenta la cámara de aire hasta niveles nunca vistos en una zapatilla deportiva. El último modelo Nike Air VaporMax Plus 'On Air' QS, diseñado por Lou Matheron tras ganar un concurso de talentos de la firma, se incluye en esta carrera de aires futuristas.
Otras firmas, como Ellesse o Puma, aprovechan este fenómeno con lanzamientos en plan estrella, como las Ellesse Plativo Mid, que destilan una versión vintage, con caña alta y suela robusta, mientras que Puma se adelanta al futuro con las Muse Maia, con la suela dividida en dos partes y el talón con pieza metálica que aporta más amortiguación a cada pisada.
JD Sports no se corta un pelo. Asume que, «pese a todo pronóstico», estas tendencias arriesgadas siguen pisando fuerte en el 'street style' de todo el mundo. Y, además, llama a las cosas (o zapatillas) por su nombre. Son «feas» y, si la empresa que vive de ello lo dice, quiénes somos nosotros para discutirlo. Así que, de momento, sigue sin bajar la temperatura de la fiebre 'sneaker'.
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