![El piso a la venta en Getxo (Bizkaia) de Begoña Susaeta](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202201/20/media/cortadas/pisos-venta-getxo-bizkaia%20(1)-kCWE-U160603598677bqF-1248x770@El%20Correo.jpg)
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La de Begoña es una de esas casas que hacen alzar la vista de los forasteros a su paso por La Galea. De esas que a una le tienta curiosear cuando los cuarterones de sus ventanas están abiertos de par en par. Es una casa en la que no cuesta nada imaginarse en pijama de cuadros preparando el desayuno o tomando el sol en las hamacas del jardín. Un jardín, por cierto, con césped artificial, porque Pancho es experto en dejar sus patitas manchadas de barro sobre los sofás tapizados en lino. «Ha sido el mejor invento del mundo», sonríe, mientras recuerda las andanzas del 'sinvergüenza' de su amigo peludo. Ahora, esta vizcaína vende el que ha sido su hogar y el de su familia durante los último 20 años. Un caramelito, sabiendo que ha pertenecido a una de las más reconocidas interioristas de Bizkaia.
«Veinte años no es nada», decía Gardel, pero para Begoña han sido un mundo. Dos décadas en las que las paredes de su vivienda, revestidas en madera y papel, han sido testigos mudos de su evolución personal y profesional, de momentos buenos y no tan buenos, de risas, llantos, celebraciones y una inédita pandemia. Aunque, analizando con lupa los 287 metros cuadrados que le rodean, pasar allí una cuarentena no se antoja tan mala opción. «Nos moríamos de frío, pero abríamos las puertas y las ventanas de par en par. La hemos aprovechado muchísimo», revela. Ahora se va con una maleta cargada de recuerdos no muy lejos de allí. Su voz denota nostalgia mientras describe con precisión de experta las cuatro plantas de su hogar. «Según te lo estoy contando me está dando más pena».
Por fuera, se intuye un renovado concepto de la tradicional arquitectura vasca, un edificio de ladrillo con entramado de madera y tejado a dos aguas en Santa María de Getxo. Es la última casa de un bloque de adosados con una situación privilegiada, puesto que al hacer esquina le entra la luz del sol durante buena parte del día. Desde la planta superior se puede ver el paseo de La Galea y a tan solo 10 minutos a pie se encuentra la playa de Arrigunaga. «Es casi como tener una cala privada», asegura. Dentro, su particular oasis, con una zona ajardinada que rodea la vivienda, un garaje y un coqueto apartamento anexo que cuenta con un dormitorio, cocina y un completo baño con hidromasaje. «No me digas por qué, pero me dio el siroco y lo hice», bromea.
Entramos en la planta principal, donde un salón-comedor presidido por una chimenea nos da la bienvenida. Es armónico y acogedor, de espíritu atemporal y con la calidez que le aporta un suelo laminado en madera de cerezo. Estores y tapicerías en lino natural se alternan con estampados sutiles que rompen la neutralidad. Pronto, esa librería llena de libros y fotografías dejará paso a nuevos recuerdos. La luz entra por todos los frentes gracias a unos amplios ventanales con salida a un porche techado con toldos laterales y toldos de vela. Allí, una zona de estar y otra de comedor, para disfrutar de los pequeños placeres de la vida cuando el tiempo del norte lo permite.
Separada del salón por una doble corredera se encuentra la cocina, reformada hace poco más de dos años. Presume de suelos claros, paredes en gris y electrodomésticos panelados en madera que dan amplitud a este rincón donde tantos momentos se pasan al día. «Puse una península para poder cocinar mirando al jardín y que la gente pudiera estar tomando un vino conmigo mientras se prepara la comida». Y es que, si algo lleva implícito esta casa, son las ganas de llenarla de vida.
Dejando atrás un coqueto aseo para invitados, decimos adiós a las zonas comunes y subimos a la siguiente planta por una escalera de balaustre clásico en madera y escalones revestidos en espiga. Originalmente, la vivienda disponía de tres habitaciones en este piso, que más tarde quisieron convertir en dos de mayor amplitud. Allí se encuentra el dormitorio principal de Begoña, empapelado con una espiga similar que hace las veces de hilo conductor. «Para cambiar el papel de mi cuarto fue una odisea de años. Al final encontré este modelo y me gusta tanto que lo voy a poner en la casa nueva», asegura, presumiendo de ideas fijas.
Esta habitación en suite dispone de vestidor con armarios, acceso a terraza con vistas y baños reformado hace 4 años. «Está prácticamente todo nuevo». El dormitorio contiguo pertenece a su hija y también tiene vestidor, aunque no está comunicado directamente con el segundo baño.
El ático, por su parte, es un espacio diáfano y abuhardillado con encanto que al principio hizo las veces de despacho y, más tarde, pasó a ser la dependencia independiente del menor de sus hijos. Al igual que el resto, tiene vestidor y cuarto de baño propio.
Begoña cierra una etapa para comenzar otra llena de ilusión, en la que le espera «una nueva obra de la pera». Y lo hace con el objetivo de que el futuro comprador de su chalet pueda exprimir todos los rincones de estas cuatro plantas, al menos, como lo han hecho sus hijos, Pancho y ella durante todos estos años.
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