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Karri Bilbao
Viernes, 6 de diciembre 2024, 00:34
Cada viernes, Karri Bilbao nos comparte las historias y experiencias que vive con sus amigas. Tras años de convivencia en pareja han regresado a las noches (y tardeos) de la villa.
Cada una con su vivencia y particularidad, pero todas con el nexo común de estar divorciadas y tener edad similar, hoy cenamos la cuadrilla en el Bilbao Berria de Ledesma, un restaurante acogedor que siempre es un acierto. Pedimos entrantes para compartir y un plato principal cada una que acompañamos con un Rioja del gusto de todas. Llegamos al postre bien entonadas para crear el clima de complicidad que invita a compartir confidencias sin filtros ni autoengaños.
Nos unen muchas cosas más allá del estado civil; pertenecer a una generación de educación tradicional, haber sido madres trabajadoras fuera de casa sin que el hombre entrara en condiciones de igualdad, inquietud cultural similar, independencia económica y una perspectiva de vida propia y ajena bastante parecida, en definitiva. Por eso, cada vez que nos juntamos hacemos apología del divorcio como seña de identidad y bandera de independencia. Algo así como un akelarre alrededor de una buena mesa o la renovación del carné que nos reivindica como mujeres libres en construcción constante.
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Pero para qué engañarnos, más allá del manual con sus principios básicos, cada una busca su felicidad como viene o mejor le conviene; en soledad o acompañada. Y es que lo de Zuriñe y Ane es intermitente; lo dejan y retoman con sus respectivos desde hace un tiempo. Izaskun sale con Kepa de vez en cuando sin comprometerse. Iratxe con Imanol, más estable. Aran acaba de conocer a Mikel con los altibajos que conlleva; una montaña rusa de sensaciones y contradicciones. Y después estamos Maite y yo, que somos libres como el viento y una hoja de ruta por definir.
Con este escenario variopinto como telón de fondo, intercambiamos pareceres sobre la posibilidad de convivir o no con las nuevas parejas. Todas acumulamos experiencia tras años de matrimonio y no queremos repetir errores, pero hay diversidad de opiniones: Aran comenta que la convivencia fortalece a la pareja y a futuro le gustaría volver a casarse. Iratxe ya convive por quincenas cuando los hijos están con su ex. Ane no lo descarta y Zuriñe ni se lo plantea. Maite desearía encontrar un amor que la rescate de la soledad.
¿Y yo qué opino? Nunca diré que de esta agua no beberé porque quizá caiga enamorada perdidamente esta misma noche y me case feliz hasta la sepultura, pero me identifico con los 'viviendo aparte juntos' o LAT (Living Apart Together), en definitiva. A quién no le seduce eso de vivir cada uno en su propia casa sin necesidad de compartir baño, horarios fijos de comidas, ver series, deportes o documentales que no interesan ni cesiones de soberanía por el bien común de la convivencia. ¿Verdad que suena idílico? Me decanto por la idea de perpetuarme en el placer de quedar con un hombre con quien compartir tiempo y planes bonitos, dormir en su casa o en la mía si surge el caso...
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