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Iñigo ha creado en casa de sus abuelos el único hotel burbuja de Euskadi.

De casa de sus abuelos a único hotel burbuja de Euskadi

Iñigo, el joven que ha creado en casa de sus abuelos el único hotel burbuja de Euskadi

Este emprendedor de 27 años ha levantado en su finca familiar del pueblo alavés de Salmantón un original alojamiento con vistas al cielo y jacuzzi en el jardín

Jueves, 9 de noviembre 2023, 19:03

Entre montes y estrellas, se encuentra Sierra Salvada, una finca con vistas a este tesoro natural en la que Iñigo Arza se divertía de pequeño recogiendo los huevos de las gallinas, recolectando la miel o asando pimientos. Esta casa la construyó su abuelo materno, Eduardo, ... en los años 80, para el disfrute de la familia. Todos vivían en Llodio, pero los fines de semana huían del ruido y el estrés en este impresionante entorno, lejos del tráfico y las multitudes. La infancia de este joven de 27 años está unida a este lugar del pueblo alavés de Salmantón, que ha vuelto a llenarse de vida y nuevos recuerdos. En este terreno, la madre de Iñigo y su tío abrieron hace siete años una casa rural con encanto. Y hoy, en la otra zona del solar, este emprendedor ha creado el único hotel burbuja de Euskadi. «Todos tenemos otro trabajo, pero queríamos dar continuidad a Sierra Salvada, mantenerla bonita y cuidada», cuenta.

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De talante emprendedor y espíritu viajero, Iñigo no ha parado de ver mundo. Estudió Administración y Dirección de Empresas en el campus de San Sebastián de la Universidad de Deusto; y el último año lo cursó en Shanghái. Al terminar la carrera, trabajó durante un año en Lima, en la consultoría Deloitte España. Y después fichó por el fabricante alemán de productos de consumo Henkel, que le llevó dos meses a Hamburgo. En el verano de 2021, volvió a hacer las maletas para realizar un voluntariado de un par de meses en Kenia; y desde hace dos años vive en Miami, donde trabaja en el departamento de marketing de la Cámara de Comercio de España-Estados Unidos.

Pero ningun destino hizo que Iñigo se olvidase de sus orígenes. El 8 de octubre del año pasado inauguró Sierra Salvada Bubbles, un alojamiento con vistas al cielo y la naturaleza enfocado al goce y al sosiego. «Es una fecha señalada, porque es el día en el que nacimos mi abuelo Eduardo y yo. No llegó a verlo abierto, porque falleció antes, pero sí que conocía el proyecto. La que está por allí observándolo todo y muy feliz es mi amama», dice.

Gestionar un alojamiento a tantos kilómetros de distancia no es fácil. «Al principio, me permitieron teletrabajar para poder estar varios meses en Euskadi. Han sido años de plantearlo, de buscar proveedores, de conseguir permisos... un proceso un poco largo que tuve que compaginar con mi trabajo», explica. Y, además, tuvo que vender la idea en casa. «Nunca habían visto estas burbujas, así que no lo entendían muy bien, pero confiaron en mí y me apoyaron mucho», agradece.

Dos burbujas independientes

El hotel cuenta con dos burbujas, Sua Bubble y Ura Bubble, totalmente diferenciadas para ofrecer intimidad. La primera dispone de 32 metros cuadrados, repartidos entre habitación, salón y baño; y tiene una parcela privada de 280 metros cuadrados. Y Ura Bubble, que mantiene la misma línea decorativa, cuenta con 28 metros por dentro y 240 de jardín. «Toda la decoración la he elegido con mi madre y mi hermana, que es 'wedding planner'. Tienen mucho gusto», cuenta. Una de las joyas que ofrece este alojamiento y atrae a muchos huéspedes es el telescopio de última generación. Ubicado dentro de cada burbuja, ofrece vistas excepcionales de la Luna y los planetas. «También se pueden observar los cúmulos globulares que rodean el núcleo de nuestra galaxia y detalles de la Gran Nebulosa de Orión, que se encuentra a 1.500 años luz», explica Arza.

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Muchos huéspedes buscan completar la estancia con planes relajantes que les permitan romper con un estilo de vida acelerado. Por eso, una profesora se desplaza al alojamiento para impartir sesiones de yoga particulares. Una sensación de bienestar que se puede alargar con un paseo a caballo desde una hora por las laderas del Valle de Ayala. Y para terminar el día, la guinda es un reconfortante baño en el jacuzzi, situado en el exterior. «Se puede poner hasta a 40 grados. Bañarse en invierno, mientras nieva, es una experiencia increíble», asegura Iñigo. También está la opción de refrescarse o entrar en calor en la ducha exterior de agua fría y caliente.

En plena naturaleza y con tanta calma, no apetece coger el coche para almorzar. Por eso, Iñigo ofrece un desayuno km 0 personalizado, al gusto del cliente. «Está incluido en el precio y lleva fruta, bollería y opciones saladas, como el jamón ibérico», cuenta. La oferta culinaria se completa por la noche con una cena para dos sin salir de la burbuja. «Los huéspedes nos pueden pedir este servicio. También ofrecemos opción vegetariana», apunta. Además, dispone de una cafetera con distintas cápsulas, un minibar con varias opciones de snacks y una vinoteca.

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Decoración de cumpleaños y romántica

La estancia en Sierra Salvada Bubbles suele ser un regalo, así que muchos huéspedes llegan con los ojos tapados por un antifaz. «Al abrirlos se sorprenden mucho. Les encanta que esté en plena naturaleza, sin casas cerca, y que se vean las estrellas, porque no hay contaminación lumínica». Muchas personas compran el cheque regalo, con un año para canjearlo, con la intención de obsequiar a su pareja por su cumpleaños o en el aniversario de boda. Y muchos amigos lo solicitan como regalo para recién casados. «Algunos clientes nos pedían entrar antes para decorar el espacio, así que se nos ocurrió ofrecer decoración de cumpleaños y romántica para que no tuviesen que venir con antelación y pudiesen sorprender más a la otra persona», explica Iñigo.

A sus 27 años, este joven emprendedor prefiere no plantearse el futuro. Sigue viviendo en Miami, pero con el corazón puesto en Sierra Salvada, en continuar manteniendo el legado que inició su abuelo. «Yo creo que estaría orgulloso de que hayamos seguido cuidando este sueño que él construyó con sus propias manos, piedra a piedra». Sus planes pasan por «seguir haciendo las cosas bien para que los huéspedes salgan contentos»: «Queremos que sea un proyecto pequeño, pero muy cuidado, que se vayan de aquí felices y con ganas de repetir».

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