Carlos Sobera (Barakaldo, 60 años) estudió Derecho (y llegó a enseñar en la universidad) pero su sueño era ser actor. Quizás esto de presentar programas también tenga algo de interpretación. Saltó a la fama gracias a un gesto: levantando la ceja de manera inquietante ... en '¿Quién quiere ser millonario?'. Y hoy se ha convertido en uno de los presentadores más queridos de Mediaset. El presentador y actor vive un momento frenético entre los platós de 'First Dates', 'Supervivientes' y ahora 'El precio justo'. Además, recorre el país con la obra 'Asesinos todos', donde actúa y produce. De hecho, recalará el 5 y 6 de agosto en el Teatro Principal de Vitoria. Sobera es incombustible. ¿El secreto de su éxito? Su cercanía afable, parece normal, como el vecino del quinto, no va de estrella televisiva. Sobera transmite buen rollo.
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Se considera «un currante de la televisión», pero gracias a su larga trayectoria hoy puede gozar de una vida acomodada. Casado desde hace más de cinco años con Patricia Santamaría, ha sido él mismo quien (sin pretenderlo) ha abierto al público las puertas de su casa a través de las redes sociales. El baracaldés ha compartido pocos detalles de su vivienda, pero Arianna Aragón, hija de su mujer, no duda en posar en Instagram con la casa unifamiliar que comparten en el norte de Madrid como telón de fondo.
Su refugio para evadirse del estrés diario es un chalet, con la fachada de color rojo, que cuenta con un imponente jardín con piscina. Un espacio íntimo y acogedor para disfrutar de divertidas reuniones con familiares y amigos. Sobera dispone de una amplia zona verde en la que no falta un rincón chill out, solarium, barbacoa... De hecho, en sus redes sociales demuestra que es un gran anfitrión. «Barbacoa de finde con buenos amigos, gran vino y espectacular tarta. Solo falló el mus», escribió junto a una fotografía en la que posa alrededor de una mesa junto a la actriz Marta Hazas y su marido, el actor Javier Veiga.
Frente a la casa hay una enorme piscina rodeada de cerámica blanca, un diseño moderno en el que Sobera y su familia se darán más de un chapuzón para soportar las sofocantes temperaturas de Madrid. La inmensa parcela está rodeada de árboles que, además de intimidad, proporciona una gran conexión con la naturaleza. Un refugio en el que se respira tranquilidad, perfecto para disfrutar de los atardeceres con vistas a la sierra de Madrid y evadirse del mundanal ruido y el ritmo frenético de la ciudad. Y sí, seguro que allí hasta su famosa ceja... se relaja.
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