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Silvia Andrés
Jueves, 8 de febrero 2024, 07:36
Este 2024 es un año muy especial para Marcos Mota, ya que su tienda ubicada en la calle Felipe Uhagón número 2 cumple nada menos que 40 años. «Empezamos poco a poco, mientras lo compaginábamos con otros trabajos. Conocía a muchas personas vinculadas a Bellas Artes y vimos interesante apostar por los marcos y molduras artesanales». Así lo explica uno de los hermanos Mota, Josean, que aunque está jubilado desde septiembre de 2022 todavía mantiene un vínculo con su negocio de tantos años. «A veces me consultan alguna duda y como vivo cerca de aquí, si es necesario me paso», confiesa. Todo empezó en 1981 en Algorta y más tarde en Rekalde. «Trasladamos el almacén grande allí, pero las inundaciones de 1983 arrasaron con todo, el barro llegó hasta el techo», recuerda. Así que en 1984 se trasladaron a su actual ubicación en Bilbao y la tienda de Algorta se pasó a Las Arenas. «Cuando los fundadores nos jubilamos, decidimos dejar abierta solo esta tienda, pero lo bueno es que muchos de aquellos clientes o sus hijos, vienen ahora aquí», comenta orgulloso.
Esa fidelidad y confianza de sus clientes y sus descendientes, explica Josean, es la que les ha mantenido en la brecha a lo largo de cuatro décadas. Y le has hecho ser referencia obligada desde hace años en la revista AD, la 'biblia' del diseño. Sin duda, el boca a boca, ha sido otra variable que ha mantenido la 'fama' de Marcos Mota, no solo en Bilbao si no también en numerosos pueblos de Bizkaia, como Bermeo, Otxandio o Gernika. «Si ven algo que les gusta en casa de un amigo o familiar preguntan y luego no dudan en venir aquí», detalla.
Mantener esa confianza y fidelidad durante tantos años, reconoce, «es complicado, pero nuestra gran baza es que utilizamos molduras muy diferentes y especiales. Hemos tenido suerte porque a lo largo de estos años hemos trabajado con grandes decoradores, anticuarios y tiendas de decoración de Bilbao y hemos adquirido un gran aprendizaje, siempre apostando por molduras rompedoras y únicas», explica.
Muchas de ellas, junto a espejos, grabados o láminas, pueden verse en la propia tienda, con sus paredes abarrotadas de auténticas reliquias. «Comprábamos molduras muy raras y hemos cedido muchas de ellas a un museo que se va a abrir en Barcelona», explica Lucy García, formada en Diseño y que lleva más de 30 años trabajando en Marcos Mota. «Los descendientes de los fundadores siguieron otros caminos, y yo aposté por quedarme aquí, al frente del negocio. Siempre he sentido a mi jefe como un compañero de trabajo más, así que para mí es como una empresa familiar», explica. En la actualidad, son cinco las personas que trabajan en la tienda y en el amplio taller: Lucy, su hija Aida -formada en Bellas Artes e Interiorismo-, Josetxu y Agustín, que llevan también más de tres décadas en el negocio, y Oihane, recién salida de la Facultad de Bellas Artes.
El trabajo en el taller es incesante. Por un lado, para clientes particulares: «Lo más importante es conocer sus gustos, cómo está decorada su casa y también saber el lugar en el que van a poner el cuadro, porque así podemos asesorarles con las mejores opciones. No es lo mismo ver una moldura en la tienda que luego en tu propia casa», explica Lucy. Además, en sus enmarcaciones incluyen diferentes elementos y acabados: espejo, madera, yeso, zinc, lacado, cristales pintados, cercos en hierro y oxidados... «Y hasta envejecemos espejos, que podría afirmar que es algo que ya no hace casi nadie», cuenta Lucy.
Pero también tienen muchas empresas y negocios como clientes, desde EL CORREO, hasta la Sala Rekalde o Bilbaorte, con los que llevan mucho tiempo trabajando. «Colaboramos también con tiendas de decoración como Verno o Mosel, que tienen continuamente proyectos en restaurantes o bares», detalla Lucy. Una de las colaboraciones más recientes ha sido para Tipula Burger, que pronto abrirá un nuevo restaurante en Algorta.
Lucy y su equipo no solo tienen trabajos de decoración al uso, por Marcos Mota también pasan muchas personas que tienen un objeto especial por su valor sentimental y que quieren enmarcarlo o colocarlo en una vitrina. «Ahora mismo tenemos listo para enmarcar un ukelele adquirido en el bar de Liverpool donde tocaban The Beatles», cuenta Lucy. Es solo un ejemplo de los numerosos objetos que han pasado por sus manos, desde vestidos o ramos de novia, el gorro de Mari Domingi, un libro firmado por Ibarrola, el guardapelo y foto de una abuela o las zapatillas embarradas de un concierto que su dueño recuerda con especial cariño. «A veces nos dicen que igual es una chorrada enmarcar algo así, pero yo siempre les digo que todo lo que tiene un valor sentimental es digno de preservarse de la mejor manera posible», recalca Lucy.
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