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La vuelta a un escenario de casi total normalidad después de dos años de restricciones por la pandemia ha disparado el interés de los padres ... por apuntar a sus hijos a colonias de verano. Hasta ahora las familias solían «ponerse las pilas hacia Semana Santa» para organizar los meses estivales de sus hijos y recurrían a los campamentos como una valiosa solución a los problemas de conciliación y como una oportunidad para que muchos de los 300.000 menores de 14 años que viven en Euskadi desconecten de las pantallas. Pero los responsables de las colonias de carácter privado aseguran que este año comenzaron a recibir preinscripciones en los meses de enero y febrero.
«Después de todo lo pasado, las familias querían asegurarse la plaza sí o sí, sobre todo en las actividades semanales o quincenales que se desarrollan en albergue, vivac o tienda de campaña para quedarse a dormir», explica María Moreno, de Pinpoil Ocio S.L. Esta empresa moviliza a 2.500 niños cada verano en Bizkaia en distintas actividades de día y de noche y no ha cesado -ni el año pasado ni el anterior- de planificar iniciativas pese a las circunstancias (recordemos que en 2020 las colonias públicas se suspendieron).
El año pasado, en este tipo de actividades los grupos no podían hacer salidas fuera de la zona del albergue y permanecían toda la estancia en 'burbuja', de seis a diez personas por grupo sin entablar relación con otros. Otras normas a las que tuvieron que ajustarse fueron no recibir visitas familiares, dormir uno por litera (o dos en literas de tres) y realizarse test de antígenos -los niños y los monitores- el primer día con la presencia de un sanitario para garantizar que no iba nadie positivo. En los udalekus forales, el monitor se ocupaba cada mañana de tomar la temperatura a cada participante y hacía un seguimiento personal.
«Cogimos la mitad de los niños en tres tandas. Económicamente íbamos fatal, pero hubo que sobrevivir así. Intentando llegar a septiembre por lo menos sin perder mucho dinero. No contratamos monitores extra de verano porque estábamos en ERTE», recuerda Moreno. Xabi Zabala, desde Bizkir-CampusBilbao, que lleva a cabo talleres deportivos para chavales vizcaínos de entre cuatro a dieciséis años, confirma que este año están llenado las plazas «por la vía rápida».
«En la pasada Semana Santa ya lo notamos. Nos pilló en medio el cambio a 'no mascarillas' y subió el número de participantes. Sólo nuestros monitores han mantenido el tapabocas, es la decisión que tomamos. Así que de cara a verano somos optimistas por poder recuperar lo perdido. Procuramos acercar el deporte a las familias sin encarecérselo, y para que esto siga así la única fórmula es poder mantener un volumen grande de personas, más si cabe cuando los últimos años han sido traumáticos para mantenernos en pie y no ha habido otra que asumir pérdidas».
Las plazas para el campamento de pernocta que Bizkir-CampusBilbao lleva a cabo en Zarautz durante tres semanas se han llenado «antes que nunca». «No nos había ocurrido nunca», revela Zabala. En los campus de Bizkir han llegado a tener, en 2018 y 2019, 500 «asistencias» a la semana, es decir, dos mil en un mes. Hablamos de 1.200 críos apuntados, teniendo en cuenta que muchos están desde la última semana de junio y todo el mes de julio apuntados, cuatro semanas y no sólo una. «El año pasado, por el tema de aforos, no llegamos a los 200 semanales, anduvimos cerca de las 800 participaciones en verano», detalla Xabi Zabala.
En lo que respecta a los udalekus organizados por Diputación y los principales ayuntamientos, las solicitudes también han subido como la espuma y ya están cubiertas. Un total de 4.420 plazas ofrece el Consistorio de Bilbao en los programas de ocio educativo de verano que se desarrollan del 28 de junio y el 23 de julio. Son 420 más que en 2020, cuando acabaron por no realizarse.
1.268 niños, casi el doble que el año pasado, tendrán ocasión de participar en Bizkaia en las colonias forales, en turnos de siete días por 135 euros, sin incluir bonificaciones. Las familias numerosas y monoparentales abonan 94 euros y las unidades familiares perceptoras de la RGI pagan 20,25 euros. «Hemos recuperado la oferta de los años anteriores al covid. En 2020 tuvimos que anularlas y en 2021 hubo un 33% menos de plazas», recuerda Mikel Etxebarria, jefe de servicio de Acción Cultural de la institución foral. «Es más que nunca necesario dar a los niños un espacio de disfrute vacacional, a la vez que se fomentan valores como la autonomía, la convivencia, el compañerismo y se fortalece el euskera», opina Etxebarria. «¿Y la novedad de este año? Volver a la normalidad, no hay otra», concluye.
2.000niños llegan a movilizar algunas empresas de ocio durante el mes de julio en Bizkaia.
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