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Marina Alcalde se ata uno de sus zapatos antes de ponerse a bailar en su academia de Urduliz. Yvonne Iturgaiz | Vídeo: Igor Gandiaga

Campeona vasca de tango (Marina Alcalde)

Marina, la bailarina de tango de Urduliz que triunfa en Buenos Aires y enseña a sus alumnos a abrazarse

Conoció esta disciplina a los 21 años, después de perder a su primo Dani, y le cambió la vida. «Fue un flechazo» que le ha ayudado a canalizar todo tipo de sentimientos

Domingo, 1 de octubre 2023, 08:31

Cuando Marina Alcalde sale a la pista, baja los hombros, sube la barbilla y sonríe. Y en cuanto suenan los primeros acordes de un tango es como si una luz la iluminara a cada paso que da. Se mueve de tal manera que llena todo el escenario y es imposible no mirarla. «Este baile me ha dado mucho», asegura. En su academia de Urduliz, relucen estos días los dos premios que se ha traído del Campeonato Mundial de Baile de Tango en Pista, que se celebró en Buenos Aires del 23 de agosto al 3 de septiembre.

Junto a su pareja de baile, Carlos Estigarribia, ha quedado 3ª en la final del certamen y el público les eligió como sus favoritos, todo un éxito que les ha llegado de forma inesperada. «Carlos vive en Italia y yo aquí, no pudimos practicar mucho juntos», reconoce. Se conocían de otros certámenes y en febrero él le propuso que se presentaran juntos este año. «Era una prueba, a ver qué tal nos iba». Habían coincidido un par de veces antes y había complicidad, pero consideraban que aún les faltaba rodaje.

«Yo fue a primeros de agosto a Buenos Aires y estuvimos bailando a diario. Nos ayudó mucho Mabel Álvarez, coach y terapetua corporal», explica Alcalde. Cuando les tocó salir a pista, todo fue rodado. Fueron pasando las pruebas y obteniendo muchos aplausos, hasta que en la final les llegó la gran recompensa. «Fue una gran alegría», confiesa... Y eso que ella está acostumbrada a esta competición. Su primer concurso fue en 2015 y ya entonces quedó finalista.

Alcalde posa con los dos premios que se ha traído del Campeonato Mundial de Baile de Tango de Buenos Aires este verano. Yvonne Iturgaiz

Alcalde tiene 41 años, pero su vida «transita alrededor del tango desde hace más de veinte». Lo descubrió a raíz de una de esas tragedias familiares que siempre marcan. «Mi primo Dani, que era como un hermano para mí, falleció. Me afectó mucho y hasta perdí el interés por salir porque todo lo hacíamos juntos». En aquellos momentos, esta danza argentina se cruzó en su camino y hubo «flechazo».

«Cuando lo conocí supe de inmediato que se iba a quedar conmigo», admite. Hoy, sigue bailando y también lo enseña. Si se le pregunta qué tiene de especial, lo tiene claro: «el abrazo». Explica que no se trata de una coreografía, sino de «dos personas que se mueven abrazándose», y eso es algo que engancha y transforma. También reconoce que al principio es difícil. «Fíjate que yo dedico hasta una clase entera para que aprendamos a abrazarnos... Sobre todo aquí, que somos de poco contacto».

El amor de esta urduliztarra por el baile argentino por excelencia no tiene explicación familiar: ni tiene parientes al otro lado del océano ni sus padres, Martín y Gema, lo bailan. Simplemente lo descubrió y se quedó en él. La gran decisión la tuvo que tomar con 21 años. «Era esteticista y trabajaba en un centro por las mañanas. A las tardes, bailaba. Pero llegó un punto que me di cuenta de que tenía que elegir».

- Y eligió el tango

- Me acuerdo de que mi compañera de trabajo me decía: «Pero Marina, ¿estás segura?».

Desde entonces, ha estado bailando y enseñando en diferentes academias. Sus primeros pasos los dio en el restaurante La Parrilla Argentina de Bilbao, donde se ofrecía espectáculo de tango todas las semanas. «Fue un comienzo increíble, con contacto directo con el público». También ha viajado varias veces a Argentina para estudiar y formarse.

Hace siete años abrió su propio centró, Abrazándonos, en Urduliz, donde da clases a diferentes grupos. En la pandemia, con las restricciones puso en marcha una nueva modalidad, el tango en barra, en el que no necesitas pareja. «Y tienen mucho éxito porque hay muchas mujeres que quieren bailarlo y muy pocos hombres. Así que anímense», azuza al público masculino. «¡Y los jóvenes también!».

Alcalde da clases de tango en barra, una modalidad que empezó a impartir en la pandemia y que tiene mucho éxito por la falta de parejas masculinas entre sus alumnos. Yvonne Iturgaiz

Cuando bajó del avión en Loiu tras el concurso no pudo contener las lágrimas. Su familia, sus alumnos, sus amigos... todos estaban en el aeropuerto «con pancartas incluso». Fue un momento de mucha emoción, algo que precisamente le ayuda a canalizar el tango. «Yo he sido una niña muy tímida, con problemas para relacionarme. Mis padres me apuntaban a todo tipo de actividades, desde ballet a guitarra».

Pero nada le ha servido tanto para superar esas barreras como bailar. «Me ha transformado y me ha hecho mejor persona». Escucha y baila tango a todas horas, pero le cuesta elegir su pieza preferida. «Tengo varios favoritos... Lo que recomiendo es escuchar a la orquesta de Osvaldo Pugliese. Es maravillosa».

Yvonne Iturgaiz

«Los zapatos y el vestido son una segunda piel»

«Bailo tango todos los días», dice Marina Alcalde, pero no puede calcular cuántas horas le echa. También porque para ella no es trabajo, es otra cosa, su respiro. Sin embargo, no es un antídoto contra las lesiones, por eso, también se cuida mucho. «Escucho mucho a mi cuerpo. Hay que hacerlo. Es imprescindible», advierte.

Su última lesión importante fue hace dos años y lo provocó un cambio de zapatos. Son la herramienta de trabajo fundamental de una bailarina y hay que tener mucho cuidado. «Junto con el vestido, tienes que sentirlos como una segunda piel». Si no es así, hay que buscar otros hasta encontrar los ideales, al más puro estilo Cenicienta.

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