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«Para conocer a la gente hay que ir a su casa», decía el gran escritor romántico Goethe. Las casas de revista en las que parece que no vive nadie están dejando paso a viviendas que sí reflejan las pasiones de quienes las habitan. Cada vez más personas huyen del 'menos es más', de las cocinas completamente blancas y los muebles anodinos y se decantan por hogares con personalidad, llenos de obras de arte, recuerdos de familia y piezas de sus viajes. La interiorista Raquel Lázaro, que fundó Lázaro Estudio hace casi una década en Bilbao siguiendo los pasos de su padre, el arquitecto Carlos Lázaro, ha transformado un piso centenario de 70 metros cuadrados en Getxo en una vivienda que conserva su carácter único y, al mismo tiempo, refleja el espíritu bohemio y libre de su propietaria. «La dueña quedó cautivada por la luz y el alma original de la casa, así que decidimos preservar estos elementos antiguos e incorporar detalles modernos que plasman su personalidad, marcada por los más de 20 años que vivió en Londres», explica.
La vivienda, que cuenta con tres habitaciones, dos baños y cocina-salón, combina tradición y modernidad. «Hemos realizado una reforma integral, que ha durado cinco meses, para maximizar la luz natural y ganar espacio. El mayor reto ha sido hacer un cambio de distribución y situar la cocina donde estaba el antiguo dormitorio y la nueva habitación principal donde se ubicaba la cocina», apunta la interiorista. Su clienta se lo ha puesto fácil porque, además de ser una buena amiga, es una apasionada de la música, la literatura y el arte. «Trabaja con su hermano en la empresa de distribución de mobiliario de diseño Empty Spaces, así que ya tenía muchas piezas que son auténticos iconos en el mundo del interiorismo».
Raquel ha aprovechado la altura de un antiguo dormitorio para situar ahí una cocina abierta al salón. La pared que dividía estos ambientes fue demolida para crear la nueva zona de día, delimitada por una antigua mesa de cocina que hace las veces de pequeño comedor. Junto a la mesa, destacan las sillas de Inclass y la lámpara Marseille de Le Corbusier.
La cocina, el alma de la casa, presenta un diseño atrevido y funcional con un aire retro que refuerza su carácter rebelde. Destacan el mobiliario en roble acabado en un tono gris-lila, la encimera y campana hechas a medida, y el pavimiento de pinotea recuperado. Bajo el gran ventanal, Raquel ha creado una zona multifuncional para trabajar, comer y preparar alimentos.
En el salón, se ha conservado la chimenea original, que contrasta con piezas modernas, como las estanterías MDF Italia y un televisor Samsung diseñado por los hermanos Bouroullec. En esta estancia, que refleja las pasiones de la propietaria, también conviven piezas recuperadas de mercadillos londineses con kilims traídos de sus viajes.
El pasillo conecta las áreas comunes con las habitaciones y la zona de servicio. Un póster del cantante australiano Nick Cave preside la pared del fondo, mientras las puertas pintadas en rosa palo, acompañadas de manillas Ferrovia de Formani, evocan un estilo inglés clásico. La luz natural juega un papel clave en la atmósfera del espacio.
El dormitorio principal, en el otro extremo de la vivienda, conserva el forjado de bóveda catalana y el suelo de baldosa hidráulica hexagonal de la antigua cocina. «En la vivienda hemos recuperado todos los elementos antiguos que hemos podido: los pavimientos, el suelo antiguo de la cocina, la chimenea, la puerta de acceso al salón...», detalla la interiorista. En esta habitación, se ha decantado por un cabecero multifuncional que integra mesillas y armario para aprovechar al máximo el espacio y respetar las ventanas existentes.
El piso también cuenta con dos pequeños baños, que destacan por su estética innovadora. En uno de ellos, inspirado en los baños turcos, se han utilizado azulejos naranjas que recubren completamente las paredes y el suelo, creando un efecto monocromático que potencia su carácter único. «La clienta ha viajado mucho por África y le encantan los hammam, así que hicimos un guiño». Y en el otro baño, Raquel ha colocado una raqueta antigua a modo de espejo.
Esta interiorista bilbaína se caracteriza por crear casas y locales comerciales que se salen de lo convencional y cuentan su propia historia. «La gente que viene donde mí no busca la típica casa mona de revista, sin personalidad. Tengo la suerte de poder hacer viviendas maravillosamente dispares. Y también a los clientes que quieren una casa de estilo nórdico les intento rascar un poco para que se permitan disfrutar de un hogar con alma lleno de detalles personales», concluye.
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