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El arte de fingir orgasmos también es cosa de ellos, ¿por qué lo hacemos?
Sexo, ¿por qué fingimos los orgasmos?

El arte de fingir orgasmos también es cosa de hombres: ¿por qué lo hacemos?

Por vergüenza, falta de confianza o deseo de complacer, fingir entre las sábanas es una vía de escape a la que no solo recurren las mujeres. Os lo contamos

mónica pérez

Viernes, 5 de noviembre 2021, 13:23

Las conversaciones sobre la sexualidad no deberían ser un tabú. Y si hablamos de la vida íntima entre dos personas, hay un tema que supone una reiterada fuente de preocupación (y muchas veces de obsesión): alcanzar el clímax. En el momento en el que no « ... llegamos», fingir puede ser una vía rápida para terminar con una situación que deseamos acabe lo antes posible. Los datos hablan por sí solos y la honestidad entre las sábanas escasea: según un estudio publicado en la revista Archives of Sexual Behavior un 76% de las mujeres aseguran haber fingido un orgasmo alguna vez en su vida. Y aunque tengamos claro que la comunicación es la base indiscutible del éxito en una relación, entre las sábanas las leyes podrían cambiar.

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¿Por qué «engañamos» a nuestras parejas?

Como punto de partida, planteemos una pregunta: ¿Por qué fingimos los orgasmos? Para Arola Poch, psicóloga y sexóloga experta en educación sexual, son tres los motivos principales que empujan a una mujer a fingir: «Acabar antes con el encuentro sexual, hacer sentir bien a la persona con la que está y erotizar la situación», resume. Un escenario donde también juega en nuestra contra la presión que en ocasiones ejerce sobre nosotros la presencia de la otra persona. «El descontrol es muy importante para sentir un orgasmo y no es tan fácil descontrolarnos cuando estamos en pareja», apunta por su parte la psicóloga Ana Lombardía, experta en sexología.

Según los expertos, el problema radica en repetir este patrón de forma continuada, porque «estaremos renunciando al placer y nuestra pareja no sabrá lo que nos gusta», señala Lombardía. ¿El riesgo? Perder el deseo y que nuestro interés en mantener relaciones sexuales desaparezca. «Como consecuencia, los encuentros son cada vez menos placenteros, y acostarte con alguien se acaba convirtiendo en una tarea», añade. Una situación que sucede de manera recurrente y sus consecuencias no sopesamos. «En relaciones esporádicas, también buscamos tener un buen recuerdo y que la otra persona quiera repetir. Establecer de base una mentira también puede tener repercusiones en los encuentros futuros».

Conocer nuestro cuerpo: un punto de partida

En contra de la creencia popular sobre que a las mujeres les cuesta más experimentar el clímax; en ocasiones el error se concentra en cómo enfocamos el encuentro sexual. «No necesariamente a las mujeres nos cuesta más llegar al orgasmo, pero si nuestro modelo sexual es muy coito-centrista y basado en el placer masculino, a algunas mujeres nos puede costar más porque nuestro principal órgano de placer está en el clitoris», defiende Poch. Como una vía más que valida, no es de extrañar que en ocasiones alcanzar el clímax pase por recurrir a juguetes sexuales que le ofrezcan una ayuda extra a la mujer. «Antes me costaba bastante tiempo y dedicación llegar al orgasmo, pero gracias a los juguetes siempre lo consigo. Si estoy en pareja y veo que no llego, con total naturalidad abro el cajón y lo añado a la ecuación», revela Gabriela, abogada bilbaína.

El recorrido también cuenta

Tanto con una pareja esporádica como en una relación más asentada, comunicación sin barreras, naturalidad y franqueza son las claves para alcanzar una experiencia sexual satisfactoria en doble dirección. Pero no debemos obsesionarnos, porque alcanzar el orgasmo tampoco es un infalible indicador de éxito. Así, la psicóloga y terapeuta de pareja Susana Ivorra recuerda que no debemos idealizar el clímax. «Creemos que el orgasmo es el fin último de un encuentro erótico. Pero si pensamos en una experiencia sexual que haya sido fabulosa, puede que no hubiera orgasmo, pero sí unos niveles muy altos de excitación y erotismo», apunta la experta. ¿La conclusión? No debemos infravalorar el resto del viaje y no hay nada como hablarlo con naturalidad con la otra persona. «Cuando el orgasmo no llega y comienzo a sentirme cansada, se lo digo abiertamente a mi compañero de cama. A veces, menos es más», coincide Micaela, de 34 años.

