El piso moderno en el Ensanche con toques industriales de una pareja apasionada de la música

Raquel Lázaro, gerente del estudio, no tiene ninguna duda al concluir que el 'feeling' que tuvieron con los propietarios de la casa ha sido fundamental, el cual se puede comprobar en la coherencia de toda la reforma. Tras 24 años de experiencia en el sector, Raquel afirma que «los propietarios han sabido delegar perfectamente en los profesionales. Ha sido una gozada trabajar con ellos».

Ella es profesional de una asesoría y él psicólogo. A partir de la pandemia, este último necesitaba un espacio en casa para desarrollar su trabajo. En definitiva, una casa de algo más de 100 metros cuadrados que se adaptada a sus necesidades y que refleja a la perfección su predilección por la música, la fotografía y los muebles restaurados.

Ubicada en uno de los primeros edificios de estructura mixta de hormigón y acero del Ensanche, tiene una distribución interior totalmente diferente a la original. La cocina, que estaba situada al principio de la vivienda, ha pasado a ser el epicentro de la casa. Con muebles a medida de Marina Diseño, cuenta con una isla de la marca italiana Snaidero, desde la que se accede a la zona del comedor y el salón, así como a los dormitorios y al despacho, que, a su vez, comunican con el salón. Esta distribución circular es lo que permite la independencia de los usos sin generar molestias.

La casa contaba con tres dormitorios, de los que se han conservado dos: uno principal y un segundo para invitados. El tercer cuarto se ha reconvertido en un despacho, separado del salón con una gran carpintería metálica y comunicado con el vestidor del dormitorio principal. Esta estructura hace que esta estancia tenga muchísima más luz, a la vez que otorga una mayor amplitud a la sala.

Toda la casa respira un estilo moderno con referencias industriales. Las lámparas de la cocina son de DWC Lighting, generando un contraste interesante con los muebles de esta estancia de la casa. El comedor cuenta con muebles de Miniform y lámparas de Marset y una estantería modelo String, gran icono de los años 50, al igual que el aparador recuperado de un anticuario, que contrasta con los muebles de diseño de Roche Bobois o el sofá de Joquer.

La pared de la sala es de hormigón y da un efecto muy brutalista, al igual que el gran espejo, que se tuvo que subir por las escaleras con la complejidad que conlleva por su fragilidad. Se ha mantenido la tarima, muy típica de las casas de Bilbao, lo que aporta muchísima calidez, al igual que las molduras de escayola originales.

Las paredes de la vivienda reflejan sus pasiones por la música y la fotografía clásica. Carlos Arrola fue el encargado de realizar todos los cuadros a medida, que muestran desde las entradas del concierto en el que se conocieron hasta alusiones musicales de él y las preferencias artísticas de ella. De las paredes del despacho cuelga una obra cubista de la artista bilbaína Lola del Arenal.

El dormitorio trasmite paz, y refuerza el ánimo con el color azul navy intenso del armario principal, provisto de tiradores de Formani, al igual que las manillas de toda la vivienda. Se realizó un cabecero a medida con telas italianas de Maria Fiora y mantas de Ezcaray. Toda la carpintería y cómodas han sido realizadas a medida tanto en los dormitorios como en aseos.

Preguntamos a Raquel por ese azulón tan constante es sus obras, tanto en restaurantes, como panaderías, como viviendas… «Suelo decir que tengo un trauma cromático. Mi aita, Carlos Lázaro, es arquitecto de los 80 y en esa época eran tremendamente coloristas. De hecho, la Cámara de Comercio de Bilbao es obra suya y mira que verde tan cañero tiene. Llevo en los genes ese ramalazo colorinchi de mi padre, de lo cual me siento muy orgullosa, es sin duda una de mis señas de identidad», reconoce muy orgullosa.

Lázaro Estudio cuenta con una andadura profesional de seis años. En la actualidad, tiene muchísimos proyectos en su portafolio, tanto en Euskadi como en el resto de España, pero si hay que resaltar alguno de ellos es el realizado en Hotel Puente Colgante, por el que el alojamiento ha recibido el Premio Roca a la mejor remodelación. Un interiorismo colorista y muy cálido refuerza el carácter histórico del edificio y su pasado cubano, a la vez que transmite una sensación calmada y vibrante.