Borrar
Emilio Pirla en la tienda Sombreros Gorostiaga del Casco Viejo de Bilbao. Pablo del Caño y M.Maintenant

Emilio, el sombrerero de Fito en Bilbao

Emilio, el sombrerero de Bilbao que hace las gorras a Fito y otros famosos

Este emprendedor de 61 años es la séptima generación de Sombreros Gorostiaga, un comercio emblemático situado en el Casco Viejo que lleva desde 1857 siendo un referente en boinas. «El secreto para sobrevivir consiste en adaptarse»

Domingo, 11 de agosto 2024, 18:29

La tienda Sombreros Gorostiaga, situada en el número 9 de la calle Víctor del Casco Viejo de Bilbao, tiene ajetreo desde primera hora de la mañana. Turistas y vecinos empiezan a desfilar en busca de la boina perfecta. Y elegir es un dilema. Hay 45 colores disponibles para mujer y 4 para hombre, y cada una de ellas tiene sus peculiaridades: forros de colores, tejidos más gruesos, otros más suaves… Cuando los clientes entran, se escucha un entrañable tintineo en la puerta; cada vez resulta menos común y solo los comercios más antiguos lo mantienen. Detrás del mostrador, se encuentra Emilio Pirla, bilbaíno de 61 años y propietario del local. Es la séptima generación del negocio, que lleva funcionando desde 1857 y que ha logrado coronarse como 'el templo de las boinas'.

A sus trece años, empezó a formarse en la tienda con su padre, quien le enseñó con mimo el oficio. Trabajaba días sueltos para echar un cable a su familia. «Recuerdo que venía los sábados, cuando mis amigos se iban al monte o de fiesta. En Navidad y el Día de Santo Tomás también necesitaban ayuda. Mis seis hermanos y yo hemos pasado por aquí y hemos aprendido de todo: a planchar boinas, arreglar sombreros…», cuenta el emprendedor desde su taller, lleno de artilugios y cajas. Emilio lleva 40 años al frente de este emblemático comercio, y explica que el secreto para ser sombrerero son las ganas de aprender. «La primera boina la rompes, pero la tercera ya te sale bien. El más hábil y avispado interioriza el proceso antes, pero cualquiera puede hacerlo. Solo hay que ser constante», dice mientras sujeta una de las planchas que utiliza para dar forma a los sombreros.

Emilio vende boinas de todos los colores: azules, rosas, lilas, verdes, turquesas, fucsias… La variedad cromática abruma a los más indecisos. Algunas están decoradas con forros de flores y otras con un logo cosido en el que se puede leer: «La auténtica boina vasca». Aunque sea su artículo estrella, también sorprende a los más originales y atrevidos con sombreros al estilo Peaky Blinders, Capitán Garfio o Napoleón. Sus artículos no se pueden encontrar en ningún otro sitio. «El secreto para sobrevivir consiste en adaptarse. Durante años hubo una crisis muy grande y nadie se ponía sombreros, porque al que lo llevaba, le llamaban capitalista y al que no, obrero. Ahora ya se ha convertido en un complemento más para todos. Eso sí, de las 14 sombrererías que había en Bilbao, ahora solo queda esta, y hemos tenido que reinventarnos, también con la venta 'online'», explica.

Fito, cliente y amigo

A lo largo de los años, famosos de toda índole han pasado por Sombreros Gorostiaga para comprar boinas o sombreros: artistas como Fito y Loquillo, el actor Álex Angulo e incluso Frank Gehry. De hecho, el emprendedor recuerda una anécdota muy bonita con el cantante bilbaíno. Hace poco, le trajo una gorra que compró en su tienda porque la había metido en la lavadora y estaba un poco estropeada. Quería tirarla, pero Emilio la lavó, la planchó y se la devolvió. Al cabo de unos días, Fito se la regaló firmada. «Me hizo mucha ilusión. Más que un cliente, se ha convertido en un amigo. Me ha firmado libros y discos suyos y no lo hace de cualquier forma; se tira un buen rato con el diseño y siempre firma con el bolígrafo», dice mientras enseña una de las dedicatorias. En ella, se puede ver la caricatura de Fito y la frase: «Abrazos y millones de buenos recuerdos compartidos, Emilio. A ser feliz».

Dedicatoria de Fito en uno de los libros de Emilio M.Maintenant

Emilio también elabora a medida los sombreros de la pregonera y la txupinera de Aste Nagusia. Este año, por ejemplo, Ia actriz Itziar Ituño y la comparsera Nagore Ugarte han pasado por Sombreros Gorostiaga para probarse los diseños que van a lucir el día del txupinazo. El proceso tiene su miga: primero hay que medir muy bien la cabeza y después probárselo. Lo tiene claro: no se puede comprar una boina por internet. «La primera vez hay que mirarse al espejo, hay que sentir la prenda, tocarla, verse con ella y elegir el estilo que te gusta». Y, en eso, es todo un experto. En cuestión de minutos, coge un sombrero y lo coloca en más de cinco posiciones mientras enumera estilos distintos -txikitero, bilbaíno, parisino…- Tiene el arte propio de una persona que ha vivido el oficio desde niño. Y eso no se lo quita nadie.

Turistas de todo el mundo

Le encanta atender a sus clientes. A muchos les trata como amigos, porque han pasado tantas horas en la tienda que es imposible no cogerles cariño. Convierte el simple hecho de comprar en toda una experiencia que invita a pasar un buen rato, disfrutar de las anécdotas más curiosas y aprender sobre la historia de la boina. Y cada día es diferente. «Me hace ilusión que vengan con el sombrero antiguo del abuelo o de algún familiar. Soy de los pocos que puede plancharlo, arreglarlo y dejarlo nuevo», dice. Turistas de todo el mundo compran boinas en Sombreros Gorostiaga. Desde que se inauguró el Guggenheim, se ha convertido en una parada obligatoria para los que quieren llevarse un recuerdo de la villa para toda la vida. «A veces atiendo más en inglés que en castellano. En la época de la pandemia también nos animamos a abrir una tienda online donde vendemos boinas de todos los colores. Tenemos clientes en Argentina, Uruguay, Chile…».

Sombreros Gorostiaga alberga muchas anécdotas. En este cálido y acogedor negocio, aún permanecen las marcas de las inundaciones de 1983. El techo del local tiene colocada una placa que indica hasta dónde llegó el agua. A Emilio no le quedó más remedio que ir con una cazuela para sacarla y limpiar el barro. Son experiencias que también forman parte de la historia del negocio y que dan valor a esos 167 años de trayectoria.

Puede presumir de ser de los pocos sombrereros que quedan en el norte de España. Regenta una tienda que ha dejado una huella imborrable en el corazón de todos los bilbaínos; y también en el de los turistas, que miran de reojo al pasar por el escaparate de la calle Víctor. Lo que más valora de su trabajo es el trato humano y las muestras de cariño que han tenido con él a lo largo de todos estos años.

Entre las estanterías todavía guarda los primeros tickets, que están medio borrados, y algunos regalos especiales que le han hecho. Destaca una postal con una dedicatoria que resume a la perfección la esencia del negocio: «Gracias por mantener vivo este oficio y una parte de la historia de esta noble villa». Cada vez que Emilio la lee, se le dibuja una sonrisa en la cara.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcorreo Emilio, el sombrerero de Bilbao que hace las gorras a Fito y otros famosos