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Muchas veces en la cama, como en la vida, nos obsesionamos con llegar a un objetivo concreto y se nos olvida disfrutar del trayecto. «En muchas ocasiones, tener un orgasmo parece sinonimo de nuestra hombría y nos da miedo reconocer que tenemos dificultades. Sin embargo, los hombres también tenemos problemas dada la presión laboral de nuestro frenético día a día. Incluso muchas veces, orgasmamos para cumplir y hacerle ver a nuestra pareja que nos hemos quedado a gusto, cuando en realidad nos hemos forzado. Ante todo, lo más importante es que no es necesario que tengamos un orgasmo, sino disfrutar del camino. La mayoría de las personas agradecerán, de hecho, quitarnos ese objetivo y, por tanto, tanta presión», explica el sexólogo bilbaíno Aritz Resines.

Desde Albacete, Eva (nombre ficticio), explica: «Cuando he fingido con un rollo esporádico ha sido por quitarme el marrón de encima». Pero si lejos de ser una relación puntual se trata de algo más cimentado, engañar puede cristalizar un esperanzador camino hacía el éxito. «Otras veces he podido fingir como refuerzo positivo cuando veo que mi pareja se está esforzando: para que no se frustre y vea que va por el buen camino. Y con el tiempo las experiencias han mejorado», añade. Aunque según los expertos, adoptar esta postura de benevolencia también tiene sus riesgos. «El refuerzo positivo es un arma de doble filo, porque no puedes mantener esa mentira a largo plazo. La pareja continuará haciendo lo mismo pensando que ha dado con la fórmula correcta y seguirás renunciando a tu propio placer», recalca la sexóloga Lombardía.

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Fingir: no solo cosa de mujeres

Si entre las mujeres existe un pensamiento generalizado sobre su insospechada capacidad de actuación entre las sábanas, en el caso de los hombres el final feliz tampoco está asegurado. Sí, ellos también fingen y aunque por una obvia razón fisiológica requiera de más 'show' y una actuación digna de Óscar, también lo consiguen. U n estudio realizado por la marca de juguetes eróticos Bijoux Indiscrets lo confirmaba: un 21,2% de los hombres confesaba haber falseado un orgasmo alguna vez. Así, Alejandro nos cuenta desde Mallorca cómo esta realidad no distingue de géneros. «Es un error muy común pensar que solo fingen ellas. A nosotros también nos pasa y el motivo es el mismo: zanjar cuanto antes una situación cuando estamos deseando acabar e irnos a dormir», desvela.

¿La solución? comunicación

¿Cuándo fingir es un problema? «Cuando es un patrón continuado y alargado en el tiempo. Sin ser conscientes estamos negando nuestro propio placer en lugar de buscar soluciones», apunta Poch.

Pero sincerarnos con nuestra pareja no siempre es tarea fácil. «Cuando no llegaba al orgasmo directamente, se lo decía a mi pareja: 'no lo voy a conseguir y no vas a ser tú el primero'. No lo entendía, se frustraba y el resultado era un fracaso», cuenta Patricia, desde Valencia.

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«La comunicación en el sexo es fundamental, sea la relación algo esporádico o de largo recorrido», recuerda la doctora Susana. Y, a partir de ahí, es importante buscar soluciones. «Debemos analizar por qué el encuentro no es satisfactorio y entender nuestro propio placer: explorarnos tanto física como emocionalmente. Así descubriremos qué fantasías tenemos y cómo nos gustaría que fueran esos encuentros», concluye Arola Poch. ¿El resumen? Partiendo del clásico dicho «hablando se entiende la gente», una comunicación sin tabúes es un buen punto de partida para resolver los problemas entre las sábanas y mejorar nuestra experiencia sexual.

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