¿Cómo sería vivir un año en el espacio?

Ideas no les faltan: «Hemos pensado en crear cápsulas que imiten las condiciones de La Tierra para combatir los problemas de insomnio de los astronautas», explica Ainara Peñafiel de 14 años. Ayer, 25 escolares de Begoñazpi y del Colegio Bizkaia visitaron las instalaciones del grupo de Ciencias Planetarias de la UPV/EHU, que incluyen un observatorio solar.

«Queremos que salgan del aula y que tengan contacto directo con investigadores. No se puede desear ser lo que no se conoce», reflexiona Itziar Uribe, responsable de proyectos de Innobasque. De pequeños, muchos niños sueñan con descubrir estrellas y viajar a planetas lejanos, pero, en Euskadi, el porcentaje de alumnos en las carreras científico-técnicas ha descendido un 13% en los últimos cuatro años. «Se trata de despertar ese interés de una forma divertida», explica Uribe.

FIRST LEGO League Euskadi empezó como un programa piloto hace diez años, en el que participaron cerca de 180 estudiantes. Ahora, se trata del torneo «más grande de España». 900 escolares disfrutarán del programa formativo que cuenta con charlas de científicos y visitas a centros de investigación. Los alumnos también pueden plantear sus dudas a los expertos: «¿Para qué sirven los anillos de Saturno?», lanzó uno de ellos. «No tienen una utilidad, son partículas que orbitan a su alrededor», aclaró uno de los profesionales.

Izaro Ruiz, Patricia Guillen y Beñat Rodríguez de 15 años y estudiantes de Begoñazpi, forman el equipo 'BioGalactic'. «Queremos utilizar las plantas como solución para mejorar la salud, conseguir oxígeno y energía en la nave espacial», explican. Las soluciones que plantean estos jóvenes no son cosa de broma, «hay algunas que tienen hasta patente», destaca Itziar Uribe. De hecho, una propuesta de unos alumnos de Begoñazpi llegó a colarse entre las veinte primeras en un torneo a nivel mundial.

El grupo de Ciencias Planetarias cuenta con dos telescopios solares y uno nocturno en la Escuela de Ingenieros de Bilbao. «El nocturno tiene 50 centímetros de diámetro y los solares 15», explica Iñaki Ordoñez que forma parte del equipo de investigadores entre los que también están Itziar Gárate, Teresa del Río y Naihara Barredo. Estos telescopios se utilizan en su mayoría para la docencia y la divulgación, «aunque también se han llevado a cabo observaciones de impactos en Júpiter», destacan.

El trabajo en el observatorio requiere de grandes dosis de paciencia, ya que, en muchas ocasiones, se puede estar en vilo durante horas. «Puedes estar toda la noche y marcharte a las cinco de la mañana sin ver nada», reconoce Itziar Gárate. En el caso de Bilbao, existen varias dificultades añadidas, como el hecho de que los telescopios estén en el centro de la ciudad. «La luz se vuelve anaranjada y puede causar problemas». Además, al estar al nivel del mar, la imagen no es estable: «La temperatura en las distintas capas de la atmósfera es diferente, lo que hace oscilar la luz», apuntan.

A todos ellos les apasiona su trabajo. Teresa del Río mostró desde pequeña interés por las matemáticas y encontró su vocación «un poco por casualidad» en la astrofísica. Itziar Gárate nunca tuvo un telescopio, pero cuanto más se adentraba en las ciencias mayor era su curiosidad por el Sistema Solar. En el caso de Iñaki Ordoñez, no tuvo la oportunidad de estudiar una carrera científica de joven, así que ahorró lo suficiente y pronto defenderá su tesis. «Esperemos que estos jóvenes el cojan el gusto y quién sabe... a lo mejor se animan a estudiar una carrera de este tipo», aventuran.