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Janire Matilla se está convirtiendo en un rostro conocido en Euskadi. Esta abadiñarra de 34 años ha acudido en varias ocasiones al concurso de ETB2 'Esto no es normal', y participará en su especial navideño, que se emitirá el 2 de enero. Además, hace unos ... meses formó parte del reality 'Abiapuntua' de ETB1. En este programa, varios concursantes convivían con personas que viven realidades muy dispares con el objetivo de reflejar los posibles prejuicios que podemos tener todos sin ser conscientes de ellos. Janire salió de su zona de confort conviviendo 24 horas con una persona con deficiencia visual. «Fue bastante duro darse cuenta de las experiencias que viven día a día y que los demás ni siquiera imaginamos», expresa emocionada Janire desde su tienda, 'Sweet Glory', en General Concha.
Esta diseñadora es la vitalidad personalizada y lo refleja en todas sus creaciones, donde predominan los tules, las lentejuelas y los estampados de flores. «Son prendas muy especiales. Las puedes combinar con algo más sobrio para dar un toque a tu look, pero siempre con personalidad y mucho colorido», afirma. Esta máxima, que ya utilizo en las alpargatas que presentó el pasado verano con gran éxito, la plasma esta temporada en el diseño de unos mendigoizales con la esencia de su marca. Verde aguamarina, fucsia con naranja y azul Bilbao son algunos de los colores escogidos para rediseñar este clásico atuendo, y todos ellos, más cortos de los habituales, llevan en la espalda su 'Sweet Glory', además de bolsillos con forma de corazón.
Janire, aunque trabaja con un pequeño equipo de tres personas, es la parte creativa del grupo y en muchas ocasiones se tiene que llevar trabajo a casa, donde vive con su caniche mediano, Sweetitxu. «Nos arreglamos muy bien porque es muy dependiente, y siempre estamos juntos en la tienda o en casa… Como un miembro más de la familia, tiene su sitio preferido en el sofá y su camita en mi habitación, aunque siempre acabamos durmiendo juntos», cuenta Montilla.
Nada más entrar a la vivienda se pueden divisar todas sus estancias, excepto el cuarto de baño. De hecho, encendiendo una luz se alumbra toda la casa. «Con los precios que tienen ahora el gas y la electricidad, vivir en una casa tan pequeña tiene sus ventajas. Yo, que soy mucho de velas, con encender un par de ellas y una bombillita en la entrada de la casa ya la alumbro entera», ríe Janire. La casa no tiene calefacción, pero sabe ingeniárselas para no pasar frío. «Me he comprado una estufa de toda la vida de butano, pero con un frontal que simula quemar madera como una chimenea, lo que hace la estancia más acogedora», explica la diseñadora.
A la derecha de la entrada a la vivienda, está su habitación, que cuenta con una cama, dos mesillas, un burro de ropa y unas estanterías. Desde su cuarto, ve perfectamente la sala y la televisión que tiene colocada en ese espacio. Una de las ventajas de vivir en un piso de pequeñas dimensiones es que emplea poco tiempo en las tareas domésticas. «En un periquete lo tengo todo recogido, así que dentro de mi desorden está todo en su sitio», asegura.
La casa apenas tiene puertas, concretamente tres, la de la entrada a la vivienda, la que separa la cocina del salón y otra en el baño. A Janire le da tranquilidad que no haya paredes o huecos en los que «se pueda esconder alguien». «Soy miedosa y mi cajita de cerillas me da mucha seguridad», se sincera. Pese a vivir en una mini buhardilla, reconoce que nunca ha sentido sensación de agobio y que para ella y su perrito es suficiente: «Tenemos todo lo necesario. No necesitamos grandes lujos para ser felices».
El salón, que es lo más amplio de la casa y donde hacen toda la vida, alberga un gran sofá, y unas mesitas rosas a las que se les puede quitar la parte de arriba y convertir en bandejas. En un espacio tan reducido el ingenio se agudiza para sacar doble funcionalidad a los elementos. Solo tiene un armario en toda la casa y está en el salón. Al fondo se ubica la cocina, equipada con lo justo, lo cual no le preocupa para nada a esta abadiñarra, que no le gusta cocinar y con poder calentar los 'tuppers' que le da su novio, que regenta un restaurante en Elgoibar, tiene de sobra. «Es muy fácil limpiar porque tengo todo a mano», asegura. Ni siquiera echa en falta tener una mesa de cocina.
Esta buhardilla a simple vista puede parecer que no tiene mucha luz, pero nada más lejos de la realidad. Las ventanas de la cocina y del baño dan a fachada, así como una de las dos con las que cuenta la sala. «Por el patio interior hablo mucho con mi vecino de enfrente mientras colgamos la ropa y además me hace de canguro de Sweetitxu», asegura Janire, que rebosa simpatía desde su pequeño pisito.
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