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El periodista vizcaíno, con su pareja, Andrea Ropero, y el perro Malo.
La mascota de... Iñaki López: «Se bebió dos litros de aceite y se echó en nuestra cama»

La mascota de... Iñaki López: «Se bebió dos litros de aceite y se echó en nuestra cama»

Domingo, 12 de mayo 2019, 00:15

Malo ya formaba parte de la vida de Andrea Ropero antes de que se incorporase Iñaki López, así que el encuentro entre ambos habría podido desembocar en un duelo al estilo del Oeste, en plan 'aquí solo puede quedar uno'. Afortunadamente para el bien de la nueva familia, el humano y el perro no tardaron en hacer buenas migas: «Yo creo que los dos, tanto Malo como yo, tuvimos claro que estábamos condenados a entendernos si queríamos compartir nuestras vidas con Andrea», resume el periodista vizcaíno, que recuerda perfectamente aquella toma de contacto: «Si hay algo que le gusta, es que haya visitas para salir a saludar. Te muerde lo primero que pilla. En mi caso, fue el faldón de la chaqueta, y yo no sabía cómo tomármelo: el perro tiraba de mí hacia adentro, con esa ansia viva que es él, así que yo no sabía si me llevaba a un rincón para devorarme. Luego ya vi que es su forma de demostrar amor», se ríe.

La convivencia con Andrea supuso su tardío debut con los perros: «¡Me encontré de primerizo con uno de 45 kilos!». Pero lo cierto es que Malo nunca se lo puso difícil: «Le gusta todo el mundo. Como guardián no nos haría ningún favor, porque sería capaz de colaborar en el vaciado de la casa. No hace honor a su nombre: es un bendito, pura bondad. No le he visto ni un mal gesto». El nacimiento de Roke, el hijo de la pareja, acentuó de alguna manera ese perfil afectuoso del animal: «Roke tiene 18 meses y acaba de iniciar su reinado de terror. Es un jabalí que no tiene cuidado con nada, y menos con el perro, pero se llevan muy bien. Malo aguanta como un titán y, si el crío se inquieta en la cuna, es el primero en darse cuenta y viene a avisar. Es un gran niñero».

En el expediente disciplinar de Malo, al que Andrea bautizó así porque de cachorro era un poco destrozón, todas las entradas suelen estar relacionadas con el mismo punto débil: «La comida. No existe óbice ni valladar que se interponga entre él y su objetivo final, que es llenar un estómago que parece un agujero negro. Vive en perpetuo estado de régimen, pero no sabemos si tiene copia de las llaves, se escapa por las noches a un colmado y se pone fino de jamón, porque le cuesta perder peso».

Dos días entrañables

«Antes de irnos de casa -sigue relatando Iñaki-, tenemos que revisar veinticinco veces que no nos hayamos dejado una pera, una monda de naranja, nada que tenga que ver con la comida. Aunque parezca fuera de su alcance, lo conseguirá». Los presentadores de 'la Sexta Noche' han cometido algunos errores en esas meticulosas revisiones. «Nos regalaron una garrafa de cinco litros de un aceite denso y maravilloso de Lleida. Cuando volvimos, había roto la garrafa, se había bebido dos de los cinco litros y se había ido a echar la siesta sobre nuestra cama. El perro estaba untado en aceite: había dejado un charco en el lugar de los hechos y había embadurnado toda la casa. Y el consumo masivo de aceite tuvo el efecto lógico en su tracto intestinal. Fueron dos días absolutamente entrañables».

Quién le iba a decir a Iñaki que, pese a experiencias como aquella, se iba a acabar convirtiendo al 'perrismo'. «Yo siempre he sido tremendamente escrupuloso, amante del orden y la limpieza, y he tenido que ceder un poco, tanto por el perro como por el niño. Convivo con toneladas de pelos de perro que se me pegan en todas las prendas, pero tengo que decir que el niño es bastante más gorrino. ¡Malo es mucho más curioso!».

Iñaki López

  • Periodista. Nunca antes había convivido con un perro. «Lo más cercano a estos 45 kilos fueron dos hámsters. Se llamaban Altobelli, como el jugador de fútbol italiano, y Cayetana, que tenía un aire de grandeza que inspiró el nombre. Vivieron 5 o 6 años, que para un hámster no está nada mal».

Malo

  • Raza: Labrador.

  • Edad: 5 años.

  • Peso: 45 kilos.

  • Carácter: es bondadoso, afectuoso y tremendamente tragón.

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