Las vizcaínas también congelan sus óvulos para retrasar la maternidad: «Por lo que pueda pasar»
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La «inestabilidad laboral y económica» eleva el número de mujeres que vitrifica óvulos para retrasar su maternidadEl número de mujeres que congela óvulos para ser madres con una mayor facilidad en el futuro se ha disparado. Si en 2011 eran 230 las españolas que vitrificaron sus ovocitos por voluntad propia -no por razones médicas que pudiesen afectar a la fertilidad, como ... ocurre con la quimioterapia o radioterapia-, diez años después la cifra aumentó a hasta las 5.677, según los últimos datos que dispone la Sociedad Española de Fertilidad. «El escenario ha cambiado. Hace 50 años ninguna mujer se planteaba no ser madre. Era una especie de obligación moral. Ahora hay más dudas, no todas están dispuestas a enfrentarse a ello y hay quienes a pesar de desearlo, retrasan su maternidad por cuestiones meramente sociales», explica Juan José Espinós, presidente de la entidad.
Quedarse embarazada no es fácil. Pueden surgir complicaciones y a medida que una mujer va cumpliendo años las probabilidades de gestar comienzan a mermar. A pesar de ser conscientes de ello, cada año aumentan las mujeres que toman la decisión de aplazar su deseo de ser madres. ¿Por qué? Espinós asegura que entran en juego varios factores como la «precariedad laboral, la inestabilidad económica o la dificultad para encontrar una vivienda asequible para poder emanciparse». Este retraso voluntario del que habla se puede observar en la edad media de las madres del territorio. Los últimos datos del INE revelan que el 44% de las mujeres que tuvieron un hijo el año pasado en Euskadi tenían 35 años o más.
El escenario social no parece que vaya a cambiar en exceso. Y esto ha empujado a muchas mujeres a congelar óvulos para utilizarlos cuando sientan que su vida está asentada. Marcos Ferrando, director de IVI Bilbao, clínica de reproducción asistida que ha atendido a más de 1.378 mujeres desde que se popularizó la técnica, recuerda que «un embarazo puede surgir a cualquier edad, pero no de cualquier forma». A lo que se refiere el ginecólogo es que cuando la mujer es más adulta, las dificultades para ser madre de forma natural se acentúan. «Una fémina de 43 años tiene una probabilidad baja de quedarse embarazada, pero si usa los óvulos de cuando tenía 35 con un método de reproducción asistida, la cosa cambia», especifica el responsable del centro ubicado en Leioa.
españolas decidieron congelar óvulos en 2021, según la Sociedad Española de Fertilidad
Los médicos recuerdan que vitrificar no avala que una mujeres pueda quedarse embarazada, aunque sí incrementa las posibilidades.
de las mujeres que fueron madres el año pasado en Euskadi tenían 35 años o más
Los expertos recomiendan aplicar «políticas juveniles» para incentivar que las mujeres puedan ser madres antes y con garantías.
Los expertos consultados recuerdan que la vitrificación de óvulos «no garantiza al cien por cien que una mujer se vaya a quedar embarazada», aunque sí incrementa las posibilidades de ser madre en edades más maduras. «Lo que se compra es tiempo», sintetiza Espinós. En IVI, que atienden pacientes de las tres capitales vascas, reconocen que la demanda se ha «incrementado». Mucho. En el caso vizcaíno, mientras que en 2013 el centro atendió a 26 personas, el pasado año la cifra se elevó a 250.
¿Y hay una edad exacta para congelar? Algunos especialistas aseguran que «lo mejor es hacerlo cuanto antes». «Al igual que nos planificamos la vida en cuestiones laborales, deberíamos hacerlo en relación a la maternidad porque existe un límite biológico», dice Ferrando. Al mismo tiempo, desde la Sociedad Española de Fertilidad señalan que de 30 a 35 años es la edad más común para iniciar el proceso. «Es en ese momento cuando las mujeres, una vez han terminado sus estudios y se insertan en el mercado laboral, comienzan a planear su futuro y las posibilidades que existen de ser madre», detalla Espinós.
Las razones por las que una mujer puede llegar a congelar sus óvulos pueden ser infinitas, pero sólo los casos médicos son financiados por la Seguridad Social. Por ejemplo cuando una mujer tiene que pasar por un tratamiento para combatir el cáncer. En el resto de las casuísticas, deberá ser la interesada quien contrate el servicio a una clínica privada, donde los precios por preservar la fertilidad oscilan entre los 1.500 y los 3.000 euros. «La mayoría de las mujeres que vienen a las clínicas es porque tienen claro que algún día quieren ser madres pero están sin pareja, tienen problemas económicos o sufren inestabilidad laboral», apunta el especialista en reproducción asistida.
La Sociedad Española de Fertilidad no desglosa los datos por comunidades autónomas, pero sí que apunta que en aquellas «más industrializadas y con mayor acceso al trabajo, el porcentaje de mujeres que preservan su fertilidad sube». Los motivos son simples. Porque «las mujeres apuestan primero por desarrollar su carrera profesional antes que ser madres», según Espinós. En su opinión, «lo mejor sería que las mujeres se quedaran embarazadas de forma natural» y para ello, «aboga por implantar medidas para que los jóvenes puedan fecundar».
