
Andeka Gorrotxategi y su familia acaban de regresar de una estancia de tres meses en Sídney, donde el tenor de Abadiño ha cantado 'Turandot'. Su pequeño teckel, Capitán, no estaba incluido en el viaje, porque las leyes australianas imponen un riguroso periodo de cuarentena a las mascotas, así que se quedó con la madre de Andeka. ¿El resultado? A su vuelta, se han encontrado a Capitán «metamorfoseado en foca», con su cuerpecillo de salchicha mucho más rollizo de lo habitual. «Siempre que lo dejamos en casa de mi madre, engorda. Mi sobrino me dice: 'Es que me mira, me hace así -y ahí Andeka emite un gemidito suplicante- y no puedo evitar darle de comer'».
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A Capitán, zampar es lo que más le gusta en este mundo. «Como lleva el morro pegado al suelo, se va comiendo todo lo que encuentra. ¡Se traga todo lo masticable! Y sería capaz de comer hasta morir. Los padres de mi mujer tenían un golden retriever, de buen tamaño, y le daban de comer una vez al día, una montaña de bolitas. Un día dejamos a Capi jugando con él y después se quejaba. Vi que el plato del otro perro estaba vacío y sospeché lo que había pasado, pero el veterinario le ofrecía premios y se los seguía tragando. Al final le hizo una radiografía y medio cuerpo eran bolitas».
El teckel fue un regalo navideño del cantante a su esposa, Inma, acostumbrada a tener perros en casa. Eligió un animal pequeño para poder llevarlo de viaje, y lo cierto es que Capitán puede presumir de biografía cosmopolita, con visitas a buena parte de Italia y Alemania. «¡Conocemos veterinarios de todas las ciudades!», se ríe la pareja. Más allá de su voracidad, el teckel es cariñoso, testarudo y ladrador. «Siempre quiere caricias y ponerse encima de mi mujer y de mí. De los dos a la vez, aunque eso le suponga estar muy incómodo. Le encanta dormir con nosotros, pero, algunas veces que lo hizo, dejó las sábanas llenas de pelo. Eso sí, era una gozada, porque entraba por arriba pero se metía hasta los pies y se quedaba allí: claro, es un perro de caza en madriguera». ¿Se lleva bien con los críos? «Con el niño, de tres años, quiere llevarse bien, pero mi hijo no le hace ni caso. La niña parece más interesada en él».
Raza teckel mini.
Edad 4 años.
Peso ahora mismo está gordito, en torno a los 8 kilos. «Debería pesar 5,5 y se le tendrían que notar las costillas».
Carácter es cariñoso, testarudo y tragón.
Lo de la tozudez es un rasgo que se suele atribuir a su raza: «Es supercabezón. Si quiere pararse, se para y ya no se mueve». En cuanto a los ladridos, ha mejorado mucho, y de hecho ni siquiera se le escucha en todo el paseo por Garai, la localidad donde reside la familia. «Le ladra a todo. Pasa una mosca y puede ladrarle cinco minutos. Les ladra a las vacas, a los caballos, y se cuela en la campa para ir a por ellos. Cuando hace sol, le gusta quedarse en la terraza, y le ladra a cada persona que pasa. En la casa de al lado hay un pastor alemán al que le ladra como si fuera su gran enemigo. Se pone muy valiente con él, pero una vez salió el otro a olerlo y se quedó aterrado».
Cuando la familia volvió por fin de Australia, Capitán se puso tan loco de alegría que se le escapó un chorrito de pis. «Lo de los perros es amor incondicional. Da igual que le eches una bronca terrible, porque al momento te querrá como el primer día», se admira el tenor, que cree que nuestra sociedad todavía ha de avanzar en la integración de las mascotas. «Sigue habiendo muchos establecimientos que dicen 'prohibido perros'. En otros lugares de Europa pueden entrar en todas partes, incluso hay carros de supermercado con cesta para llevarlos».
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