Hay sitios en Bilbao donde no hay más que dar un paso, uno, para retroceder treinta años. O cuarenta. Un ejemplo: la calle Larrakotorre entre Luis Braille y Navarro Villoslada. Ahí, paralela a esta arteria que cruza San Ignacio e Ibarrekolanda, hay un vial ... de cien metros que recuerda mucho a aquella ciudad caótica. Las aceras reventadas, el asfalto con socavones como precipicios, un tetris de coches no aparcados sino encajados en cada resquicio. Dobles filas. Un batiburrillo.
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Lo que ocurre aquí es que estamos en una zona privada de uso público. Es decir, queda fuera del ámbito de actuación del Ayuntamiento porque no es de propiedad municipal, sino que los dueños son todos los vecinos de las viviendas próximas. Eso sí, al ser de uso público por allí pasa todo el que quiere. Por eso el titular de aquí arriba: es una calle de todos, pero parece tierra de nadie. Claro, su mantenimiento le corresponde a decenas, quizás cientos, de particulares. Y ya se sabe qué pasa con estas cosas. Esta es, de hecho, otra característica de rincones así: convertirse en campo abonado para el florecimiento de conflictos vecinales.
¿Cuántos espacios privados de uso público hay en Bilbao? «Cientos. Miles», responde Asier Abaunza, concejal de Obras, Planificación Urbana y Proyectos Estratégicos. No existe un censo porque en esta categoría se incluyen calles enteras, pero también rincones de pocos metros cuadrados salpicados, sobre todo, por esas partes intrincadas de la ciudad donde los ángulos rectos y los trazados paralelos son casi un exotismo.
Hay que tener muy en cuenta que hay dos categorías diferentes. Están, primero, los suelos privados de uso público así, a secas; y luego están los que llevan como apellido «de interés municipal». Estos últimos adquieren esta condición porque son zonas «de conexión con otros espacios públicos, o porque son utilizadas por la ciudadanía» de un modo habitual, explica Abaunza. En estos supuestos, atendiendo al servicio público que prestan, el Ayuntamiento prohíbe su cierre y colabora en su mantenimiento de un modo especial. En los otros, los que no se consideran de interés municipal, los vecinos cargan íntegramente con su cuidado y, si lo desean, podrían cerrarlos al público.
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Es lo que ocurrió, por ejemplo, «en la calle interior de la cooperativa de La Popular, en Uribarri», explica el concejal. Pasó de ser lugar de tránsito habitual para los residentes en el entorno, a quedar reservado para uso exclusivo de sus propietarios. El caso también es recurrente en algunos patios de manzana. ¿Y si ese cierre afecta a negocios implantados en lonjas de la zona? ¿Y si perjudica a terceros? En esos casos, dice Abaunza, el asunto se escapa de la regulación municipal y entra en el terreno del Derecho Civil. Cada supuesto será diferente y habrá que analizar las posibles servidumbres de paso a establecer.
Pero nada de esto podría pasar en las zonas consideradas de interés municipal y que suman más de un centenar en Bilbao. Estraunza, en Indautxu, es un caso representativo porque se trata de un entramado de viales por donde discurre la vida sin que buena parte de la ciudadanía sepa que se trata de una zona privada. Hace unos meses que se ha terminado la obra de reforma de todo este área adyacente a la Gran Vía y en ella el Ayuntamiento ha colaborado con 312.000 euros. Es lo que tiene esta situación: la administración, dado que limita el derecho de propiedad -recordemos, los vecinos no pueden cerrarla al tránsito-, ayuda en el mantenimiento.
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795.573 euros ha invertido el Ayuntamiento de Bilbao en subvenciones para mejorar espacios privados de uso público durante el último año. Se ha actuado en diez ubicaciones diferentes. La ayuda más cuantiosa fue para Estraunza, con 312.000 euros.
50% es el porcentaje máximo del presupuesto a ejecutar del que se hace cargo el Ayuntamiento. Quien decide si se otorga subvención o no a una propiedad privada, y en qué cuantía, es el consejo de distrito atendiendo a si es un espacio útil para el barrio y si es utilizado por el vecindario en general o únicamente por los residentes y propietarios.
¿Qué otros lugares están así? Lo dicho, son más de un centenar. Están los soportales en el entorno de la Plaza Euskadi y Lehendakari Leizaola, las plazas junto a las torres de Isozaki, varios espacios entre edificios que hacen las veces de zonas estanciales en Santutxu, hay nueve lugares con esta consideración en Garellano, cinco en Bolueta... En fin, están prácticamente por todos los barrios de Bilbao.
En estas zonas de interés municipal el Ayuntamiento llega a convenios con las comunidades de propietarios para repartirse el trabajo. Es decir, no sólo subvencionar obras, sino también asumir, por ejemplo, labores de jardinería, alumbrado, limpieza... Como queda dicho, una carga que se les quita a los dueños a cambio de que sea lugar de disfrute para toda la ciudadanía.
