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Neck es un perro de pasado campestre. Residió mucho tiempo en Laukariz, en casa de la hermana de Jujo Ortiz, donde llevaba una vida grata y muy activa, en consonancia con ese semblante suyo de aristócrata rural. Pero, de alguna manera, prefirió renunciar a todo aquello por Jujo: «Era de mi hermana, pero vino a pasar una Semana Santa conmigo y se quedó definitivamente. De eso hará unos cuatro años. Antes ya solía estar conmigo los fines de semana, y al final eligió quedarse siempre», relata el pintor bilbaíno. ¿Y ya llevó bien esa transición de la naturaleza a la capital, de las fragancias y las tentaciones del monte al triste cemento? «Se ha acostumbrado. Al principio, soportaba fatal la presencia de otros perros, era bastante broncas, pero supongo que la edad también habrá hecho lo suyo».
Neck, tan señorial con sus barbas y las canas en su pelaje dorado, ha aprendido a sacar el máximo partido del hábitat de Jujo. «Puede entrar en cualquier sitio, porque jamás monta nada de gresca. Va conmigo a todas partes, conoce a todo pichichi y saluda a todo el mundo, por si le cae algún detalle. En los bares donde sabe que le van a dar algo, me mete él a mí». Una presencia habitual en esos recorridos es el escritor Juan Bas, que suele comparar la apariencia del animal con la del bigotudo actor británico C. Aubrey Smith en la película 'Las cuatro plumas'. Lo cierto es que resulta muy difícil contemplar la cara de Neck sin encontrarle algún paralelismo humano. «Como es guapetón, por la calle se le quedan mirando y le sacan fotos», se enorgullece Jujo.
El carácter de su mascota, además, no encaja del todo mal con esos referentes nobiliarios o militares que suele evocar su apariencia distinguida. «Tiene muchísima 'perronalidad'. Esta es una raza con una inteligencia fuera de lo común, muy cariñosa y tremendamente terca. Y Neck lo cumple todo. Entiende conceptos espaciales que otros perros no captan ni de coña, pero, obedecer, no obedece nunca. Si puede, manda él. Cuando me dejo, me lleva por donde quiere: paseamos dos horas diarias, porque es muy andarín, y suelo dejar que dirija él, para que disfrute. En cuanto se cansa, se da la media vuelta directamente».
Raza: teckel de pelo duro.
Edad: 13 años.
Peso: 12 kilos.
Carácter: inteligente, cariñoso y tremendamente terco.
El artista, que residió mucho tiempo en casa de su hermana, ya estaba acostumbrado a disfrutar de la compañía de sus perros y sacarlos a pasear, pero la convivencia con Neck ha llevado más allá su inclinación natural hacia estos animales: «Yo vivo solo y el perro brinda una compañía maravillosa. Además, te obliga a estar siempre lo mejor posible: salir, arreglarte, mantener cierto horario... Vivimos juntos, dormimos juntos, estamos todo el día juntos. En casa, se dedica a vigilar lo que estoy haciendo. Si hace calor, no se acerca ni en broma; si hace frío, se te queda pegado».
Aunque tiende a eludir las cámaras con gesto desdeñoso, a Neck lo acaban fotografiando con bastante frecuencia: «Cada vez que le corto el pelo, le mando una foto a mi hermana para que vea lo guapo que está. Ahora lo lleva semicorto, pero en invierno alcanza un grado de 'melenez' total. Se lo corté porque lo tenía ya tan largo que, cuando me pasaba con el secador, parecía una cabaretera con las plumas». Lo curioso es que, pese a su condición de mascota de pintor y su gallarda estampa, el teckel no haya protagonizado jamás un cuadro: «Solo he pintado un perro una vez, porque me lo pidió una señora, tristísima porque acababa de morir. La verdad es que posar no es el fuerte de Neck, pero algún día habrá que intentarlo».
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