Roberta Rutigliano, profesora de la UPV/EHU en el Departamento de Sociología y Trabajo Social, considera que la «congelación de óvulos es un parche médico a un problema social». «La solución para que las mujeres en edades fértiles puedan tener hijos pasa por invertir más en políticas juveniles. Hay que poner facilidades en el mercado de la vivienda y fortalecer la relación entre las instituciones y los individuos», añade la demógrafa. En su opinión, existe un problema estructural y un cambio en el modelo de familia. «Antes ser padre era una etapa clave de la vida y ahora es más difícil. Aquellos que quieren serlo esperan al mejor momento para que el coste no sea elevado». A lo que se refiere la académica con «coste» es a que ser padres no suponga un perjuicio a nivel laboral o personal. «España es un país que está bien en cuanto a los permisos por tener un bebé, pero se podría hacer más. Sobre todo durante los tres primeros años de vida del recién nacido, donde los cuidados son vitales».
Itsasne Álvarez | 38 años
Cuando Itsasne Álvarez tomó la decisión de congelar sus óvulos tenía pareja estable, pero una vida laboral «muy difícil de compaginar con la crianza de un bebé». «Ambos queríamos ser padres pero trabajábamos mucho. Él era piloto y autónomo y yo acababa de inaugurar mi clínica de fisioterapia en Las Arenas. Estaba fuera de casa de ocho de la mañana a diez de la noche. No era viable, pero tampoco quería renunciar a ello», cuenta. La incertidumbre de «no saber cuándo podrían convertirse en padres» les llevó a vitrificar sus óvulos en diciembre del 2019. El objetivo era «ganar tiempo, a sabiendas de que nadie nos asegura nada». «Acababa de emprender y quería trabajar al máximo nivel durante los primeros años para asentar el negocio, pero luego llegó el covid y la situación se complicó. No sabíamos hasta cuándo íbamos a estar encerrados y eso nos llevó a retrasar todavía más la maternidad», explica.
Ambos sabían que preservar la fertilidad no les garantizaba ser padres en un futuro, pero era la última carta a jugar antes de que fuera «demasiado tarde». Así, acudió a la clínica IVI Bilbao y se sumergió en el proceso. «Después de varios análisis y controles, me estimaron cuándo era el mejor momento para llevar a cabo la extracción. Fue algo que vivimos en pareja, solos y con tranquilidad. No recuerdo que fuese un proceso duro», dice con seguridad.
Con 37 años y tras un primer aborto, Itsasne consiguió finalmente quedarse embarazada y tener un bebé sin la necesidad de utilizar esos óvulos. Todavía así, no descarta usarlos en algún otro momento de su vida. «No rechazamos la posibilidad de tener otro hijo, pero vamos sumando años. Cada vez es más difícil, sabemos que nos va a costar y tenerlos congelados es una oportunidad», añade. Es más, la getxotarra apunta a que si dentro de unos años tuviese una niña le «recomendaría congelar óvulos siendo más joven, en la década de los veinte». «Nunca sabes lo que puede llegar a pasar en la vida. En mi caso fue una cuestión laboral la que me impidió ser madre, pero se pueden dar otras circunstancias, como económicas o de salud», concluye.
Mayte Galardi | 40 años
Mayte Galardi es técnica de cultura en el Ayuntamiento de Getxo desde hace años y aunque cuenta con una larga trayectoria académica, no ha conseguido aún una plaza fija en la administración local. La inestabilidad laboral por no tener un contrato indefinido fue uno de los principales motivos por los que la vizcaína tomó la decisión de retrasar su maternidad, aunque no fue el único. Con 35 años -edad con la que acudió a la clínica para desarrollar el tratamiento- tampoco tenía pareja estable y residía en una vivienda de alquiler protegido.
Pero más allá de las dificultades económicas y sentimentales a las que hacía frente, no descartaba la opción de tener un hijo en algún momento de su vida. Y de ahí su decisión de vitrificar. «Con el paso del tiempo mi círculo cercano comenzó a tener bebés. Yo nunca tuve el instinto maternal muy arraigado, pero no lo rechazaba del todo. Lo pensé y decidí congelar óvulos para tener al menos una oportunidad en el futuro».
Ahora, un lustro más tarde y con 40 años, Mayte aún no ha tomado la decisión de hacer uso de sus ovocitos. Ni siquiera sabe si algún día los necesitará. «Te diría que no tiene mucha pinta de que finalmente vaya a querer ser madre, pero tampoco quiero cerrarme ninguna puerta. Quién sabe si cuando encuentre una pareja y mejore mi situación laboral vaya a desear tener un bebé. Si no hubiese pasado por el proceso, sería mucho más difícil», explica. Es precisamente esa duda lo que le ha llevado a renovar con el centro la preservación de sus óvulos.
Sabía que la edad a la hora de conservar era importante. Lo recuerdan cada poco la mayor parte de los expertos en la materia. Y con 35 años observó que «había mujeres a las que le costaba quedarse embarazada». Así que se informó, descubrió este método y no esperó más. «Tampoco lo hubiese hecho antes porque no sentía esa necesidad vital. Los médicos me comentaron que biológicamente me encontraba en una buena edad y me aventuré. Quiero asegurar esa posible maternidad, aunque creo que las ganas de tener un niño ya las tendría que haber sentido», lanza.
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