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Aunque, siendo esto así, ¿por qué no ceder esos sitios al Ayuntamiento? ¿Qué ganan los propietarios cargando con parte del mantenimiento de unas zonas de las que no pueden disponer? Abaunza apunta que la administración local no acepta cesiones cuando hay «aprovechamientos bajo rasante». Claro, si bajo estos espacios hay garajes o trasteros, como en Estraunza, es fácil que haya humedades, filtraciones... Un problema. Sería comprometer dinero público para el mantenimiento de espacios con un uso exclusivamente privado.
Pero en otros casos la cesión sí es bienvenida por la autoridad local. Y no sólo de zonas privadas de uso público e interés municipal. También de las otras, de las que no tienen esta última consideración de interés municipal. Ha ocurrido recientemente en la calle Erdikoetxe, en Ibarrekolanda, donde los particulares han entregado la propiedad al Ayuntamiento de Bilbao, que acaba de terminar su reurbanización.
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Está muy cerca esta zona del vial junto a la calle Larrakotorre, el ejemplo de deterioro con el que arrancábamos estas líneas. ¿Qué solución hay para eso? Abaunza apunta, de un lado, a que los vecinos podrían cerrarlo para su uso particular. O también cederlo al Ayuntamiento porque en este caso al Consistorio sí le resultaría interesante «como complemento a la plaza de las 'casas americanas'», que está justo al lado. «Pero a esto último siempre se ha opuesto la comunidad de propietarios», recuerda el concejal. Ahora, sin embargo, un grupo de vecinos está promoviendo la cesión como medio para evitarse derramas en el mantenimiento, para dignificar el entorno y para ahorrarse quebraderos de cabeza.
Estas cosas siempre son peliagudas porque, según recuerdan desde el área de Urbanismo, hay que poner de acuerdo a todos los vecinos. «Los acuerdos de la comunidad de propietarios se tienen que adoptar por unanimidad de todos los que acudan a la reunión (al menos deben estar la mitad más uno) y que, con posterioridad, nadie impugne el acta». Muchos los que convencer.
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También es cierto que a veces esa unanimidad es imposible, pero hace falta afrontar obras en beneficio de todos para que el entorno no sea un desastre. Pasó en Arabella, donde para reurbanizar la calle Zabalbide hubo que acudir «a la vía expropiatoria» en algún caso, recuerda Asier Abaunza.
En fin, que hay realidades de lo más variopintas. Desde quienes proponen ceder al Ayuntamiento unos metros cuadrados frente a la vivienda para que se les arregle el acceso al portal con dinero público, hasta quienes condicionan la instalación de una marquesina de autobús porque una pata de la estructura toca su parcela, que no tiene más cometido que envejecer ociosa.
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Algunos ejemplos de zonas privadas de uso público
Regreso al pasado: Este vial, entre Luis Braille y Navarro Villoslada, es ejemplo de deterioro por falta de mantenimiento por parte de los propietarios, cientos de residentes de la zona. El Ayuntamiento estaría dispuesto a asumir la titularidad, pero en las comunidades de vecinos no hay acuerdo para la cesión.
Mitad y mitad: Este es un caso muy curioso porque la mitad de la calle en este tramo es pública y la otra mitad, privada de uso público. Así que a un lado (en la foto, a la izquierda) hay OTA, mientras que en otro el estacionamiento es libre porque los propietarios, según informan en el Ayuntamiento, rechazaron ponerlo de pago.
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Interés municipal: Esta zona es lugar de paso y por ello los vecinos, aún siendo sus propietarios, no podrían cerrarla al público. Tampoco pueden cederla al Ayuntamiento porque hay aprovechamiento bajo rasante (aparcamientos). Sin embargo, en atención a su interés para el conjunto de la ciudadanía, la administración local subvencionó con 312.000 euros la reciente reforma del lugar, que ascendió a un millón de euros. El resto lo asumieron los casi 500 vecinos y, al tiempo, propietarios, que residen en los cuatro bloques de la zona.
Cesión al Ayuntamiento: En este caso ya no estamos ante una calle privada de uso público. Los vecinos, que al mismo tiempo eran propietarios, se la cedieron al Consistorio para su reurbanización, que culminó recientemente. La administración local acepta este tipo de cesiones -que, como es lógico, conllevan hacerse cargo del mantenimiento con cargo a los presupuestos públicos- cuando se trata de zonas y viales de interés general para la ciudadanía.
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El parque de Ibaigane, la sede del Athletic, es propiedad privada de uso público e interés municipal. Es decir, un espacio abierto a toda la ciudadanía. Un parque más. Aquí hay algo bastante llamativo porque una parte de este espacio es utilizado como aparcamiento -no hay OTA, claro, es un parque- por empleados del club. Más de una veintena de coches suele haber. ¿Cómo es que se permite esto? Fuentes municipales apuntan que se trata de una «solución transitoria» mientras «gestionan la ubicación de estas parcelas en otro lugar» para «respetar libre de vehículos el jardín».
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