El fiestón que siguió a la inauguración del Axel Hotel Bilbao, el establecimiento de los gais abierto en el Muelle de la Merced, fue de ... aúpa. Contó con una legión de invitados, drags y artistas. Fue la exaltación del desenfreno. Quien no estuvo en la fiesta del pasado jueves, no es nadie en el ambiente.
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Dj's vestidos de marineros, invitados que parecía que salían de bosques mágicos, La Otxoa ejerciendo de maestro de ceremonias con los brazos elevados al cielo, tal cual Marijaia, y la sorpresa envuelta en una actuación de lujo: la del bilbaíno Asier Etxeandia, que se ganó a la concurrencia con su vozarrón.
Sin playback, cantó como se esperaba, en directo. Y arrolló. La discoteca Silent Room explotó. Top Roof, que la palabra terraza parece vetada para fiestas 'cool', promete grandes diversiones con vistas a la ría en cuanto la primavera tome temperatura.
Fue una 'Celebrating Freedom'. Hubo de todo en el «súper evento» organizado por los chicos de 'Muévete Company'. Cuentan muchos de los asistentes que no hubo tiempo para aburrirse. Aparte de una barra libre que se estiró como un chicle –más bien pareció parada y fonda– hubo continuas actuaciones en el restaurante amenizadas con la música de Unai Goikolea, que cuando se pone a pinchar no hay quien le frene.
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Hubo performances en las habitaciones, muchos taconazos y abanicos moviéndose de forma frenética, el 'Let's do it again', de Alex Guesta, sonando hasta la saciedad y copas de champán (del bueno) corriendo de mano en mano.
La noche se esfumó en un pispás, con homenajes a José Antonio Nielfa, Las Fellini y el propio Etxeandia, cantante, actor y showman. Todos ellos ya han dejado huella en un hotel que, como aseguró a este periódico el CEO de Axel Hotels, Albert Olivé, busca convertirse en un refugio seguro y atraer a una clientela con mucho interés en conocer a la comunidad gay local.
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Tres suites de las 110 habitaciones del local llevan el nombre de Etxeandia, La Otxoa y Las Fellini. La suite de José Antonio Nielfa es la 217 y se la han dedicado porque «su arte y su voz fueron, son y serán bandera de la diversidad». A Las Fellini les han dedicado la 317 «por convertir cada noche en un acto de orgullo y rebeldía».
La música no paró hasta altas horas. Un endiablado ritmo electrónico que muchos siguieron acompasando la frase de la noche 'Te vamos a poner mirando a la ría'. Luces y mucho 'flow', en definitiva.
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