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Para Flash, Alvar Gordejuela es el camarada de toda una vida. Ha estado con él desde que era un cachorrito hiperactivo hasta ahora, catorce años ... después, cuando le fallan ya la vista, el oído y las fuerzas. Pero, desde el punto de vista del humano, pese a las escalas de tiempo diferentes, la sensación no es tan distinta: Alvar era un adolescente de 18 años cuando se hizo cargo del pequeño schnauzer, de modo que el perro le ha acompañado en un fragmento crucial de su biografía, repleto de cambios decisivos, con sus alegrías, sus triunfos y sus desilusiones: «Parece una bobada, pero es una etapa muy curiosa: empecé a estudiar Arte Dramático, a hacer cortos... Y también ha conocido a no sé cuántas parejas. Todo ese cúmulo de experiencias lo he compartido con Flash, que es una constante en mi vida. Somos incondicionales el uno del otro, los mejores amigos», explica el actor bilbaíno, que está en pleno rodaje de la serie 'La línea invisible'.
Fue la abuela paterna de Alvar quien le regaló aquel cachorro, hijo de su perra Luna. «Tuve la típica conversación con mi padre sobre si ya sabía lo que suponía tener un perro. Me hice el guay y le dije, inconscientemente, que sí», se ríe. El retozón Flash entró en sus rutinas cotidianas como una exhalación: «Le puse ese nombre por el superhéroe, porque era como un rayo, el perro más rápido del mundo. Lo dejabas en el suelo y salía pitando». Hoy, por supuesto, la mayor parte de aquella energía incontenible se ha desvanecido y Flash es un apacible señor mayor que se tumba al sol junto a su dueño: cada vez que alguien se le acerca, olfatea a conciencia al recién llegado y le saluda con cariñosos lametones, más bien levísimos toquecillos de la lengua. «Antes era explosivo: estaría ahí, ahora ahí, ahora ahí -comenta Alvar, señalando frenéticamente de un lado para otro-. Al perder visión, se choca con las cosas y se ha vuelto más cauto, y también ha ido perdiendo el oído, aunque de eso no se ha enterado: oye un poco, pero no sabe de dónde le viene. Está viejito y eso conlleva un aprendizaje, porque tienes que ser más paciente, más cuidadoso, escucharlo más. No es el de antes, pero tampoco es peor. Es cariñoso de otra manera: se acerca despacito, te toca muy suave con la pata... Se ha depurado nuestro vínculo».
Eso sí, hay ratos en los que se reaviva aquel fuego de antaño. «Es muy tranquilo pero tiene sus acelerones: cuando llegas a casa, no te deja en paz en 45 minutos. También es muy silencioso. Solo da dos ladridos en momentos de máxima felicidad. Por ejemplo, al ver a mi abuela materna, que le mima y le da pechuga y arroz. Es muy sociable, quiere conocer a todo el mundo. Y además, igual que yo, está entre valiente e inconsciente», analiza Alvar. Lo dice porque al perrillo le ha correspondido su buena ración de desventuras: una vez, de vacaciones en Menorca, se escapó y lo atropelló un jeep, y después un perro grande lo atacó en Bilbao. En ambas ocasiones hubo que operarlo, pero sigue sin tener nada de miedo ni a los coches, ni a los perrazos más amenazadores.
A Flash le encanta pasear y correr por la playa. «Ahora hay que tener cuidado, porque ya no te encuentra», puntualiza Alvar, a quien se le hace «durísimo» anticipar el momento inevitable en que le falte su camarada peludo. ¿Cree que la presencia constante de Flash ha marcado de alguna manera su forma de ser? «Me ha enseñado a ser mucho más responsable, más constante. Yo siempre he sido bastante de ir a mi bola, y con él he aprendido a estar pendiente de otro ser y compartir cosas. Me hizo madurar. Ahora, la idea es darle todo el cariño del mundo y que pase lo mejor posible el tiempo que le quede».
Actor y director. Flash es su primer perro, porque la única mascota de su infancia fue un periquito cuyo nombre se le ha borrado de la memoria. Una vez también se llevó a casa un sirón o lución, uno de esos lagartos sin patas que parecen culebrillas. «Me lo encontré en Maruri», recuerda.
Raza. schnauzer miniatura.
Edad. 14 años.
Peso. 6 kilos y medio.
Carácter. es tranquilo, silencioso y muy sociable. «Quiere estar con los perros, los gatos, las palomas, las personas... Si le dices que se vaya contigo, se irá», explica Alvar.
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